La Filosofía Griega como Prolongación Racional del Mito: Platón y Aristóteles
Desde sus inicios, la filosofía griega ha sido una evolución intelectual de las narrativas míticas que intentaban explicar el cosmos y la existencia. A pesar de su enfoque racional, Platón y Aristóteles no pueden desligarse completamente del pensamiento mítico. Sus sistemas filosóficos representan una prolongación racional del mito, reinterpretándolo a través de la razón y la argumentación lógica. Sino preguntémonos, qué son: el universo eterno, el demiurgo platónico y el Primer Motor aristotélico sino emanaciones de la mentalidad mítica.
Platón: El Mito como Instrumento Filosófico
Platón incorpora el mito dentro de su filosofía como una herramienta para expresar realidades metafísicas que trascienden la pura racionalidad. En su Timeo, el cosmos es ordenado por un Demiurgo, una figura que recuerda a los dioses creadores de las tradiciones mitológicas. Aunque Platón estructura su pensamiento sobre la teoría de las Ideas, recurre a relatos míticos para explicar la trascendencia y la función del mundo sensible. Es la misma deidad ordenadora de las mentalidades míticas ancladas en el principio metafísico de "Nada viene de la nada".
Aristóteles: La Ordenación del Cosmos sin Creación
Aristóteles, por su parte, abandona en gran medida la estructura narrativa del mito, pero conserva sus principios fundamentales. La idea de un universo eterno, en el que la materia no fue creada y siempre ha existido, tiene claras raíces míticas. Su concepto del Primer Motor Inmóvil, aunque basado en la lógica y la causalidad, recuerda a las antiguas divinidades ordenadoras del cosmos. El Primer Motor no es creador de la materia, sino simplemente su ordenador. Aristóteles no rompe con el principio metafísico del nihil ex nihilo. Cosa que sólo acontece con la llegada de la filosofía cristiana, la cual introduce el principio metafísico del Creatum ex nihilo o Creación desde la nada.
Además, su teoría de las causas (material, formal, eficiente y final) se asemeja a las estructuras mitológicas que explican la transformación del universo a partir de principios preexistentes. Aunque su enfoque es estrictamente racional, su concepción del mundo sigue alineada con los esquemas ontológicos presentes en las cosmogonías antiguas.
La Filosofía Logocrática y sus Fases
Como se expone en mi libro Teoría General de la Filosofía, la filosofía logocrática atraviesa tres grandes fases en su desarrollo histórico:
Primera fase: Grecia – En esta etapa, la razón comienza a estructurar el pensamiento filosófico, pero sin desprenderse del mito. Platón y Aristóteles representan esta transición, donde el logos racionaliza el cosmos sin eliminar por completo las narrativas míticas.
Segunda fase: Escolástica – Con la llegada del cristianismo y la filosofía medieval, la razón se integra con la fe. La escolástica, especialmente con Tomás de Aquino, busca armonizar la lógica aristotélica con la teología cristiana, manteniendo la dependencia de la revelación.
Tercera fase: Modernidad – En esta etapa, la filosofía intenta liberarse tanto del mito como de la fe, buscando una autonomía absoluta del pensamiento racional. La Ilustración y el racionalismo cartesiano marcan este esfuerzo por establecer un conocimiento basado exclusivamente en la razón.
La Ruptura Definitiva: El Creatio Ex Nihilo
A pesar de su esfuerzo por racionalizar el universo, Platón y Aristóteles no logran romper completamente con la mentalidad mitocrática de las antiguas civilizaciones. Su visión del cosmos aún depende de estructuras ordenadoras, principios eternos y fuerzas superiores que recuerdan la función de los dioses en los relatos míticos.
La verdadera interrupción de esta mentalidad ocurre con la llegada del cristianismo, cuya concepción del creatio ex nihilo establece un principio radicalmente distinto: el universo no es eterno ni preexistente, sino que ha sido creado por Dios a partir de la nada. Este concepto marca una ruptura definitiva con la visión cosmológica anterior y redefine el pensamiento occidental al introducir una noción de dependencia absoluta de la creación respecto a su causa divina.
Objeciones a la Interpretación y Respuestas
A lo largo del desarrollo de la Teoría General de la Filosofía, han surgido diversas objeciones a la interpretación que propone sobre la evolución del pensamiento filosófico. A continuación, se presentan algunas de las críticas más recurrentes y sus respectivas respuestas:
1. La filosofía griega ya es plenamente racional y no depende del mito
Algunos críticos sostienen que la filosofía griega, especialmente con Platón y Aristóteles, ya representa una ruptura total con el mito, estableciendo un pensamiento puramente racional. Sin embargo, como se expone en Teoría General de la Filosofía, la mentalidad mitocrática sigue presente en la cosmovisión griega, aunque refinada por el logos. La noción de un cosmos eterno, el Demiurgo platónico y el Primer Motor aristotélico son ejemplos de cómo el pensamiento filosófico aún conserva estructuras míticas en su explicación del mundo.
2. La escolástica no representa una fase filosófica autónoma, sino una teología sistematizada
Otra objeción común es que la escolástica no constituye una fase filosófica independiente, sino una extensión de la teología cristiana. No obstante, la escolástica, especialmente con Tomás de Aquino, logra una síntesis entre fe y razón, estableciendo un sistema filosófico que, aunque dependiente de la revelación, desarrolla una lógica interna rigurosa. La filosofía medieval no es solo teología, sino una etapa clave en la evolución del pensamiento racional.
3. La modernidad no ha fracasado en su intento de prescindir del mito y la fe
Algunos argumentan que la modernidad ha sido exitosa en su esfuerzo por eliminar el mito y la fe, estableciendo un pensamiento autónomo basado en la razón y la ciencia. Sin embargo, como se señala en Teoría General de la Filosofía, este intento ha generado una crisis profunda en la concepción del ser humano, reduciéndolo a un mero objeto de análisis técnico y económico. La pérdida de referencias trascendentes ha llevado a una deshumanización progresiva, donde la tecnología se convierte en una amenaza existencial en lugar de un instrumento de desarrollo.
4. La solución no es volver al pensamiento mítico o religioso, sino avanzar hacia un racionalismo más sólido
Algunos críticos sostienen que la respuesta a la crisis moderna no debe ser un retorno a la fe o al mito, sino una profundización del racionalismo. Sin embargo, la propuesta de la filosofía logocrática no implica un regreso acrítico al pasado, sino una integración equilibrada entre razón, ciencia y valores trascendentes. La solución no es la tecnofobia ni la tecnolatría, sino la construcción de un humanismo con Dios y códigos morales estrictos, que permita el desarrollo sin sacrificar la dignidad humana.
Conclusión
La filosofía griega, aunque racionaliza el mito y lo convierte en un sistema estructurado de pensamiento, sigue anclada a una visión heredada de las antiguas civilizaciones. Su pensamiento representa una evolución del mito más que una ruptura definitiva con él. Solo con el cristianismo y su doctrina de la creación absoluta se quiebra esta continuidad, dando paso a una nueva forma de entender la ontología y el origen del universo.
Además de la ruptura definitiva con la mentalidad mitocrática que supuso la doctrina cristiana del Creatio ex nihilo, es importante destacar que ciertos sistemas filosóficos lograron desmantelar el esquema metafísico mítico dualista mucho antes. El monismo taoísta, con su concepción del Dao como principio unitario subyacente a todas las cosas, y el Advaita Vedanta, que postula la identidad entre Brahman y la realidad última, fueron expresiones de esta superación. En la filosofía griega, Parménides y los eleatas defendieron un monismo estricto en el que solo el Ser posee auténtica existencia, negando cualquier forma de dualidad. El devenir de Heráclito, con su principio de transformación constante, también desafió el pensamiento estático de las cosmogonías míticas. Algunas corrientes presocráticas como el monismo naturalista de Anaximandro y Anaxímenes, así como el neoplatonismo de Plotino con su concepto de Lo Uno, representaron intentos de trascender la visión dualista heredada de las tradiciones míticas.
Asimismo, el budismo de Buda ofrece otra vía de ruptura con el esquema metafísico mítico dualista. Su doctrina del anatman (no-alma) desafía la concepción tradicional de un yo permanente, eliminando la dicotomía entre el ser y el no-ser. Su noción de interdependencia y vacuidad (shunyata) presenta una visión no-dualista en la que las distinciones ontológicas convencionales pierden su sentido absoluto.
El experimento de la modernidad de prescindir tanto del mito como de la fe ha resultado en un rotundo fracaso. No solo ha destruido el facto humano, reduciéndolo a meros procesos biológicos y económicos, sino que ha colocado a la tecnología como una amenaza existencial para la humanidad. La solución no reside en la tecnofobia ni en la tecnolatría, sino en subsumir la ciencia y la tecnología bajo un humanismo con Dios y códigos morales estrictos, que permitan el desarrollo sin sacrificar la dignidad, el sentido trascendente y la integridad del ser humano.
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