viernes, 26 de agosto de 2022

LA PARADOJA ANTRÓPICA- LIBRO

 LA PARADOJA ANTRÓPICA

FILOSOFIA DE LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL

Gustavo Flores Quelopana



(Setiembre 2022)

Prólogo

Acerca de la Paradoja Antrópica

La defensa de la Tierra es una causa por el bien común, que sobrepasa cualquier ideología, religión y filosofía. Y a lo cual sólo se opone el inmediatismo de la rentabilidad económica y la codicia del corazón extraviado.

 

 

0.

La crisis ambiental plantea una paradoja antrópica[1], a saber, cómo un ser que puede dar cuenta de la naturaleza, se percibe diferente a ella, y comprender sus leyes, puede convertirse en la principal amenaza para la ecología humana y natural.

 

0.1

Ciertamente, la ciencia registra que la paradoja antrópica ha estado presente de forma muy desigual a lo largo de la historia humana. No siempre fue determinante y depende, muchas veces, de factores exógenos. El hombre de por sí es una criatura paradójica y contradictoria, pero su impacto sobre la naturaleza no siempre fue antes que el impacto sobre sí mismo. La dificultad de hablar sobre el hombre es que apenas nos podemos referir al homo sapiens y al homo neandertal, pues de los otros homínidos (homo habilis, homo ergaster, homo erectus, homo antecessor y homo heidelbergensis[2]) apenas se sabe algo.

 

0.2

No obstante, es notorio que la ecología natural influye poderosamente sobre los primeros homínidos señalando su camino evolutivo. Pero la respuesta de los homínidos desde el homo habilis resulta muy particular desde el momento en que da muestras de instalación de industria lítica. Pues, una cosa es un chimpancé empleando una piedra como instrumento, y otra cosa es modificar la piedra y perfeccionarla para darle usos determinados. Desde el homo habilis comienza la aparición de la técnica y la modificación teleológica del medio ambiente. La industria lítica del hombre prehistórico del paleolítico inferior representa el inicio de la paradoja antrópica en su etapa inicial. Lo ayudará a afirmar una cultura cazadora que abandonará paulatinamente la carroña.

 

0.3

Sin embargo, se puede advertir dos clases de paradoja ecológica: una inconsciente o natural, y otra consciente o humana. La paradoja natural y la paradoja antrópica. Dos tipos de paradoja ecológica que interactuarán incesantemente. Siendo determinante en un primer momento la paradoja ecológica, hasta llegar a ser en nuestro tiempo tecnológico la paradoja antrópica. Y lo ha llegado a ser en tal grado que ya se habla de la Era del Antropoceno[3], que lo hacen coincidir con la revolución industrial y donde los humanos ya han llegado a cambiar el funcionamiento de la Tierra de modo tan profundo dando término a la Era del Holoceno. En realidad, la colonización humana del planeta terminó abriendo una nueva era geológica, haciendo de la Humanidad el principal agente del cambio medioambiental y despertando fuerzas telúricas insospechadas.

 

0.4

Ahora bien, la paradoja natural plantea sus propios desafíos al medio ambiente, la flora y demás especies vivientes. Su manifestación son los grandes cambios geológicos (movimientos de placas tectónicas, grandes terremotos, inversión de polos magnéticos, activación de cadenas volcánicas, presencia periódica de grandes extinciones, ciclos de glaciaciones por la excentricidad de la órbita terrestre, impacto de rayos cósmicos, cambios en el nivel del mar, incluso impacto de asteroides devastadores) y cambios violentos y sucesivos en el clima, que afecta seriamente y por largos ciclos la vida sobre el planeta. Desde el Ordovico-Silúrico (hace 439 millones de años) hasta el Cretácico-Terciario (hace 65 millones de años) se conocen grandes cinco grandes extinciones masivas[4], donde desaparecieron hasta el 95 por ciento de especies terrestres, como en el Pérmico-Triásico hace 252 millones de años. Visto así la paradoja natural es más antigua y de incomparable impacto frente a la paradoja antrópica.

 

0.5

La paradoja ecológica se presenta como grandes ciclos de destrucción, muerte y resurrección de todo lo forjado en la naturaleza. La dualidad vida y muerte se presenta como constante del ente finito en la paradoja ecológica. Ahora bien, si esta paradoja ecológica la inscribimos dentro de la paradoja del universo la dualidad tiende a romperse y desaparecer dentro de millares eones de eones en la entropía de la materia y la energía. Después que el último agujero negro se consuma y desaparezca del cosmos, y sobrevenga la disolución del último protón en la Era Degenerada del Universo sobrevendrá la nada cósmica, la desolación, donde dicha dualidad dejará de existir por siempre jamás. Lo que en un comienzo fue una espesa sopa de átomos de hidrógeno acabará envuelta en la total oscuridad del aplastamiento de las fuerzas fundamentales de la materia. Será el final de la dialéctica de los opuestos en el seno de la materia contingente y finita, que se consume en el vacío obscuro universal. Pero nada es comparable con el desprecio de la naturaleza que luce el hombre de la modernidad.

0.6

La secularización de la ciencia nos conduce hacia la visión ametafísica y ateológica del Universo, pero nada de esto tiene que negar necesariamente el orden sobrenatural y espiritual que las grandes religiones nos describen escatológicamente. En realidad, la paradoja ecológica lleva a interrogarse sobre el significado profundo que tiene la desintegración de la materia en el universo. Es un límite que rebasa la ciencia e ingresa terreno teológico y metafísico. La paradoja ecológica del Universo es como una gran aporía que nos dijera que nada es el ser finito y temporal sin el Ser Infinito y Eterno. Es un ámbito en que la metafísica abstracta y dialéctica de Hegel es rebasada por la vida eterna del Absoluto que es Dios.

 

0.7

Pero limitándonos  a la paradoja antrópica se puede discutir el carácter de su impacto desigual. Por ejemplo, hasta ahora se discute y se cree, más bien, que el hombre prehistórico fue la estocada final y no la causa determinante de la extinción de la fauna del pleistoceno (mamut, megaterio, tigre dientes de sable, caballo, hipopótamo, buey almizclero, rinoceronte lanudo, etc.), ya seriamente afectada por cambios climáticos. O sea, dichas especies se extinguieron por su falta de capacidad de adaptación a los drásticos cambios climáticos, aunada a la presión de su caza por el hombre del paleolítico superior. Es decir, no fueron las comunidades humanas depredadoras del pleistoceno final el principal vector de su extinción, sino solamente su factor final sobre unas especies que no tuvieron tiempo para adaptarse a rápidos cambios climáticos. Muy diferente a lo que sucede hoy, donde el 90 por ciento de las especies del mar pueden morir por el calentamiento global.

 

0.8

Hubo un tiempo hace dos millones de años, en que hasta tres de las ocho especies de homínidos estuvieron conviviendo juntos y la causa de su súbita desaparición sigue siendo un misterio. Quizá lo más extraño y que sigue intrigando a la comunidad científica es la extinción del Neandertal -el cual surge hace 230 mil años- a finales del pleistoceno, hace 28 mil años. El neandertal fue la especie que dominó la Edad de Hielo, y que desapareció al acabar ésta. Anatómicamente modernos y los más cercanos al homo sapiens, con lenguaje y arte, es un misterio aún si fueron los cambios climáticos o la competencia de los humanos modernos lo que los llevó hacia la desaparición[5].

 

0.9

Otra relación es la que presenta el hombre de los bosques y de las selvas tropicales, cuya abundancia de especies vegetales y animales favorece un retraimiento de la paradoja antrópica hacia el ámbito de lo humano a su mínima expresión. La evidencia antropológica y etnográfica demuestra que la preocupación principal del hombre salvaje es mantener la armonía con la naturaleza y con otros congéneres tribales. Tanto así que la paradoja antrópica se mantiene como tensión permanente de mantener una política y jefes sin poder, salvo en casos de guerras. Y todo con el propósito de mantener a raya el demonio de la desigualdad social[6]. La resolución desigualdad social resulta siendo crucial en la paradoja antrópica de la crisis ambiental actual.

 

0.10

Otra cosa sucede cuando surge en la historia humana el fenómeno de la civilización. La emergencia de la civilización en la historia humana se va a constituir en el principal factor de la paradoja antrópica, mucho antes del desarrollo de la tecnología moderna. Y aunque su impacto sobre la naturaleza se deja sentir -con la realización de megaobras hidráulicas, pirámides, grandes centros de adoración y construcción de ciudades sagradas, por ejemplo- se advierte, generalmente, un cuidadoso régimen de control de los ciclos naturales mediante calendarios, cálculos del tiempo lunar y del movimiento solar, y demás observaciones astronómicas. Se busca mantener todavía la armonía con la naturaleza, muy presente en el hombre salvaje del paleolítico. En el surgimiento de la civilización se evidencia que la paradoja antrópica se dispara causando un desequilibrio profundo en las relaciones humanas con la aparición de la megamáquina del Estado[7], el surgimiento de las clases sociales, y la teocracia divinizada con su clase sacerdotal sacrificial y una opresiva clase guerrera.  

 

0.11

En otras palabras, por largos milenios la paradoja antrópica va dejar sentir su impacto profundo, primero, sobre todo en la ecología humana y después sobre la ecología natural. Es cierto que desde la invención de la agricultura comienza la deforestación, la destrucción del hábitat, los problemas del suelo (salinización y pérdida de fertilidad) y los problemas de la gestión del agua. Pero, muchas veces la baja densidad poblacional, permitía la sobrevivencia mediante la mudanza de las comunidades, aunque a costa de la disolución de su cultura. Estos casos son bien conocidos en el ámbito precolombino, mesoamericano y andino, donde agotados los recursos grandes ciudadelas piramidales tuvieron que ser abandonadas.

 

0.12

Pero, a lo que vamos, es que la paradoja antrópica se hace presente, primero y especialmente, desde el brote de la civilización en la historia humana, y es en el seno de la naturaleza humana que tiene su impacto profundo con la división de la sociedad en clases y la invención de la megamáquina del Estado. Pasarán milenios hasta que el hombre moderno lleve la paradoja antrópica, con la invención de la tecnología, la ciencia y la revolución industrial, hasta un punto de grave colisión con la naturaleza. Estamos envenenando la naturaleza con gran desprecio, y así la Humanidad tiene garantizada su extinción en el más corto plazo.

 

0.13  

El hombre es una criatura paradójica, pero la paradoja antrópica sólo es una amenaza ambiental al asumir un estilo de vida consumista y antiecológico basado en un antropocentrismo antiesencialista, inmanentista, relativista, hedonista y nihilista.

 

C A P I T U L O   I

 

La Raíz Metafísica de la modernidad

antiecológica

 

 

 

1.0

Entonces, que quede entendido que trataremos de la paradoja antrópica actual. Sí, la producida por la revolución industrial. Estamos actualmente insertos en el apocalipsis ambiental no porque el hombre sea incapaz de revertir los procesos de destrucción de la naturaleza que ha provocado, sino porque vivimos en medio de un sistema insostenible que muestra una reacción lenta y desganada de políticos y corporaciones ante la gran velocidad que cobra la degradación ambiental. Muchos de los compromisos adquiridos en la Cumbre del Clima -desde la Declaración de Estocolmo de 1972, la Cumbre de la Tierra de 1992 en Brasil, el Protocolo de Montreal hasta la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible en Río en el 2012- quedan simplemente sin cumplir.

 

1.1

Pero la pregunta más inquietante es: ¿de dónde nace este sistema insostenible? ¿Cuál es la verdadera raíz de la destrucción ambiental? ¿Simplemente tiene que ver con un sistema económico-político? ¿Es parte de una forma particular de pensamiento? ¿Es consecuencia de un giro del pensamiento metafísico? ¿Hay que ver su surgimiento con un enfoque integral? No es ningún secreto que el capitalismo no cabe en el mundo y en un conocido ejercicio de reflexión[8] se ha demostrado que harían falta cinco planetas Tierra para generalizar en todos los países del mundo el estilo de vida californiano. En otras palabras, las economías desarrolladas muestran su insostenibilidad, mientras que hay economías sostenibles pero subdesarrolladas y otras subdesarrolladas pero insostenibles. ¿Cómo hemos ido a parar en esto? ¿Cuál es su origen? ¿Encuentra el capitalismo su matriz en alguna teoría antropológica? Veamos.

 

1.2

Podemos echar mano de las teorías antropológicas. Me referiré, en primer lugar, a una de ellas y es una de las más extremas. La teoría del homo decadente afirma que somos una criatura con una incurable incapacidad de evolución biológica y que nos configura como una criatura enferma. Todo lo creado por el hombre es mero sucedáneo. Incluso el espíritu es visto como un parásito metafísico que se introduce en la vida y en el alma para destruirlo todo. La historia es así vista como un proceso de destrucción protagonizado por el hombre. En ella se inscriben pensadores como Klages, Lessing, Daqué, Frobenius, Spengler y Vaihinger. Esta teoría del hombre como “plaga” de la naturaleza no sólo es extrema y pesimista, sino que no es objetiva ni verdadera y tiene su base en un naturalismo que exalta lo instintivo.

 

1.3

Otra teoría es la del homo faber, según la cual somos criaturas instintivas, de hábitos, activas y transformadoras del medio, que nos construimos, entre otras cosas, la razón. Estamos predeterminados por lo fáctico (empirismo), lo económico (Marx), lo sexual (Freud) o la sobrevivencia (Darwin). Y nuestro afán dominador de la naturaleza nos ha conducido a la contaminación del medio ambiente. Es el homo faber el que desbordó la capacidad de recuperación del medio ambiente. Esta idea naturalista, materialista, positivista y pragmatista deriva hacia la estigmatización de la praxis humana, olvidando no que no es la praxis por sí misma la que tiene que resultar destructiva del medio ambiente. Ejemplo de lo contrario lo hallamos en las culturas de recolectores y cazadores aborígenes, que viven perfectamente adaptados y en armonía con su medio ecológico. De modo que en esta clase de sociedades no se presenta la paradoja antrópica.

 

1.4

Otra ideología sobre el hombre es la del homo sapiens, como mente, ratio, logos o razón, aparece en Grecia como agente específico del hombre. Es un agente divino que da forma al mundo con poder y fuerza racional, sin el predominio de los instintos ni la sensibilidad. Mediante la razón el hombre conoce el ser y puede vivir en armonía con el mundo. Es la fórmula de Anaxágoras, Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel. Y el actual apocalipsis ambiental se debe a que el hombre no ha seguido las reglas más racionales respecto a la naturaleza. Esta idea antropológica percibe lo no racional como la enfermedad de la vida y como la causa que desvía al hombre del orden cósmico. Se trata de un enfoque intelectualista de la victoriosa soberanía del intelecto. Pero desde las dos guerras mundiales este grandioso fondo metafísico, que sustentaba la idea del progreso, dejó de ser evidente. La razón por sí misma no puede conducir los destinos del hombre ni de la historia.

 

1.5

La antropología del existencialismo, tras el calamitoso hundimiento del racionalismo en las dos guerras mundiales, arguye que el hombre es existencia antes que esencia, es ser-ahí, proyecto, trascendencia y libertad. Implica un enfoque voluntarista de la victoriosa soberanía de la libertad en situación. Sin embargo, su aplicación desde estructuralistas, posestructuralismo, neomarxistas, feministas, neonietzscheanismo, posmodernos y semióticos, derivó hacia un ateísmo postulativo, la negación de todo lo natural, la hegemonía del mito de lo cultural y la supresión nihilista del sujeto mismo. El capitalismo digital encarna así el giro metafísico de lo antropológico a lo cibernético[9]. Se constituyó en el triunfo de lo artificial, lo virtual, el avatar, la inteligencia artificial y el transhumanismo. Fue con el triunfo del antropologismo moderno que aparece la paradoja antrópica. Por ende, no brinda un camino para la superación de la crisis ambiental y es una de las raíces de su catástrofe.

1.6

Sin más rodeos es necesario reconocer que los diferentes modelos de teorías antropológicas no son suficientes para comprender la presente paradoja antrópica de la crisis ambiental. Hay que ir hacia la base metafísica de la mentalidad moderna, como aquello que condiciona el avasallamiento humano del planeta. Lo que diferencia al hombre ontológico de la Antigüedad y Medioevo respecto al hombre epistémico de la Modernidad es la asunción -por parte éste último- del mundo como objeto manipulable. Lo cual significa que este sistema insostenible no refleja simplemente la dinámica del capitalismo ni de la mera hegemonía de la economía dineraria, sino que nace del algo más profundo.

 

1.7

En realidad, el capitalismo es un proceso nihilista, porque si el dinero -según Simmel- es la negación de todo valor, entonces se trata de una estructura social que disuelve la racionalidad substancial por la racionalidad funcional y da comienzo no sólo al reemplazo de lo cualitativo por lo cuantitativo, sino del ser por el ente. No olvidemos que en el mundo antiguo la realidad no es vista de modo impersonal, no es un “ello”, sino un “tú”. El mundo no está inanimado, por el contrario, está animado por todas partes. Tales de Mileto decía: “todo está lleno de dioses”. Ese era el espíritu de la filosofía mitocrática. Por eso el mundo y las cosas eran vistas con respeto. Hasta que, con el racionalismo, la Ilustración y el cientificismo se desespiritualizó el mundo, se nos secó el alma y todo se sometió a cálculo y leyes naturales. Ese es el desafío de la civilización neotécnica, a saber, la superación del objetivismo y subjetivismo metafísico de la modernidad, que ha reducido el ser a lo manipulable y lo útil[10]. El desencantamiento del mundo está detrás de la destrucción del ambiente llevado a cabo por la modernidad. El daño más profundo que se autoinfirió la modernidad capitalista es no haber respetado el espacio sagrado del mundo. A esto Max Weber lo llamó “desencantamiento del mundo”. Yo lo llamo “imperio satanocrático” o la modernidad luciferina[11]. Pero, particularmente, en la labor arqueológica del área andina es donde se experimenta que la Tierra está viva. Si antes de la labor de exploración arqueológica no se hace el llamado “pago” o tributo a la Tierra, simplemente las cosas comienzan a salir muy mal. Aquí encontramos un caso límite donde el hombre de ciencia se encuentra ante fenómenos que trascienden la explicación racional y científica, y que resulta mejor transar que ignorar.

 

1.8

La paradoja antrópica nace de la episteme desontológica del mundo llevada adelante desde la modernidad capitalista. Es el hombre epistémico de la modernidad el que ha llevado adelante la desrealidad de lo real desde una hermenéutica antiesencialista. Y ahora bajo el capitalismo digital del capitalismo cibernético se consuma el giro epistémico cumbre sin objetivo humano ni natural. Ya no es el hombre ni la naturaleza el centro de la subjetividad, ahora lo es algoritmo del computador. De manera que el nihilismo y la desubjetivización del hombre es consecuencia de este giro metafísico que representa la desrealización de lo real por la desontologización del mundo. La modernidad se caracteriza por una vigorosa desontologización del mundo y su reducción a ente manipulable y calculable. El resultado no podría ser otro que el empobrecimiento de lo real. Viveiros de Castro[12] habla del perspectivismo amerindio, según el cual la naturaleza es nuestra hermana, porque contiene espíritus que fueron humanos, es decir, lo común que tiene el hombre con la naturaleza es su humanidad y no su animalidad.

 

1.9

La desontologización del mundo preside la modernidad antiecológica de la actualidad. Consiste en el imperio del ente virtual, no real ni humano, y el olvido consumado del ser. La desontologización del mundo es el olvido del sentido del ser, el cual se abre camino desde el nominalismo, el olvido del sentido de Dios, y el fortalecimiento del logos del empirismo y del logicismo. Sin la desontologización del mundo no puede prosperar la destrucción de la naturaleza y el medio ambiente. Constituye su prerrequisito. El verdadero humanismo con Dios está unido a la conservación de la naturaleza, de modo que sin este humanismo se abren de par en par las puertas de la franca extinción del mundo natural en pleno auge cibernético. Hay que advertir que ha sido con el humanismo sin Dios el que se asentó en la antiecológica modernidad tardía desde Feuerbach, Marx, Nietzsche, Comte, Nietzsche y Freud. La naturaleza dejó de ser vista como algo sagrado y ello significó su muerte.

1.10

Efectivamente, dicho objetivismo se expresa en el racionalismo -cogito ergo sum-, empirismo -lo real es lo fáctico, lo nouménico o la cosa en sí no existe-, el existencialismo -la existencia precede a la esencia- y el posmodernismo -todo vale-, que configuran una imagen del mundo donde el ser se reduce a lo útil y manipulable. Incluso la fenomenología con su lema de “ir a las cosas mismas”, que despertó esperanzas de una vuelta a la metafísica, terminó decepcionando al engolfarse en el inmanentismo de la conciencia pura. El chato fenomenismo empirista ha impuesto su hegemonía en detrimento de la riqueza ontológica del ser. Y dicho proceso reduccionista comienza con el nominalismo de Occam y el terminismo de Scoto. Las esencias son reducidas a meras ideas mentales, constructos culturales, el nominalismo extiende su imperio configurando una realidad individualista, inmanentista y secularizada.

 

1.11

El giro copernicano del kantismo lo expresa bien: el ser es el poner humano de la razón. Ser es posición, se dirá en la Crítica de la razón pura[13]. En otras palabras, sin un cambio de la imagen metafísica del mundo de la modernidad, no habrá salida verdadera a la crisis ambiental que nos azota. Tan grave es la crisis ambiental que nos flagela que no hay salvación sin un giro desde el existencialismo individualista actual hacia el esencialismo del posible mañana. No es casual que el mundo moderno se iniciara con la aspiración inmanentista de la comunidad perfecta.

 

1.12

Kant reduce todas las esferas de la objetividad a conciencia pura. Ello conduce a ver la conciencia humana como la actividad radical que crea todas las actividades objetivas. Así en Fichte el universo es actividad dialéctica de la conciencia en acción, en Schelling se trata de penetrar la esencia del universo por el medio intuitivo y artístico, y en Hegel el cosmos es desarrollo dialéctico de la Idea absoluta. En centro de toda esta metafísica moderna no es la naturaleza sino el, hombre como ente de razón. Lo que viene después será el materialismo positivista y el desdén por la filosofía. Lo cual lejos de remover el antropocentrismo lo afirma con Feuerbach, Stirner, Marx y Nietzsche y Dilthey.

 

1.13

Con las guerras mundiales la filosofía del hombre como ser supremo parecía condenada al fracaso y al desastre, pero ni la fenomenología, ni el existencialismo logra librarse de la hegemonía del inmanentismo. Al contrario, el inmanentismo filosófico se intensificó a partir del estructuralismo, para llegar a sus cuotas más altas con la filosofía posmoderna de Lyotard, Baudrillard, Foucault, Castoriadis, y la ontología débil de Vattimo. Salió adelante la propuesta nihilista de la desrealización del mundo. Una episteme desontológica que llevó a sus extremos el mito culturalista que todo es producto cultural. Toda la filosofía que vendría después hasta el pragmatismo de Richard Rorty no sería sino una nota a pie de página del viraje hacia la antropología atea[14].  

 

1.14

Es la metafísica de la hemorragia del para-mí o de la subjetividad aunada al imperio del dato empírico lo que preside la destrucción del medio ambiente y da comienzo a la paradoja antrópica. La paradoja antrópica también puede ser vista como el triunfo de la voluntad de poder a través de la técnica. O sea, supone la “muerte de Dios” en tanto subjetividad humana que reduce el ente a lo manipulable y dominable. Esto significa que la paradoja antrópica tiene lugar cuando la subjetividad instaura la aparición soberana del hombre como configurador de la realidad.

 

1.15

Relativismo, hedonismo, nihilismo son las banderas de esta ofensiva antiesencialista del Occidente finisecular. No resulta extraño, entonces, que al lado de la destrucción de la ecología natural esté la destrucción de la ecología humana en un Occidente decadente, a través de la colonialidad mental de su agenda del aborto, la eutanasia, la eugenesia, la ligadura de trompas, la ideología de género, el libre consumo de drogas, el lenguaje de género, el ataque a la estructura de la familia tradicional, la ofensiva contra la religión cristiana. Es toda una agenda antiecológica, que agrava la situación ambiental.  

 

1.16

La paradoja antrópica es la erosión nihilista de la sociedad postmetafísica, el hombre como deus in terris o diosecillo terrenal, como raíz última de la modernidad capitalista -que entroniza el dinero, la rentabilidad, la eficiencia, el exitismo, como último valor-, lo que protagoniza la destrucción del medio ambiente. Mientras impere el opresor inmanentismo del hombre prometeico de la modernidad, que desligó su vinculación con la trascendencia divina, no habrá manera de recuperar el respeto a la naturaleza humana y natural. El hombre y la naturaleza quedaron disueltos en la tiranía antiesencialista.

 

1.17

El enorme poder de la Nada es lo que se hace sentir en la calamitosa crisis ambiental. Lo que aquí se experimenta no es simplemente el poder de la Nada en el ser del ente, como diría Heidegger, sino el poder nadificante de la razón instrumental y funcional en el mismo ser. Ernst Jünger ve más profundo cuando afirma que la técnica produce nihilismo y el vórtice de la aceleración tecnológica absorbe a la presente civilización y disuelve todos los valores. Pero añade que ha llegado el momento del cruce de la línea del nihilismo cuando señales para su superación: la inquietud metafísica de las masas, el nacimiento de las ciencias particulares fuera del espacio copernicano, y la aparición de temas teológicos en la literatura mundial.[15]

1.18

Pero lo que él vio sólo como un síntoma es hoy una realidad de un amplio territorio postnihilista que se abre tras la gravedad de la crisis ambiental, la cual es lo más notorio del vórtice del nihilismo. Parafraseando a Jünger se puede decir que ya no estamos sobre la línea, sino que estamos cruzando la línea con un desfase entre las condiciones subjetivas -estilo de vida no ecológico- y las condiciones objetivas -imperiosa necesidad de cambio de estilo de vida-. Pero se trata de un desfase que no es por completo culpa del hombre, sino también de las condiciones tecnológicas, que no permite a la estructura económica sustraerse de los combustibles fósiles como fuerte de energía, y del sistema económico, que incentiva el consumismo desenfrenado. También a la falta de decisión por la tecnología ecológica.

 

1.19

El hombre es metafísico porque trasciende los entes. De tal modo que el olvido metafísico del ser es también el olvido metafísico del ser del hombre. El nihilismo metafísico, en el cual el ser “es nada”, es parte ideológica del hombre epistémico de la modernidad subjetivista. Pero si en un primer momento la racionalidad científica disolvió las esencias y reforzó el pensar funcional con el pensar matemático, eso fue el tenor durante la fase paleotécnica, pero no en la fase neotécnica[16], donde se descubre el carácter orgánico, teleológico y esencialista de la realidad. De modo que resulta siendo el orden político y financiero el obstáculo que impide cruzar sólidamente la línea del pensar postnihilista. Esto significa que el camino de la reconstrucción humana y natural está abierto, pero para transitar y edificarla hay que derribar las posibilidades perversas que aún subsisten en la técnica, como en el sistema político-económico del capitalismo. Sería un error buscar en la técnica la solución a todos los problemas que plantea y, menos aún, en la crisis ambiental.

 

1.20

En este sentido, no es cierto lo afirmado por Heidegger que lo esencial de la subjetidad como aparición soberana del hombre surge con el platonismo, porque es una verdad elemental que para Platón la verdad está en otra parte, a saber, en el mundo de las Ideas, concebidas éstas como esencia de las cosas. Su teoría de las Ideas, como ejemplares arquetípicos por cuya participación existen las cosas, inaugura el idealismo objetivo donde el pensar queda identificado con lo real. Pero dicho pensar no agota la realidad. El acceso a la verdad no es resultado de un proceso racional, pues a las Formas se llega por vía mística o contemplativa, algo parecido a una “iluminación”. Ese es el verdadero Platón, donde la subjetidad no es la aparición soberana del hombre, ni el dominio del concepto. Ese es el sentido originario -y no el que señala Heidegger- de la doctrina de la iluminación en la alegoría de la caverna.[17] El Platón de Heidegger luce desfigurado y lejos de su prístino sentido de la metafísica de la presencia.

 

1.21

Por ello la superación de la paradoja antrópica no transita por esquivar a Platón y un retorno a los presocráticos, como sugiere Heidegger[18], porque se puede recuperar el mundo como la presencia del ser mediante una metafísica del ser que una lo inmanente con lo trascendente. Esa metafísica de la presencia pasa por la reespiritualización del mundo. Además, lo esencial de la subjetidad como aparición soberana del hombre acontece desde Descartes y no con Platón. O sea, ello sucede con el idealismo subjetivo de la modernidad y no con el idealismo objetivo del platonismo.

 

1.22

Así, para recuperar el mundo de las esencias no hay necesidad de volver a la metafísica de las esencias de los griegos, ni a la metafísica trascendental de los escolásticos, sino que hay que avanzar hacia una metafísica de la síntesis que supere los extremos esencialistas (Antigüedad), trascendentalistas (Edad Media) e inmanentistas (Modernidad) del pasado. No hay que confundir el respeto a la esencia de las cosas y otra, muy diferente, retornar al esencialismo metafísico.

 

1.23

La historia no admite imitaciones. No hay salidas antihistóricas ni anacrónicas para la crisis presente. No se trata de salir del mundo como imagen, ni de señalar que la esencia de la técnica es la voluntad de poder[19], que según Heidegger es propio de la modernidad de la subjetividad y de la objetividad, sino de reconocer el fondo suprarracional de la razón para reconciliar el logos humano con el logos divino. Y ello no es posible hacerlo con la perspectiva secularizada de la modernidad.

 

1.24

De modo que a estas alturas resulta irrealista y desfasado afirmar que la ciencia, en su actual fase neotécnica, sigue siendo el proceso de olvido del ser. Lo es más bien la estructura política y financiera del capitalismo. Por ello, decir -como Heidegger- que el olvido del ser no depende del hombre sino del ser, resulta siendo un juicio hipostasiado e irracionalista de la propia historia humana. La técnica y la ciencia ya no sigue siendo la última forma de metafísica subjetiva, o sea de cartesianismo, porque su fase neotécnica colisiona profundamente con el racionalismo antropocéntrico que se sustenta en la subjetidad. Es el capitalismo como sistema político y financiero el que consuma el primado del hombre como subjetidad. De modo que el nihilismo resulta siendo el destino del capitalismo y no del ser mismo. De ahí que el enorme poder de la Nada sólo se puede evitar derribando el capitalismo mismo.

 

1.25

En otras palabras, el hombre epistémico de la modernidad no está en condiciones subjetivas para superar la paradoja antrópica de la crisis ambiental, porque está sumido en la visión inmanentista, secularizada e instrumental del mundo. Ese proceso es dirigido por las fuerzas del capitalismo. El mismo que ya quedó desfasado del proceso técnico. Para superarlo hay que abrir el camino para el hombre síntesis -ontológico/epistémico- del futuro, capaz de reconciliarse con la trascendencia y reconocer la sacralidad de la inmanencia. El camino no es de retroceso hacia el pasado sino de avance hacia el futuro, para recuperar el mundo como la presencia del ser sin desdeño de la representación conceptual y de la ciencia misma.

 

1.26

La filosofía es el pensar del interrogar fundamental. Por ello hay que ir hacia la raíz. Y la raíz metafísica de la modernidad antiecológica es, como hemos visto, un antropocentrismo pragmático, un racionalismo subjetivo-objetivo, un empirismo fáctico, la razón autónoma, el imperio del deus in terris o diosecillo terrestre, la hegemonía del inmanentismo, el humanismo sin Dios, la secularización radical, una desontologización de la realidad, la imagen desacralizada del mundo, la supresión del sentido del ser, lo divino y de la vida, la negación de los valores absolutos, el historicismo relativista, el ateísmo, hedonismo, individualismo y nihilismo. Todo lo cual desemboca en la imagen metafísica desrealizadora del mundo presidida por la razón funcional en desmedro de la razón substancial, la Trascendencia y la metafísica, donde las cosas -incluido el hombre- devienen en entes manipulables e instrumentales. Dejan de ser fines en sí mismos. Ese es el marco espiritual de la modernidad, a través del cual, y desde la Revolución industrial, hemos envenenado el aire, el agua, la tierra, hemos contaminado el Planeta entero, no hemos respetado el equilibrio de la vida y hemos llevado al mundo al borde la extinción masiva de las especies, incluso la nuestra. La modernidad llevó a sus límites a la paradoja antrópica y la falta de respeto a la esencia de las cosas.

 

 

 

 

 

 

C A P I T U L O   I I

 

La razón funcional

 

 

2. 0

Esta falta de respeto por el mundo de las esencias hace que no haya ecología cotidiana (urbanismo inhumano, falta de viviendas), ecología cultural (irrespeto a las culturas locales), ni ecología cotidiana (negación de las diferencias sexuales, libre consumo de drogas, aborto, eutanasia, eugenesia, ideología de género y negación de la familia tradicional) y ecología generacional (falta de consideración por los viejos y los niños del mañana). El deterioro ambiental exige un cambio en el estilo de vida consumista y materialista que retroalimenta el sistema capitalista.

 

2.1

En realidad, la agenda del capitalismo neoliberal es el de imponer sobre todas las cosas el criterio de renta y beneficio. Cosa que sería imposible con el reconocimiento de las esencias de las cosas. Pero la mentalidad moderna es el triunfo de lo cuantitativo sobre lo cualitativo y, por consiguiente, la negación de la razón substancial en favor de la razón funcional. En el presente tanto el orden político financiero capitalista global como la revolución científico-técnica son expresiones del triunfo de la razón funcional sobre la razón substancial. Pero ambas han llegado a un punto de desarrollo en que sus tendencias colisionan, se estorban y exigen una resolución definitiva. Lo cual pone en entredicho también, la otrora relación conflictiva entre razón funcional y razón substancial, empirismo y metafísica.

 

2.2

La razón funcional es más antigua, va más allá de la dialéctica instrumental del iluminismo, porque dicha identificación de la razón con el dominio, que acaba reificando por completo a la humanidad y destruyendo su subjetividad, se retrotrae no sólo al empirismo moderno y al nominalismo de la Edad Media decadente, sino que ya manifiesta su vigorosa presencia en los criterios pragmáticos de los sofistas griegos. Y en realidad aparece con fuerza desde la invención de la civilización.

 

2.3

Y es así porque la civilización es la invención de la megamáquina del aparato estatal, que moviliza una ingente mano de obra en favor del monarca divinizado. La diferencia es que desde la Edad moderna la razón funcional se convierte en la dialéctica hegemonizante de la razón humana. Pero dicha hegemonía está llegando a su término dejando oír las campanadas de un tiempo finisecular.

 

2.4

Pero la razón funcional cuando aparece en la historia lo hace siendo aliada del sentido de lo divino, que es mucho más antiguo, y se pone al servicio del monarca divinizado de las grandes civilizaciones antiguas. Cuando la razón funcional se desliga de lo sagrado y lo moral mediante la secularización, recién es cuando se fusiona con la racionalidad de la técnica para dar lugar a la racionalidad instrumental de la lógica de la modernidad industrial.

 

2.5

Efectivamente, la modernidad es el triunfo de la secularización. Pero la secularización es por encima de todo el triunfo de la razón autónoma, no obstante, por debajo es la abolición del sentido de lo divino y del sentido del ser. Es por eso que luce envejecida, porque en la superficie todo luce normal, pero en el fondo se desarrollan procesos de franca declinación espiritual.

 

2.6

Cuando el mundo neoliberal luce agresivo y prepotente en las relaciones internacionales frente a China y Rusia en plena guerra de Ucrania, es cuando bajo la mesa se desatan procesos tormentosos que llevan los signos de irremediable decadencia. Nos referimos no sólo al aumento vertiginoso de la desigualdad social entre las masas que se sumen en el hiperconsumismo, hedonismo y relativismo moral, sino, también, a la crisis ambiental que se profundiza en hoyo que dibuja un apocalipsis global. Los últimos informes de las Naciones Unidas reportan que el cambio climático exacerba la desigualdad social global.[20]

 

2.7

Así hemos arribado en la modernidad a la civilización neotécnica, donde se abre camino una ideología orgánica que desplaza a la ideología mecánica al interior de la técnica. Se retorna a lo vital, ecológico y orgánico, que abre la posibilidad de un mundo más humano y natural.

 

2.8

Es decir, la propia razón funcional llega a un benéfico punto de intersección con la razón substancial, metafísica y esencial. Pero, entonces, qué es lo que estorba a esta síntesis moral, epistémica y ontológica. Estorban los propios resabios y tendencias perversas de la razón funcional propias de la fase paleotécnica. En este caso la lógica de la apropiación privada de la riqueza social del capitalismo es el principal obstáculo civilizatorio para afrontar de modo coherente e integral la crisis ambiental.

 

2.9

Es innecesario responsabilizar a la razón funcional del actual desastre climático. Razón funcional siempre habrá y es indispensable para el hombre como criatura cultural. Sencillamente somos una criatura que la requerimos porque lucimos insuficientes y en desventaja ante la naturaleza. Comprender este hecho óntico-ontológico resulta necesario para no incurrir en ingenuas posturas tecnofóbicas. Pero encuentra su dificultad en el mito culturalista que reduce lo humano y natural a ser un mero espejo social. En realidad, es la visión antiesencialista de lo real lo que vuelto agresivo y antiecológico a la razón funcional. Expurgado de esta se puede superar el puro formalismo moderno, que elimina dañinamente el orden ontológico y axiológico.  

 

 

 

 

 

C A P I T U L O   I I I

 

La solución integral: la Política

 

 

3.0

Ni el hombre es una plaga, ni la tecnología por sí misma es la solución. La crisis ambiental es de tal dimensión que exige una solución integral (social, política, económica, cultural y humana). No habrá defensa del medio ambiente mientras los políticos se sigan sometiendo a los dictados de las finanzas mundiales.

 

3.1

Ante esta verdad resulta inaudita la crítica conservadora que reprocha al Sumo Pontífice Francisco al haber señalado en su Carta encíclica Laudato Si a los responsables del desastre climático, esto es, la racionalidad instrumental del capitalismo reinante[21]. La doctrina social de la Iglesia es justamente la demostración de que la fe en Dios trascendente está íntimamente enlazada y comprometida con los problemas inmanentes. Por ende, esa teología de Dios desvinculada de los problemas concretos del hombre no comprende el sentido de la creación ni de la Encarnación de Cristo.

 

3.2

El enfoque conservador de la crisis ambiental busca limitarse a fomentar recomendaciones en la superficie sin calar más hondo en el problema de la crisis climática. Sobre todo, promueve evitar la alusión a los principales responsables del desastre ecológico, sin que ello signifique emprender costosas campañas negacionistas que reflejan la dimensión monstruosa de su afán de lucro y egoísmo amoral.

 

3.3

El cambio climático es el problema más grave que haya enfrentado la humanidad porque implica su solución un enfoque integral como nunca antes se ha tenido conciencia. Si para el 2050 no reparamos en el daño infligido a un planeta que respira y vive, es posible que hayamos puesto punto final a nuestro futuro.

 

3.4

Sin un enfoque integral el aire no volverá a ser puro, la naturaleza no recuperará terreno y las poblaciones empeorarán su calidad de vida, sentenciando el futuro para las generaciones venideras.

 

3.5

Las opciones para enfrentar la crisis y asumir un enfoque integral están presentes y para asumirlas no basta el compromiso internacional, sino que hace falta un giro político en Orden Mundial.

3.6

No se podrá llevar adelante un enfoque integral, y no meramente técnica o tributaria, del cambio climático sin un Nuevo Orden Mundial que ponga lo político sobre la economía.

 

3.7

Es el Viejo Orden Mundial Unipolar el que, coludido con los intereses económicos de las megacorporaciones privadas, impide la implementación de medidas efectivas y reales que salven al planeta de la catástrofe ecológica.

 

3.8

Sólo un Nuevo Orden Mundial, que recupere la soberanía de la política sobre la economía, puede implementar medidas efectivas para sobrevivir a la crisis climática, pues sin ello no habrá futuro por decidir.[22]

 

3.9

La civilización humana ha llegado a tal punto de incidencia de lo político que es posible afirmar que se trata del factor más importante para poder revertir la temperatura de la superficie de la Tierra. En otras palabras, es el principal factor que influye en el medio ambiente. De ahí que para revertir la crisis ecológica es imposible soslayarlo.

 

3.10

En vez de esperar las consecuencias políticas del cambio climático es urgente un giro profundo de la política misma.

 

C A P I T U L O   I V

El antiesencialismo civilizatorio

 

 

4.0

No obstante, dicha solución integral parece escapar de las posibilidades de la presente civilización sometida al consumismo y a las finanzas de las multinacionales. Cosa remarcada por el Sumo Pontífice Francisco en la Carta Encíclica Laudato Si. El capitalismo y su mezquina lógica de rentabilidad son una amenaza para la solución ambiental, porque el medio ambiente -incluido los humanos- no pueden someterse al cálculo financiero de costos y beneficios. Debe ponerse fin al sometimiento de la política a la economía con su perversa obsesión por el máximo beneficio.

 

4.1

La lógica de la rentabilidad presidió el capitalismo desde sus orígenes en el siglo XIII, XIV, XV y XVI, a través del préstamo interés y la predominancia de las transacciones comerciales a través del dinero. El dinero es una invención anterior a la hegemonía de la economía dineraria, y estuvo presente en las civilizaciones antiguas. Pero la predominancia de la economía dineraria es un fenómeno de la modernidad. Por ello, la revolución industrial no fue la fuente del moderno desarrollo económico, sino el resultado de una organización económica eficaz, con un marco institucional y una estructura de propiedad que canaliza los esfuerzos económicos individuales hacia actividades que aproximan la tasa privada hacia la tasa social de beneficios. El siglo XVII o del Barroco será de confrontación y derrota del proyecto moderno cristiano ante el proyecto moderno secularizado de la lógica del capital. Lo cual en el fondo significó el fracaso del capitalismo para ofrecer un modelo de desarrollo humano y cristiano.[23]

 

4.2

El imperio de la lógica de la rentabilidad responde a la entraña del dinero mismo. Es la negación de todo valor cualitativo y la decadencia del valor moral y humano. Esta negación del orden ontológico y del orden axiológico es consecuencia del antiesencialismo moderno. Por ello, la abolición del capitalismo se columbra como un imperativo, porque convierte los valores en mercancías (Simmel) y condena al hombre a una vida sin esencia (Marx). Es un sistema al que le es intrínseco el fetichismo de la mercancía. La razón autónoma es la expresión del fetichismo en lo filosófico, cuya fuente es el condicionamiento económico capitalista. Ahora se entiende que el comunismo no puede ser un Estado ni un ideal, sino el movimiento mismo de lo real en la historia. Schumpeter también lo advierte, pero prefiere hablar de socialismo por efecto del desarrollo predominante de la tecnología en las fuerzas productivas.

4.3

Lo interesante es advertir que el abandono de lo cualitativo en la hegemonía de la economía dineraria también está presente en el origen de la ciencia moderna, como avance decisivo del pensar funcional sobre el pensar substancial. Es un proceso que preside la tragedia de la cultura porque el valor se reduce a objeto, todo se diluye en cálculo y cuantificación, y las relaciones humanas se destruyen y despersonalizan. Prima la cultura de las cosas sobre la cultura subjetiva. Los estilos de vida se vuelven nihilistas, caóticos y plurales, se desata la tragedia y patología de la cultura. Es lo que Bauman llama modernidad líquida y lo que Byung-Chul Han denomina la sociedad de la transparencia.[24] Si el dinero representa un gran cambio civilizatorio es porque se desarrolla sobre la base de la metafísica de subjetividad y de la objetividad del hombre epistémico moderno.

 

4.4

Sólo que aquí hay que hacer una salvedad. Para Bauman la modernidad sólida terminó y la modernidad líquida es la que comienza con el capitalismo industrial. Y con ello refiere a que flota todo en la incertidumbre existencial. A mi parecer la modernidad líquida termina con el capitalismo neoliberal, y con el capitalismo digital comienza la modernidad gaseosa, donde la realidad se esfuma en el metaverso de la hiperrealidad de la web. Por su parte, la sociedad de la transparencia se corresponde bien con el capitalismo neoliberal, que creó la norma cultural de la transparencia, pero no con el capitalismo digital, donde predomina lo opaco de un comportamiento narcisista que sólo exhibe lo que conviene a la mirada pública. Por eso, el capitalismo digital instaura la norma cultural de las Fake news y la posverdad. “No hay hechos sino interpretaciones” reza el adagio relativista nietzscheano, y sobre esa piedra se edificó el nihilista discurso posmoderno, que en pocas palabras simboliza tres negaciones de sentido: del valor, lo divino, y del ser.

 

4.5

La posverdad como la privatización de la verdad lejos de ser un reconocimiento del individuo es una justificación para profundizar la destrucción del mundo real. Es censurable vivir en la burbuja privada de la verdad, porque te desconecta con el prójimo, lo otro natural y la Otredad absoluta que es Dios. Pensar que ya no se vive en la era del capitalismo, sino en la era medial de la posverdad, lejos de ser reconocimiento legítimo del yo individual -como cree Ferraris[25]- es vanidad y narcisismo. Para él la verdad no es epistemológica ni ontológica, sino tecnológica, la verdad es algo que se algo que se hace y no se descubre. Pero para Ferraris se trata de un “hacer” que no tiene que ver con la interpretación posmoderna, porque lo tecnológico lo concibe como nexo entre lo entre lo ontológico y lo epistemológico. Esa concepción pragmática de la verdad, que tiene que ver con la “voluntad de poder”, es el olvido de que la verdad ontológica reside en la realidad, la verdad epistemológica en el conocimiento, y lo tecnológico es el instrumento que media entre ambos, pero no “hace ni fabrica” la verdad.

4.6

De modo que, si la lógica de la rentabilidad ha triunfado y contribuido decididamente a la crisis ambiental, lo ha hecho sobre la base del nihilismo integral (ético, religioso, gnoseológico y metafísico).[26] El extravío del sentido del ser, de Dios y del valor, preside el extravío de la razón moderna. Su consecuencia más grave es la pérdida del sentido de la vida y del sentido de comunidad con la naturaleza. Hombre y naturaleza han sido reducidas a cosas, objetividades manipulables, con las cuales se puede instrumentalizar objetivos externos.

 

4.7

El antiesencialismo metafísico termina convirtiendo todo en medios para fines externos. Es el triunfo de la razón instrumental. Entonces, ello significa que la superación de la metafísica moderna transita por el rebasamiento del capitalismo mismo. Si el capitalismo es resultado de la visión inmanentista de la modernidad, todo ello desemboca en la conclusión que sin trascender la visión metafísica de la modernidad no es posible resolver la crisis climática que nos azota. La crisis climática tiene un presupuesto de base, a saber, la naturaleza es mera cosa disponible y explotable, nada espiritual ni sagrado. O sea, tiene como escenario del fondo el espíritu secularizado, inmanente, pragmático, materialista y desespiritualizado de la modernidad imperante.

 

 

 

C A P I T U L O   V

 

El ecocidio de la Naturaleza

 

5. 0

El desastre ecológico se hace evidente en la contaminación de mares, ríos y lagos, extinción masiva de especies animales y vegetales, emisión indetenible de gases de efecto invernadero, deforestación para la agricultura, liberación del gas metano, agotamiento de la fertilidad de las tierras agrícolas, la pérdida de las selvas y bosques, la contaminación por agrotóxicos, la destrucción de los pulmones del planeta, desaparición de manglares y barreras de coral, descongelamiento de glaciales y de los polos, aumento del nivel del mar, grandes tormentas, calor y sequías.

 

5.1

Donde con más claridad se deja apreciar la paradoja antrópica es cuando se ha señalado que tres factores calientan más el planeta, a saber, la contaminación electromagnética, la contaminación ambiental del agua, y las líneas eléctricas de superficie. Por la contaminación electromagnética la Tierra no gira a la velocidad debida y por eso se calienta más; por la contaminación ambiental del agua la parte contaminada del océano deja de generar oxígeno aumentando el dióxido de carbono; y por las líneas eléctricas de superficie el poderoso campo electromagnético forma un escudo de iones que no permite pasar el aire húmedo, reduce la lluvia y seca los ríos. La consecuencia es que los océanos se desbordan y se acerca el apocalipsis del metano. Pero todo ello provocaría una nueva Edad de Hielo.

 

5.2

Por otro lado, es bien conocido que la ciencia destaca que la actividad solar afecta el clima de la Tierra, y constantemente se prueban modelos matemáticos para probar las más fuertes predicciones de disminución de actividad solar. En el 2015 los científicos de la Universidad de Northumbria previeron una Pequeña Edad de Hielo, similar a la que congeló el planeta durante el siglo XVII y principios del XVIII, para el 2030 y 2040. Si las actuales teorías sobre el impacto de la actividad solar no se equivocan entonces tendremos una atmósfera terrestre más fría. No sabemos si la baja actividad solar hará que los icebergs lleguen hasta el Caribe, pero lo más seguro es que esa Pequeña Edad de Hielo pasará en una década sin impedir que Groenlandia sea más verde en el 2100 por el cambio climático de origen humano.

 

5.3

O sea, si los glaciales del mundo han caído por debajo de los mínimos de los 5 mil años anteriores, la llegada de una menor actividad solar no significa que los glaciales se recuperarán. Más bien continuará su disminución afectando la provisión de agua dulce en todo el planeta. La cultura del descarte y de consumo junto a la demanda de combustibles fósiles siguen acelerando el cambio climático a nivel mundial. Y todo ello es provocado por el hombre del capitalismo industrial.[27] Ya estamos inmersos en el apocalipsis ambiental, pero el cambio aún no es irreversible. El deus in terris o diosecillo terrestre aún no se convence del todo de su fragilidad extrema a pesar de que ya empezó a ser castigado con nuevas pandemias.

 

5.4

Pero todavía hay esperanza, lo cual abarca medidas concretas e inmediatas como: reducir el consumo de plástico, reducir la materia prima y reutilizarla, encaminarse hacia un modelo de producción ecológico y priorizar lo humano sobre la rentabilidad. Sin tomar conciencia de que el capitalismo se basa en la creación ilimitada de necesidades artificiales será predicar en el desierto para reaccionar ante la emergencia climática. El cambio de hábitos humanos y la conciencia del peligro actual de nuestro planeta pasa por el cedazo de que el capitalismo debe ser superado junto a su lógica del beneficio. Superar el afán sin límite del hombre moderno no es posible sin superar el capitalismo mismo. La emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, la destrucción masiva de masas forestales, la contaminación insostenible de aguas continentales y oceánicas, y demás medidas, no podrán concretarse si no se pone límites, control y modificación profunda -en vistas a su sustitución- a la estructura del capitalismo imperante.

 

5.5

Si se quiere saber qué está pasando realmente con la Tierra que está siendo diezmada por una Humanidad que se encamina hacia su autodestrucción, hay ubicar el dilema en el contexto real y concreto, el cual es la crisis terminal de un capitalismo decadente y desbocado, que está fuera de control y muestra un comportamiento irracional. Así, el miedo de los animales frente al ser humano no sólo es un distintivo del antropoceno, sino de la ferocidad que asume el comportamiento del hombre bajo un sistema depredador de los recursos. Nos hemos convertido en el Infierno de la flora y fauna natural, y del hombre mismo. No es casual que el negacionismo climático sea un esfuerzo coordinado por la multimillonaria industria de los combustibles fósiles. El cinismo moral asienta sus reales en el condumio financiero de la estructura capitalista que pervierte el sentido mismo de la vida. El turbio negacionismo se encuentra en problemas ante la ola de incendios, huracanes, sequías, inundaciones, tormentas y demás consecuencias climáticas, pero cuando lo peor esté por llegar, es decir, hambrunas, migraciones climáticas, aire irrespirable, plagas globales, colapso económico y guerras mundiales, la devastación será tan grande que no habrá margen de reacción.

 

5.6

Ya es muy tarde para salvar el mundo solamente dejando de comer carne. Aprender a comer de forma responsable es una medida elitista con tres cuartas partes del planeta que apenas tiene un ingreso de tres dólares diarios para alimentarse al día. La hora cero ha llegado y no bastan dietas y meros cuidados del ambiente natural, hay que ir hacia el cambio profundos de estructuras sociales y mentales para salvarnos. Miles de barcos fábrica vacían los océanos. El hombre capitalista rompe el ciclo de la vida natural. Estamos agotando los recursos escasos. Los grandes ríos se han convertido en hilos de agua. La escasez de agua es dramática, las capas subterráneas se están secando.

 

5.7

Desde Dubái hasta China se copia el modo de vida insustentable de los países altamente industrializados. Pero todo esto es un espejismo que no tardará en desplomarse. No hemos tomado conciencia que estamos agotando lo que la naturaleza nos ofrece. Rompiendo el equilibrio climático de la biodiversidad, mediante un desarrollismo insustentable el principio antrópico bajo el capitalismo, estamos cavando nuestra propia tumba. La deforestación masiva es un ejemplo de la destrucción de lo esencial para producir lo superfluo. Todo lo que tardó miles de años en formarse está desapareciendo. Estamos ingresando a un cataclismo del cual no sobreviviremos. ¿Por qué no reaccionamos a tiempo? Porque el desarrollo capitalista se basa en la concentración de la riqueza en pocas manos, y esta desigualdad implica la búsqueda de riqueza, beneficio y rentabilidad a todo costo, incluso bajo el precio del agotamiento de los recursos. Y esta búsqueda de rentabilidad es la expresión más elocuente de la mentalidad subjetivista, inmanentista, individualista y egotista del hombre moderno que se concibe libre, sin Dios y sin norma moral que lo controle.

 

5.8

En este contexto no es difícil predecir la catástrofe. Sabemos que la explotación desmesurada de los recursos nos pone en peligro, pero no nos detenemos. La avaricia, la sed de riqueza, de confort, la voluntad de poder, resulta siendo más fuerte que la razón. Vivimos en un mundo desquiciado porque hemos perdido el juicio, y hemos perdido el juicio porque la soberbia del hombre moderno ha demostrado que constituye su principal enemigo.

 

5.9

La autonomía de la razón ha degenerado en irracionalismo de las pasiones ciegas. Ni qué decir del corazón, porque el sistema capitalista es una estructura que en vez de incentivar el amor o la caridad retroalimenta el egoísmo, narcisismo e individualismo. Con la crisis de la razón autónoma quedó demostrado que ésta sin el corazón se desboca en monstruosidades que amenazan la misma existencia humana. El cambio climático lo expresa con toda nitidez como consecuencia de la explotación despiadada de los recursos del planeta. El sistema que regula nuestro clima está completamente perturbado porque la propia razón moderna está perturbada. La causa no es el mismo pensar abstracto y analítico, sino su perversión por divorciarlo de la intuición, la fe y la trascendencia.

 

5.10

El hombre y sus instituciones son un agente de cambio en los procesos naturales de la Tierra. El progreso debe continuar bajo un modelo de desarrollo sostenible. Pero los países occidentales desarrollados, principalmente, exhiben un modelo de desarrollo insostenible que acelera el violento cambio climático. Es cierto que las verdaderas causas de las variaciones del clima del planeta son aun un enigma, y que el clima de la Tierra cambia de modo constante sin intervención humana. Pero lo que no es cierto es que el actual calentamiento esté ocurriendo sin ayuda del hombre.

 

5.11

Por tanto, nuestra responsabilidad es ineludible e irremplazable, y la falta de reacción sólo agrava el problema ambiental. Somos los únicos responsables de la presente crisis ambiental, y nuestros hábitos y modos de pensar no cambiarán si no detenemos y cambiamos la estructura económico-social que los genera: el capitalismo. Lo cual será ya romper con el espíritu antiesencialista, antimetafísico y nihilista que lo preside. El ecocidio de la Naturaleza constituye el pecado capital del arrogante hombre de la modernidad tecnológica y desafía a asumir la humanización del desarrollo y de la individualidad.

 

5.12

Es justamente la acentuación del antiesencialismo de la modernidad tardía lo que acentúa la incertidumbre existencial mediante la disolución nihilista de los valores absolutos y permanentes. Sin el antiesencialismo moderno no es comprensible la galopante destrucción de la ecología natural, porque previamente se ha vaciado a la Naturaleza de toda esencia y sustancia a respetar. Se la ha reducido previamente a mero ente manipulable y subsumible a la racionalidad instrumental. Sin ese desencantamiento previo del mundo no podría haber salido adelante la expoliación desmedida de la Naturaleza hasta límites inimaginables.

 

5.13

El ecocidio de la Naturaleza tenía que ser la consecuencia natural de la radicalización de la paradoja antrópica en términos antiesencialistas. El espíritu inmanentista de la modernidad conlleva al tratamiento inmisericorde de la Naturaleza. El dominio y explotación ilimitada de los recursos naturales sin medir sus efectos es parte de la lógica del antropocentrismo despótico que sostiene una racionalidad técnica separada de la ética y de cualquier consideración moral. Es más, no es posible promover energías renovables meramente con una mentalidad científica que no proporciona un sentido de la vida. Es decir, pretender detener el ecocidio natural con un mero contexto inmanentista es una contradicción in situ, porque lo que se necesita es una reconciliación con lo sagrado.

 

 

C A P I T U L O   V I

 

El ecocidio de lo humano

 

 

6.0

Al desastre ambiental se suma el desastre humano con el crecimiento desordenado de las megalópolis, sin áreas verdes ni contacto con la naturaleza, repletos de contaminación visual y acústica, hábitos dañinos de consumo, desperdicio de un tercio de los alimentos que se producen, exiguo nivel de acceso a energías limpias y renovables, crecimiento de la pobreza y malnutrición, deterioro del nivel educativo, retroceso de la capacidad cognitiva por el abuso de tecnología digital, privatización del acceso al agua potable, imposición de la cultura del descarte, degradación social con el crecimiento del narcotráfico y consumo extensivo de drogas, exportación hacia los países en desarrollo de los residuos líquidos y sólidos tóxicos, la expansión de laboratorios secretos químicos y biológicos como armas militares.

 

6.1

En este sentido, la geopolítica no puede estar exenta de responsabilidades ambientales. Debería prohibirse la instalación extraterritorial de armas nucleares en otras regiones, países y continentes no nuclearizados. Y de las armas ya instaladas se debería exigir el retiro inmediato de las mismas de los países que han cedido bases militares al imperio del Norte. El retiro de más de 2 mil quinientas cabezas nucleares de los países europeos, sin armamento nuclear, significaría no sólo disminuir la tensión política y el peligro de confrontación militar, sino que podría hacer desaparecer el peligro de exterminio de nuclear de un continente entero. En cambio, mantener una Europa como rehén nuclear de los Estados Unidos de Norteamérica aumenta las posibilidades de una catástrofe inevitable en caso de conflicto entre las grandes potencias. Al mismo tiempo se debe impedir la política intervencionista de la potencia del norte, por ser la causante de que los países emergentes perciban que para defenderse deben hacerse de armamento nuclear, y con ello se proliferan las armas nucleares. Detrás de todo ello está la diseminación de la voluntad de poder de la modernidad inmanentista, como una enfermedad indetenible que es retroalimentada por la política hegemónica, belicista e intervencionista de la potencia del norte.

 

6.2

El hegemonismo intervencionista es parte del deterioro de las relaciones internacionales entre los Estados, pero también es un componente esencial de la crisis ambiental porque el ambiente también lo componen el tipo de relaciones que establecen los países entre sí. Y las relaciones basadas en la fuerza son parte del desastre ambiental humano. En la guerra de Ucrania la amenaza de ataque a la central nuclear de Zaporiya por las fuerzas de Zelenski, ejemplifica la amenaza de una gran y letal contaminación radioactiva latente. De las cuatro plantas nucleares de Ucrania la de Zaporiya es la que colinda con los territorios del Donbass, pero las amenazas de radicación tras el ataque serían colosales. Atacar una central nuclear no tiene precedentes en la historia y sería un criminal acto terrorista, comparable al ataque mortal con bomba a la hija del filósofo ruso Alexander Dugin por parte de las fuerzas de seguridad de Kiev. Pero lo más preocupante es que la amenaza de un ataque nuclear por parte de Rusia incrementa el riesgo de su suceso calamitoso ante la arremetida guerrerista y provocadora de Occidente. Esta conducta irresponsable de EEUU y sus aliados de jugar con fuego, también se extiende hacia el Océano Pacífico ante las provocaciones constantes a China por apoyar la independencia de Taiwán.

 

6.3

Los problemas de paz y el peligro de una nueva guerra mundial forman parte del deterioro de la ecología humana dentro de la crisis ambiental. Occidente se conduce como si hubiese ingresado a una etapa delirante e imprudente de su hegemonía mundial, cuando todo indica que su dominio global es cosa del pasado y está condenado a desaparecer. La verdad es que nadie esperaba que el fin de la hegemonía del mundo unipolar y el tránsito hacia la hegemonía del mundo multipolar fuera pacífica, pero al menos se guardaban esperanzas que subsistiera un mínimo de sensatez y sentido común para impedir un enfrentamiento nuclear entre las principales potencias. Rusia se contiene al máximo a pesar de las descaradas provocaciones, pues en Ucrania prácticamente es Occidente el que se enfrenta a Rusia e impide un diálogo de paz. Su constante suministro de armas, a pesar de la falta de ánimo de combate de las tropas ucranianas que se suple con mercenarios terroristas, prolonga el conflicto innecesariamente. Han transcurrido seis meses de guerra y si Occidente estuviera obstaculizando hace tres meses el conflicto hubiese acabado. Se puede pensar que la crisis económica, monetaria, energética y social que se cierne sobre Occidente puede propiciar el fin de sus absurdas sanciones, que más daño ocasiona a su propia economía que a la rusa, y puede aproximar el fin del conflicto. Pero se divisan a las oscuras fuerzas del viejo orden que apuestan de forma temeraria y suicida por todo lo contrario, buscan acentuar el conflicto y provocar una intervención directa de la OTAN desencadenando otra guerra mundial. Lo cual significaría el fin de la civilización conocida y señalaría que la humanidad tecnológica no pudo superar los peligros que engendró.

 

6.4

Las dos guerras mundiales del siglo veinte son un signo de la historia humana, sentenciaron a la razón burguesa del capitalismo imperante, señalando el ocaso de la civilización pragmática, materialista y utilitaria, que orgullosa se hizo del poder político desde la Revolución francesa bajo los lemas de Igualdad, Fraternidad y Libertad, pero transcurridos dos siglos y algunas décadas, luce desvaído, roído y desgastado. Para los teóricos de la Escuela de Frankfurt de la primera generación, Adorno y Horkheimer[28], la autodestrucción del Iluminismo estaba previsto en el propio pensamiento iluminista con su dialéctica positiva de la teoría del progreso. Al identificar la Razón con dominio acabó reificando por completo esa humanidad que en principio estaba destinada a ser “amo del mundo”. Prácticamente la crisis ambiental estaba inscrita en sus entrañas.

6.5

Para Adorno la subjetividad humana está siendo destruida por el capitalismo, acentúa el lado regresivo y no progresivo de la Razón. Aprovecha su ambivalencia para expandir la razón instrumental y calculadora, y una vez que deja al hombre sin Dios, se erige en su divinidad. Esa es su dialéctica, la cultura y la ideología se convierten en anestésicos. En cambio, la segunda Escuela de Frankfurt con Habermas, ya no funda la racionalidad en una teoría de la conciencia, sino en una teoría del lenguaje. El resultado es una razón comunicativa al servicio de la democracia demoliberal. Su enfoque reformista del ideal transnacional y cosmopolita fue arrasado por el capitalismo neoliberal que desmontó el capitalismo social de mercado de la economía de bienestar europea y fue incapaz de oponerse a la galopante crisis climática que alentó. Lo cual demostró que su secularismo e inmanentismo no era el camino para superar la crisis de la modernidad.

 

6.6

En realidad, la filosofía posmoderna ha sido la desmalignización del mal y la malignización del bien. Así, Lyotard y Vattimo, parapetados en un neonietzscheanismo nihilista y cabezas visibles de la filosofía relativista de la hermenéutica posmoderna, celebran la destrucción de la subjetividad y la desintegración del contenido ontológico. Prácticamente promovieron la alteridad pervertida y antinatural y la desmalignización del mal y la malignización del bien, con su cháchara bufonesca de “dejar ser a la diferencia”. Estos pensadores, incluido Foucault en su última etapa -donde concluye de forma anética y nihilista que cada persona puede desarrollar sus propios códigos de conducta, incluido el placer perverso[29]- reflejan el extravío moral al que arriba la modernidad postmetafísica, inmanentista y antiesencialista.

 

6.7

Es por ello que Giorgio Agamben puede advertir que el poder soberano se extiende impune sobre la vida en un contexto secularizado e inmanentista de la modernidad. el Homo sacer[30] representa la deshumanización y aniquilamiento de la individualidad en la modernidad. Es más, la modernidad es la que vacía de significado y significación a la vida misma del hombre, fortaleciendo el poder soberano que es dueña del poder sobre la vida y la muerte. Si Agamben no hubiera estado tan fuertemente influido por Foucault, Benjamín y Schmitt, y más por Marx o la primera Escuela de Frankfurt, habría puesto énfasis en que el aniquilamiento de la individualidad en la modernidad es resultado directamente del capitalismo, porque condena al hombre a una vida sin esencia. Su excesivo énfasis en la teoría del poder le hace perder de vista a Agamben la importancia de la estructura inhumana de la modernidad capitalista. Y es esta propia estructura perversa el factor central de la crisis ambiental del presente.

 

6.8

Lo más lamentable es que desde las mismas entrañas de la ideología dominante se supura la teoría deshumanizadora del transhumanismo, como utopía tecnológica para volver hablar del “superhombre”. El capitalismo neoliberal y el capitalismo digital proporcionan el motivo subjetivo, a saber, el individuo egoísta. Los nazis impusieron sistemáticamente un programa de eugenesia, eutanasia y aborto para las razas indeseadas. Ahora el neoliberalismo capitalista lo promociona como algo bueno y de libre opción.

 

6.9

Primo Levi[31], sobreviviente de Auschwitz, nos cuenta que sólo hace falta el líder carismático para que se nos imponga un programa de exterminio de la población del planeta con el pretexto de la sobrepoblación. Su libro es un testimonio sobre la condición humana. Sobre cómo son reducidos a la bestialidad y a la demencia las víctimas del campo de concentración, y cómo el hombre común es peor que un monstruo cuando se convierte en un burócrata obediente. Las víctimas antes de ir a la cámara de gas son previamente deshumanizadas. Una vez aplastado el régimen de terror del nazismo la gente volvió a la normalidad, abandonando su rigidez psicológica.

 

6.10

Los salvados fueron los peores, los más egoístas; los hundidos fueron los mejores, los que tuvieron valor. Los SS eran gente normal, pero bestializada por la deseducación nazi. La Solución Final puede volver a ocurrir si las circunstancias vuelven a confluir. Y parece que es así. Y para ello no sólo hay que recordar al régimen genocida de Pol Pot y Yeng Sari en Camboya, ni a los truculentos regímenes dictatoriales del Cono Sur latinoamericano, sino a algo más siniestro. Me refiero al divorcio de la ciencia respecto a la ética y su servidumbre a la política. El avance de la biotecnología hace posible el terrorismo biológico que hace imperceptible el régimen de terror.

 

6.11

No es casual que en las actuales sociedades posdemocráticas de Occidente la democracia se va fusionando con el totalitarismo fascista.[32] Se atribuye a la élite globalista planes conspirativos para alentar a programas de despoblación mundial, todo dentro de una trampa para el dominio global.[33] Las llamadas democracias liberales han girado cada vez más hacia democracias autoritarias, a sociedades posdemocráticas, a fenómenos intratotalitarios, donde la clásica distinción entre dos tipos de regímenes políticos característicos de nuestro tiempo no concuerda con esquemas simples.

 

6.12

El ecocidio de lo humano coincide con la disolución de la antítesis que opone frontalmente la democracia con el totalitarismo. La democracia ha dejado de ser una amenaza exterior a la democracia, para convertirse en una cizaña interior. El ejemplo más elocuente lo tenemos en el neoliberalismo global que impuso la llamada doctrina del Shock o políticas impopulares e indeseadas contra el pueblo. Aquel auge del capitalismo del desastre fue la reconfiguración fascista del mundo democrático capitalista.  

 

 

 

 

C A P I T U L O   V I I

 

La desigualdad social

 

 

7.0

Es irracional culpar de la degradación del ambiente natural y humano al crecimiento poblacional de los pobres y excluidos del planeta mientras los países ricos y la élite plutocrática se irrogan el derecho de consumir de modo desproporcionado y de un modo que es imposible generalizar. En la hora actual es monstruoso hablar de ética sin denunciar los poderes económicos que justifican el deterioro ambiental y que prosiguen sin pausa en la destrucción ecológica. Nuevamente se impone aquí la lógica de la renta beneficio antes que el ambiente.

 

7.1

Un pequeño ejemplo lo constituye una agricultura mecanizada dedicada la producción de cereales, soya y gránulos hiperconcentrados para alimentar a un ganado destinado al consumo de carne de las ciudades. O sea, se prioriza el negocio de la carne antes que una sana agricultura dedicada al consumo humano. El resultado es que la agricultura industrial desembocó en el reemplazo de la diversidad por la estandarización. No hay enfoque alimenticio ecológico, sino consumista.

7.2

No son los pobres de la Tierra quienes contaminan el medio ambiente, a pesar de que talan los bosques buscando una agricultura de subsistencia, sino que son los poderes económicos los que empujan a tal actividad concentrando la riqueza en pocas manos. En el 2015, 3 mil 600 millones de personas poseían una riqueza igual que 62 personas ricas.

 

7.3

Ni en la época del colonialismo la desigualdad social fue tan grande. Es un modelo insustentable para el planeta que el 99 por ciento de la población mundial posea menos riqueza que el 1 por ciento más pudiente de la gente del planeta. La desigualdad mundial es actualmente el principal factor socio-económico de la crisis ambiental. Y es inconcebible afrontar la crisis climática sin atacar el problema de la desigualdad social.

 

7.4

Se señala que las causas de la desigualdad son: la globalización, la irrupción tecnológica, los empleos y salarios, los sistemas fiscales, la evasión fiscal, la corrupción, la escasez de política antiigualitarias, la inequidad en el acceso a la educación, agua potable y bienes y servicios, se ha llegado a culpar hasta a la religión católica para ponerla en contraste con los países protestantes. Pero todo esto oculta un enfoque extraclasista, que sigue dejando al gato como despensero. Lo que en realidad impide la lucha contra la pobreza y la desigualdad social es la estructura social capitalista, que no tiene como prioridad al hombre sino al lucro.

 

7.5

De modo que lo que tenemos es una necropolítica[34] que oculta las verdaderas causas de la crisis ambiental, porque está imbricada íntimamente con la explotación capitalista del planeta. Pero de poco sirve señalar que la necropolítica se asienta en el servicio a grupos privados de poder cuando éstos no son vinculados con un sistema económico que les da consistencia y racionalidad. Matar a los pobres mediante el hambre, la exclusión social y la desigualdad porque no son rentables para el neoliberalismo, es valioso señalarlo, pero de poco sirve cuando no se le vincula para solución con política anticapitalista y socialista.

 

7.6

La necropolítica es un derivado de la cultura tanatocrática del capitalismo. Y lo es porque la estructura del capitalismo consiste en la destrucción de la esencia humana. En filosofía quien más expresamente manifestó lo tanatocrático fue el pensamiento fascista del existencialismo heideggeriano[35]: somos seres para la muerte. Y tuvo que ser una filósofa cristiana quien hubo de responderle, me refiero a Edith Stein[36]: somos seres para la vida eterna. Con la última pandemia del COVID se sospechó que fue un arma biológica creada para el exterminio mundial de la población más vulnerable -ancianos, y personas con enfermedades preexistentes-. El beneficio sería que la carga de pensiones de los países ricos se vería seriamente disminuida por el fallecimiento masivo de ancianos, además de muchos enfermos en el sistema de salud, todo lo cual es visto por el Estado liberal como una carga. El gerontocidio fue públicamente manifestado por el vicegobernador de Texas en 2020 para aliviar la carga económica de los Estados Unidos. Estas ideas necrofílicas se destilan del sistema perverso capitalista que prioriza la renta y el beneficio sobre el hombre. Demostración palmaria que el capitalismo es en su entraña un sistema deshumanizado y sin ética.

 

7.7

La necropolítica del capitalismo transforma al hombre en mercancía desechable. Pero esto no es un descubrimiento de la biopolítica de Foucault porque ya estaba contenido y desarrollado a profundidad por el marxismo. No se trata de reivindicar ningún comunismo burocrático y autoritario, sino de reconocer teóricamente que la idea de la reducción del hombre a mercancía está presente en la abolición marxista del capitalismo porque vacía al hombre de su propia esencia. Porque si no partimos del mundo real, y no meramente de premisas teóricas, entonces no seremos capaces de coger la raíz de la crisis ambiental.

 

7.8

Es natural que el énfasis nuestro en la esencia humana le resulte indigesto al marxismo ortodoxo por considerarlo como un tufillo idealista burgués, propio del humanismo ético, sentimental y utópico del Marx de los Manuscritos, pero no del Marx maduro. A lo cual se puede responder que los Manuscritos son la primera elaboración de la concepción comunista del mundo y su posible revaloración no significa privilegiarla sobre la etapa posterior. Por el contrario, lo que significa es que la rehumanización del hombre enajenado por el capitalismo no puede transitar por un socialismo burocrático que nace directamente del comunismo de Marx.

 

7.9

En otras palabras, si se vincula la necropolítica con la crítica socialista no es para repetir a Marx, sino para incidir en la necesidad histórica de construir un socialismo democrático. Es más, sin la construcción una utopía socialista democrática no será posible superar la crisis ambiental. Y sencillamente es así porque la misma requiere de la superación del capitalismo en unos términos socialistas nuevos, no autoritarios ni burocráticos, sino democráticos.

 

7.10

Es más, la esencia misma del socialismo exige de la democracia. Tarea menudamente complicada, puesto que se puede incurrir en un izquierdismo menos ideológico y centralizado, pero más pragmático y exitista. Dicho caso lo tenemos en el reformismo de la socialdemocracia europea, que demostró un relativo éxito por algunas décadas, pero demostró su incapacidad para resistir el embate ideológico y real del capitalismo neoliberal que la terminó liquidando.

 

7.11

Incluso su versión soviética con Mijaíl Gorbachov, terminó sucumbiendo por errores internos y la conspiración del imperialismo. Con ello tanto la heterodoxia socialista como la heterodoxia marxista fracasaron. No obstante, queda en pie la primera crítica neomarxista a la ortodoxia emprendida por Georg Lukács[37], a saber, el proletariado debe convertirse en sujeto de la historia. Es decir, no hay cambio integral del hombre si la revolución no es concebida como cambio cuantitativo (abundancia) y, a la vez, cualitativo (libertad).

 

7.12

Esto significa, que no habrá cambio real de la crisis ambiental mediante meras reformas que gestionen la crisis, cuando lo que se requiere es de una visión integral que no excluya el factor político como la verdadera llave de la comprensión integral del apocalipsis ambiental. La solución es revolucionario y no meramente reformista. En este sentido las recomendaciones de la ONU para solucionar el problema de la desigualdad social global son valiosas y verdaderas pero incompletas. Veamos cuáles son las recomendaciones para que se logren paulatinamente hasta el 2030:

 

  1. Mantener el aumento de las ganancias del 40% más pobre de la ciudadanía en un índice por encima de la media nacional.
  2. Impulsar la ayuda oficial al desarrollo para los países con más necesidades.
  3. Fomentar la inclusión social, política y económica de toda la población sin ningún tipo de discriminación.
  4. Asegurar la igualdad de oportunidades.
  5. Aprobar políticas (de protección social, salariales y fiscales) en pos de esa igualdad.
  6. Mejorar la regulación y supervisión de los organismos y mercados financieros, y reforzar la aplicación de esas leyes.
  7. Garantizar más representación y participación de las regiones en desarrollo en la toma de decisiones de los organismos financieros y económicos internacionales.
  8. Favorecer la migración y movilidad seguras de las personas.
  9. Emplear el fundamento del trato especial y diferenciado a las regiones en desarrollo, de acuerdo con los pactos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
  10. Acotar por debajo del 3% los costes de transacción de los envíos de las personas migrantes y acabar con los agentes de remesas de un valor superior al 5%.

 

7.13

¿Estas recomendaciones son valiosas? Lo son. ¿Son imprescindibles? También. ¿Son certeras? Lo son. ¿Son realistas? No, no lo son. No todo lo valioso, imprescindible y certero llega a ser realista. Y no lo son porque sencillamente mientras no se haga nada para sacar del poder a los poderes económicos que manejan la política global, las recomendaciones quedarán en letra muerta, sin efectividad alguna. Simplemente se seguirá contaminando el planeta por le rinde ingentes ganancias a la élite mundial. ¿Pero puede brotar la revolución en un mundo donde las masas se han vuelto hedonistas, nihilistas, relativistas e individualistas? No, no se puede. Por esto, la revolución no es un capricho de cabezas calenturientas.

7.14

Sin embargo, ¿puede contribuir a su cambio un Nuevo Orden Mundial? Sí, sí puede, y de modo decisivo. Un Nuevo Orden Mundial Multipolar de sesgo nacionalista y no imperialista puede contribuir a un cambio político decisivo del orden de cosas respecto al cambio climático. Esa es la piedra de toque que requiere urgentemente la solución de la crisis ambiental, a saber, la derrota de los poderes económicos hegemónicos que prosiguen con la destrucción planetaria en todo orden de cosas, de la naturaleza y del hombre. Además, un Nuevo Orden Mundial donde la política recupere su soberanía sobre la economía puede ser el punto de inflexión de la revitalización de la conciencia social de las masas sumidas en la indiferencia de la cultura posmoderna, amén de un serio combate de la desigualdad social. Pero si a ello no se une un cambio de la base energética y un nuevo estilo de vida no consumista, poco se alcanzará.

 

7.15

En otras palabras, es iluso pensar que la cooperación internacional contra la desigualdad puede dar fruto al margen de cambios políticos, vitales y tecnológicos profundos en el mundo. El Planeta ha llegado a tal punto de deterioro ambiental que el combate de la desigualdad social representa el paradero insoslayable de una verdadera revolución política que la enfrente. Y esto sólo es posible con un Nuevo Orden Mundial, pues el mantenimiento del mismo Orden Unipolar solo garantiza el sometimiento de la política a los poderes económicos de las multinacionales que sólo priorizan el lucro sobre la salvación de la Humanidad.

7.16

En la década de los setenta del siglo veinte los teóricos de la teología de la liberación vieron con toda lucidez que el capitalismo era una estructura socioeconómica que pervierte al hombre. De ahí enfatizaron, dentro del espíritu de Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, la opción preferencial por los pobres y que la Iglesia es el pueblo de Dios. Concluyeron que sin practicar la justicia social y amor real al prójimo no hay verdadero amor a Dios.

 

7.17

Es natural la ofensiva contra la teología de la liberación que emprendieron orquestadamente juntos el Papa Juan Pablo II y el neoliberalismo de Thatcher y Reagan. Se le acusó de marxistizar el cristianismo, se alertó contra la politización con excesivo interés temporal. Tuvieron que pasar décadas y venir un nuevo siglo para que su verdadero sentido fuera comprendido. En 2013 el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez fue recibido por el Papa Francisco en señal de espaldarazo y ratificando que la opción preferencial por los pobres es medular y está vigente en su pontificado.[38]

 

7.18

En realidad, la teología de la liberación cristianizó el marxismo, denunció la opresión del mundo pecaminoso, puso en primer lugar la caridad, rescató el profetismo bíblico, subrayó la propuesta emancipatoria del cristianismo y destacó que Dios es inseparable del amor al prójimo. La teología de la liberación volvió a conciliar lo temporal con lo eterno, y acabó con la separación absoluta entre el mundo y Dios. Todo un ejemplo de síntesis entre lo inmanente y lo trascendente.

 

7.19

No es posible solucionar la crisis ambiental soslayando el tema neurálgico de la desigualdad social. Exige un nuevo enfoque de justicia que sólo es dable en un marco de relaciones no capitalistas. Fuera de ese contexto se podrán recuperar los cuatro aspectos fundamentales que lucen extraviados en la actual civilización materialista y nihilista: el respeto a la naturaleza, el sentido de la vida, el sentido de lo divino y el sentido del ser.

 

7.20

El credo liberal clásico predica contra el combate de la desigualdad social que las políticas igualitaristas coactan la libertad individual, y que el Estado no debe financiar las políticas públicas de igualitaristas porque se trata de una idea romántica insostenible.[39] Esta propuesta ya fue respondida en su momento por John Rawls[40], el cual pensó la justicia en términos democráticos, sin renunciar a la igualdad y a la libertad. Su logro indiscutible en medio del neoliberalismo es que revitalizó el concepto de igualdad. Es posible que para que la teoría moral de Rawls sea menos jurídica y más política, debe ser complementada con una teoría del poder, capaz de neutralizar a los grupos económicos que existen al interior de la democracia.[41]

 

 

 

C A P I T U L O   V I I I

 

La Triple alianza

 

 

8.0

Hay que decir con toda claridad que son los países ricos, y no los países pobres, los responsables del deterioro ambiental y humano originado por un sistema que privilegia sobre el hombre a las finanzas y al consumismo. La civilización práctica poniendo todo al servicio de las finanzas, el consumismo y la rapidez nos ha llevado a una destrucción ambiental terrorífica. Lo cual tenía que suceder, porque la civilización pragmática se ahoga en ambiciones, pero carece de ideales.

 

8.1

La contaminación atmosférica tiene lugar en primer lugar por parte de los países ricos. China Estados Unidos e India, en ese orden, son las naciones que más contaminan por sus emisiones de dióxido de carbono. Es decir, los países más industrializados del mundo son los que exhiben un desarrollo insustentable en términos ecológicos. Le siguen Rusia, Japón, Irán, Alemania, Corea del Sur, Arabia Saudita y Canadá. Esos son los diez países más contaminadores. De los cuales tres son de los BRICS. Entonces, cabe interrogarse: si China y Rusia son países contaminantes ¿cómo pueden garantizar un Nuevo Orden Mundial más ecológico? Es un contrasentido, tal como están las cosas no son una fuerza real de cambio de la crisis ambiental.

 

8.2

Si ni el capitalismo neoliberal, ni el capitalismo nacionalista ruso y chino garantizan el combate efectivo a la contaminación ambiental, entonces eso significa que, a corto plazo, justo lo que se necesita, no hay esperanzas reales de revertir las dramáticas condiciones del planeta.

 

8.3

El caso de China es preocupante. Ya es la primera potencia económica del mundo y en vez de mostrar una decidida política ambiental ha destinado ingentes recursos a imitar el consumista estilo de vida occidental. China ya es parte del reducido grupo de países de ciencia y tecnología de avanzada, por lo que no se deben perder las esperanzas de un giro en su preocupación ambiental.

 

8.4

Alemania, por su parte, es el país europeo con mayores emisiones de CO2 por su gran dependencia del carbón. Pero si sumamos las toneladas de CO2 que se arrojan anualmente a la atmósfera entre todos los países del mundo industrializados del mundo junto a los países emergentes, tenemos una cifra pavorosa y desesperanzadora. Los países subdesarrollados casi han igualado en porcentaje de CO2 a los países desarrollados. No obstante, hay que reconocer que los países más limpios del mundo son Bangladesh, Chad, Pakistán y Tayikistán. Mientras que Islandia, Finlandia y Bahamas son los menos contaminadores. Suiza tiene el mejor aire del mundo demostrando que las políticas de protección climática y geográfica son efectivas. En Latinoamérica lo es Costa Rica. Mientras que Perú es el más contaminado de la subregión, Brasil e Indonesia son también contaminadores prominentes al tomarse en cuenta la deforestación masiva. La impactante cifra de árboles calcinados en incendios alcanza a dieciséis canchas de futbol por minuto. Ahora se comprende mejor la advertencia científica sobre el riesgo de extinción humana por una catástrofe climática.

 

8.5

La huella ecológica por país se refiere a la exigencia que ejercen los humanos al planeta para satisfacer sus necesidades. El resultado es que actualmente se necesitarían 1,7 planetas Tierra para satisfacer las necesidades de todas las personas. Algo sencillamente inconcebible. Simplemente estamos agotando los recursos.

 

8.5

Aumenta constantemente el déficit de biocapacidad que permite el territorio a los países. Lo que significa que la huella ecológica de la humanidad está cada vez peor.

 

8.6

La contaminación por CO2 acumulada en la atmósfera que hay en el mundo causa un calentamiento global de alrededor de 1°C desde la revolución industrial. Lo que hace imperioso implantar urgentemente la medida anual de la huella de carbono personal y empresarial, con recompensas tributarias. Hay que generalizar el uso de energía verde y de placas solares en todos los domicilios particulares y empresariales. Extender intensivamente los parques de energía eólica. Y todo esto en el más breve plazo.

 

8.7

No obstante, la verdad que es reconocida actualmente es que el 1 por ciento de la población más rica del planeta contamina el doble que la mitad más pobre. Los grupos poblacionales más pobres son los menos responsables de la crisis climática.

 

8.8

En otras palabras, el cambio económico está irremediablemente unido a la desigualdad económica, porque son los ricos los que impulsan las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero los más afectados no son ellos, sino los pobres de la Tierra.[42]

 

8.9

Si el cambio climático está unido a la desigualdad económica, entonces lo está también a una estructura socioeconómica que la sustenta, tal como es, el capitalismo. El consumo excesivo de los ricos exacerba la crisis.

 

8.10

Si no se unen tres factores: el cambio del estilo de vida, un Orden Mundial no capitalista, y una base energética ecológica, la humanidad tendrá asegurada su propia extinción. Sólo dándose esa Triple alianza se podrá superar la crisis ambiental.

 

 

C A P I T U L O   I X

 

La deuda ecológica

 

 

9.0

Existe una deuda ecológica de los países ricos con los países pobres. El origen de la degradación humana y ambiental es la inequidad planetaria impuesta por la modernidad capitalista con su racionalidad instrumental, calculadora, rentista, relativista, anética y nihilista. Los efectos más graves del deterioro ambiental recaen sobre los pobres de la Tierra.

 

9.1

La pérdida de la biodiversidad, la creciente contaminación por la extracción de petróleo, la contaminación de ríos y lagos por la actividad minera, la expoliación maderera a escala industrial, la contaminación de la atmósfera con CO2, la falta de inversión extranjera en países emergentes, el aumento de la migración por el desempleo y falta de promoción del desarrollo por los países ricos, entre los principales efectos, constituyen el pasivo ambiental de una deuda ecológica que debe ser canjeado por la deuda externa de los países pobres. Es la agricultura moderna de los países ricos, frente a la agricultura tradicional de los países pobres, los que tienen un alto gasto de combustibles fósiles y son responsables de la contaminación ambiental creciente.

 

9.3

Son los países ricos los que tienen una descomunal deuda ecológica con los países pobres. Y su atención debe ser parte del nuevo derecho internacional a constituirse de modo urgente. Si los países ricos contaminan el ambiente natural y humano de los países emergentes están en la obligación moral de resarcir el daño de modo permanente y sistemático. Son los países ricos los que llevan adelante una política de expoliación de los recursos naturales de los países pobres, y por ello son los directos implicados en la pobreza, miseria y sufrimientos que causan a millones de seres humanos en el planeta. Lo justo es imponerles el canje de la deuda externa de los países emergentes por la deuda ecológica que tienen los países desarrollados[43].

 

9.3

La sostenibilidad ecológica y la justicia ecológica está de lado de los países pobres, y lo contrario de lado de los países ricos. El ecologismo de los pobres exhibe una sociedad ecológicamente sostenible, que favorece la conservación de los recursos, dentro de una relación tradicional y sacral con la Naturaleza.

 

9.4

La deuda ecológica representa la deuda de la modernidad con el espíritu de la Humanidad tradicional. Demostrando su superioridad incuestionable en términos ecológicos.

 

 

C A P I T U L O   X

 

La cultura del descarte

 

 

10.0

La cultura del descarte solamente es la punta del iceberg de la crisis presente, que hunde sus raíces en la crisis de caridad de la racionalidad deshumanizada de Occidente. La modernidad occidental con su recalcitrante inmanentismo ateo y su sociedad postmetafísica, irrespetando la esencia de las cosas, privilegiando lo artificial sobre lo natural, ha llevado de forma incontenible al mundo al desastre.

 

10.1

La cultura del descarte tiene su base cultural y material en la supresión de la esencia por la modernidad antimetafísica y el capitalismo cosificador. No sólo el capitalismo sino el espíritu de la modernidad misma es la que condena al hombre a una vida sin esencia.

 

10.2

Al espíritu de la modernidad le es intrínseco no sólo el fetichismo de la mercancía sino del hombre mismo. La cultura del descarte no es un Estado, ni un ideal, sino el movimiento mismo de la realidad moderna que suprime las esencias y todo lo vuelve funcional. Al convertirse todo lo real en natural y prosaico se convierte en descartable y sustituible. El propio hombre deja de ser único e irremplazable. Por el contrario, es otra cosa más a sustituir en beneficio de la lógica de la rentabilidad imperante en el espíritu pragmático de la modernidad.

 

10.3

La cultura del descarte está íntimamente vinculado a la cultura de la muerte, el imperio de la Nada, a la tanatocracia a la necropolítica, y no sólo a la explotación capitalista. Una vez que la mentalidad antimetafísica vacía la realidad del mundo de las esencias, deja las compuertas abiertas para que todo lo real sea visto como meras relaciones y nada substancial. Y la mentalidad relacional sometiendo todos los entes al devenir y a lo procesual tiene el camino expedito para reconfigurar la realidad a sus anchas y sin limitaciones.

 

10.4

La cultura del descarte antes de brotar del capitalismo, surge del espíritu antimetafísico y antiesencialista de la modernidad misma. Por eso que su supresión supone no sólo la superación del capitalismo sino de la modernidad inmanentista, antiesencialista y secularizada.

 

10.5

La verdadera fuente de la cultura del descarte que ha presidido la destrucción medioambiental no es la voluntad de poder, ni el pensar funcional, ni la racionalidad científico-técnica, sino el giro moderno antiesencialista y antimetafísico que preside todas las manifestaciones culturales y materiales de la modernidad divorciadas del ser, del valor y de la ética.

 

 

 

C A P I T U L O   X I

 

El Nuevo Orden Multipolar

 

 

11.0

El Nuevo Orden Multipolar debe obligar a los países ricos a saldar la deuda ecológica. Pero vamos directo a la catástrofe civilizatoria por la gran velocidad de la degradación ambiental en medio de un sistema mundial insostenible. El enloquecido hombre prometeico de la modernidad está destruyendo la Creación de Dios. La presente civilización materialista y deshumanizada traiciona y defrauda las expectativas divinas puestas en el hombre.

 

11.1

¿Pero acaso el Nuevo Orden Mundial Multipolar está en condiciones de brindar soluciones a la crisis medioambiental? ¿No son países como China, Rusia e India grandes contaminadores del medio ambiente? ¿Acaso en el poco tiempo que nos queda pueden los países ricos del mundo unipolar dejar de contaminar el medio ambiente o lo harán más intensivamente para subsistir?

 

11.2

La coyuntura medioambiental es tan delicada que el giro geopolítico en el mundo puede emprender una cruzada salvadora de descontaminación global, ¿pero sus efectos podrán repercutir en la recuperación del medio ambiente? ¿Basta el giro geopolítico para solucionar la crisis climática? ¿No está la Humanidad sitiada por una crisis ecológica que excede sus fuerzas mentales y tecnológicas? ¿El Apocalipsis en el plan eterno de Dios se consumará por la catástrofe ecológica?

 

11.3

Por el poco tiempo que queda sería ingenuo pensar que el triunfo del nacionalismo geopolítico mundial puede poner fin drásticamente a ciudades llenas de coches y humos, plásticos flotando en el mar, el derretimiento de los polos, la extinción de plantas y animales, cerrar el agujero de la capa de ozono, plagar el planeta de energías renovables e impulsar economías sostenibles.

 

11.4

Para que el mundo multipolar tenga un impacto profundo en el problema ecológico tendrá que impulsar tres cosas fundamentales y decisivas, que pueden cambiar el estilo de vida: 1. Reconciliarnos con Dios y lo sagrado, 2. Respetar la esencia de las cosas, y 3. Realizar la actitud contemplativa.

 

11.5

Por lo primero se realiza un giro espiritual, por el segundo un cambio metafísico, y por el tercero una metamorfosis vital. Sólo así se podrá evitar el desastre ecológico que ocasiona el tremendo poder humano asistido por la técnica, la ciencia y la economía. No advertir estas cosas de fondo sólo significará administrar la crisis, pero no resolverla. Sólo implicando al hombre desde su espíritu se puede abrir un camino realista ante el inminente desastre ecológico.

 

C A P I T U L O   X I I

 

El giro metafísico

 

 

12.0

Sin un profundo cambio de las bases metafísicas de la civilización occidental -si no avanza hacia una nueva espiritualidad, una nueva relación entre lo inmanente y lo trascendente- la humanidad no podrá superar el atolladero en que se encuentra. Un nuevo orden mundial deberá portar un nuevo sentido metafísico del mundo o no habrá cambio significativo alguno.

 

12.1

Las civilizaciones del pasado han desaparecido por hambrunas, plagas, desastres naturales y guerras. Nuestra presente civilización está a punto de desaparecer por una razón tecnológica: no poder remplazar con celeridad el combustible fósil altamente contaminante. Ciertamente que la extinción civilizatoria es una posibilidad permanente, pero nunca como ahora se tuvo tantos medios para impedirlo y tantos obstáculos para no realizarlo. Pero también es cierto que la solución tecnológica resulta totalmente insuficiente cuando faltan valores y humanismo. Y precisamente la cultura posmoderna que azota es falta de valores, relativismo, anetismo, y disolvente nihilismo. Por tanto, hace falta una cultura de un humanismo con Dios que promueva la subsunción de la racionalidad técnico-científica a la ética.

La defensa de la Tierra es una causa por el bien común, que sobrepasa cualquier ideología, religión o postura filosófica. A lo cual sólo se opone el inmediatismo de la rentabilidad económica.

 

12.2

La crisis ecológica nos lleva hacia el pensamiento metafísico de que la materia está potencialmente llena de vida y conciencia, es una totalidad que contiene una fuerza psíquica que actualiza la vida del espíritu. Por eso la Naturaleza no es algo inerte, al contrario, nuestro Planeta es un ser vivo, que hay que respetar y cuidar, posee valor espiritual y es manifestación de lo divino. No es que el planeta ni la naturaleza sea algo divino y sustituya la trascendencia de Dios, sino que la inmanencia es manifestación de lo divino, y por ello la Creación merece cuidado. Esta idea -que no tiene nada de científica, y sí mucho de especulación teológico-filosófica- fue vista por las culturas ancestrales, pero también por Platón, Plotino, Leibniz, Hegel, Bergson, Teilhard de Chardin y Whitehead.

 

12.3

Es más, la dinámica espiritual de Naturaleza lleva a los seres humanos hacia una creciente unidad espiritual de la humanidad. Nos enseña que somos con ella una totalidad insoslayable, incluida la natural y la sobrenatural. Por eso nuestras relaciones con la naturaleza y con las demás criaturas vivas deben estar presididas por un espíritu de caridad y justicia. Lo que proporciona razones demás para sostener que la inmanencia debe reconciliarse con la trascendencia, como punto nodal de una metafísica que reconciliada con lo trascendente no menosprecie el mundo.

12.4

La humanidad es apenas algo menos que el 0.001 por ciento de la biomasa del planeta, pero su influjo sobre la vida del planeta se ha convertido en algo tan enorme que su acción puede repercutir sobre la supervivencia de las especies. De ahí que en las actuales circunstancias la vida del planeta converge hacia el hombre, no hacia el superhombre nietzscheano, como parte decisiva de la totalidad, que tiene la responsabilidad moral de salvar la creación divina.

 

12.5

La conciencia ecológica lleva hacia un sentimiento de reverencia hacia el mundo material preñado de vida y espíritu, pero que de ningún modo llega a sustituir al ser preexistente y trascendente, porque, de lo contrario, sería repetir el inmanentismo moderno a través de un panteísmo religioso.

 

12.6

La ecología lleva hacia una fe afirmadora de este mundo sin consagrarlo como exclusivo ni privilegiado, en la medida en que lo natural y lo sobrenatural conforman una totalidad jerarquizada.

 

12.7

El giro metafísico que sugiere lo ecológico se relaciona con el misterio ontológico que consiste en que no todo en la naturaleza es objetivable y verificable, sino que hay mucho de inverificable y que sólo se deja participar. La ecología nos hace patente que las esencias no son objetos iluminados sino presencias iluminantes y transobjetivas.

12.8

El giro metafísico con que la ecología desafía el paradigma positivista y sociologista imperante, contribuye a la superación del espíritu inmanentista y antimetafísico de la modernidad secularizada responsable de la crisis climática.

 

12.9

La filosofía de la ecología al dar cabida a la idea del planeta como un ser viviente, asocia el misterio ontológico no sólo al ámbito de la persona sino también al de lo natural. Lo natural lejos de ser una entidad enteramente causal, funcional y vacío de espíritu, contiene el misterio del ser. La Naturaleza no sólo porta problemas -objetivables- sino también misterios -inobjetivables-.

 

12.10

La filosofía de la ecología restaura la unidad metafísica originaria que hay entre lo natural y el espíritu humano, rota en fragmentos por el pensamiento analítico y científico. Devuelve el sentimiento-experiencia originaria que hay en la relación sui generis entre el hombre y la naturaleza. Hace posible recuperar la unidad perdida con la naturaleza a un nivel superior. Por comunión espiritual -mediante el pago, la ofrenda- el hombre trasciende el nivel de la evidencia empírica con la naturaleza. Pero es un acto misterioso que nos hace acceder en un nivel determinado de participación del Ser. Se trata de una comunión ontológica que rompe el plano físico para ingresar en el plano metafísico de la presencia. Pero el plano metafísico de la presencia natural es un creer en un Tú relativo y más elemental que el Tú personal humano, pero no por ello menos imbricado al Tú absoluto de Dios.

12.11

El hombre puede abrirse a la naturaleza mediante las relaciones intersubjetivas del respeto y el cuidado, tal como lo hace ante la presencia divina con el culto y la plegaria. No obstante, la relación personal con la naturaleza no llega a compararse ni a igualar la relación personal con Dios. Por más que el acto trascendente no se restrinja a las otras personas y a Dios, sino que abarque a la naturaleza, sin embargo, resulta contraproducente para la vida del espíritu proponer que la relación con la naturaleza puede igualar a la relación con Dios.

 

12.12

La crisis medioambiental presente lleva hacia un giro metafísico que permite discernir las dimensiones supraempíricas de la experiencia. Abre la puerta de entrada hacia la revitalización del mundo de la metafísica y la superación del inmanentismo materialista y naturalístico de la prometeica modernidad que ha llevado hacia una despersonalización creciente en nuestra civilización.

 

12.13

No obstante, la apertura metafísica que puede permitir el pensamiento filosófico ecológico no constituye ninguna panacea y no nos puede hacer olvidar, en términos teológicos, los efectos de la Caída, la realidad del mal, del sufrimiento, lo ambiguo, frágil y precario de la condición humana.

 

12.14

Un Planeta vivo al que hay que respetar lleva hacia la preeminencia de lo espiritual sobre lo material que se da en el corazón mismo de la materia y no sólo sobre lo concreto de la existencia humana. El espíritu es lo superior en la propia marcha de la materia. A esto se la ha venido a llamar el Diseño inteligente, que no actúa sólo desde fuera sino también desde dentro de la propia materia. Se trataría de un espiritualismo integral más adecuado en la medida en que considera a la naturaleza y a la humanidad como el devenir conciencia en su propio nivel.

 

12.15

La ontología de una ecología espiritualista recupera el Absoluto como sostén de todas las criaturas existentes. Pero todo el conjunto de los seres finitos no iguala a la sola noción de ser del Absoluto, porque su propia noción entraña la idea de un Infinito inconmensurable. La diferente naturaleza entre la multiplicidad de los seres, finitos y temporales, con el ser inmaterial y eterno, afirma la unidad en la diversidad que participa de Dios. Pero de todos los seres es el hombre el que sabe que participa de la encarnación. Ciertamente que sólo la fe puede conducirlo hacia Dios, pero se trata de una fe unida a la caridad, donde ésta última ha de manifestarse también con la naturaleza en su camino hacia el Ser.

 

12.16

Por tres ideas clave -la Vida, el Equilibrio y la Totalidad- la Ecología no sólo está relacionada a la ciencia y a la técnica, sino también a la filosofía y a la religión. Por ello, es una forma de sabiduría profana y sagrada. Y en ese sentido una recuperación del enlace efectivo de lo inmanente con lo trascendente. Es un lugar de comunión del saber humano, donde el problema y el misterio, a la vez, son patentes.

 

 

 

                        

E P I L O G O

 

La Casa Común

 

 

E.0

La Carta Encíclica Laudato Si o Alabado seas es una importante, oportuna y valiente Carta Encíclica del Sumo Pontífice Francisco, publicada en 2015. Es un llamado a proteger nuestra Casa Común -la Tierra- a través de un desarrollo sostenible e integral, un llamado contra el antropocentrismo despótico, una alerta sobre la racionalidad técnica, una advertencia sobre la tiranía de la economía sobre la política y un llamado a cuidar la creación de Dios.

 

E.1

Ha recibido el rechazo y las críticas desde posturas conservadoras y reaccionarias, manifestando su desacuerdo porque a su parecer el documento en vez de limitarse ser una exhortación apostólica, señala culpables políticos, económicos y burocráticos de la destrucción ambiental[44]. A los sectores conservadores no les ha gustado su descripción de lo que está pasando en nuestra Casa como responsabilidad suya. Les incomoda que se subraye que hay esperanza en el hombre, pero no en el sistema insostenible que los poderes económicos representan. Siente odio al señalarse que esta civilización materialista es responsable de la velocidad de la degradación ambiental, la traición y defraudación de las expectativas divinas puestas en el hombre.  

 

E.2

Y en realidad el texto denuncia la racionalidad instrumental, la cultura del descarte, la lógica de la renta y beneficio, de la modernidad antropocéntrica sin Dios. ¿Pero acaso se pretende con esta crítica ultraconservadora y representante de los poderes económicos del mundo, que Roma guardase silencio de los responsables del cambio climático? Absurdo. Estos sienten la misma incomodidad que provocó en EEUU, Reino Unido y los países de la OTAN, la condena del Papa Francisco del asesinato terrorista de la hija del filósofo ruso Dugin. Y el propio embajador ucraniano en el Vaticano tuvo el descaro y desatino de manifestarse inconforme con las declaraciones del Papa. El Sumo Pontífice ratificó que no será el capellán de Occidente.

 

E.3

El intento ultraconservador de amordazar la voz del Sumo Pontífice busca en el fondo justificar y encubrir la exacción del planeta por las multinacionales imperiales. No comprenden que la Biblia no da lugar a un antropocentrismo despótico. Hay que respetar el misterio y la creación de Dios. Hay que guardar armonía, justicia y fraternidad con el mundo. Jesús enseña el amor con el Otro y el prójimo.

E.4

Esas críticas ocultan y guardan silencio de los muchos aciertos de la Carta Pastoral y arman su pequeño escándalo inventando una absurda acusación ultraconservadora. Y pensar que por ello niegan su calidad de Carta Pastoral y de documento religioso. Otro punto que incomoda en el documento es que señala la raíz humana de la crisis ecológica y especifica que se trata de la racionalidad técnica separada de la ética. Siendo tajante al señalar que el antropocentrismo moderno generó relativismo, corrompe la cultura, impone el paradigma tecnocrático que olvida al hombre.

 

E.5

A todas luces estas posiciones de las críticas retardatarias y retrógradas no han comprendido el significado de la Encarnación de Cristo ni de la Creación de Dios. Esta Carta encíclica se agrega al Magisterio Social de la Iglesia. Además, reconoce el aporte de otras iglesias y se recoge el legado de San Francisco de Asís. Además, señala que es necesaria una ecología integral, que tome en cuenta la ecología cultural (respeto de la cultura local), la ecología cotidiana (urbanismo humano y respeto de las diferencias sexuales), junto a la invocación a la solidaridad intergeneracional. En una palabra, es una crítica mordaz al consumismo y al desarrollo irresponsable del antropocentrismo despótico y sin ética actual.

 

E.6

Se trata de las impopulares pataletas de un catolicismo fundamentalista, trasnochado y desfasado de la historia, propio del excomulgado Marcel Lefevre, de aquellos que rechazan Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín. Ni qué decir de su rechazo de la teología de la liberación. Se trata de una postura reaccionaria, ultraconservadora y decimonónica. Las imposturas conservadoras no han parado mientes en acusar al Papa de “comunista”.  Cuando de lo que se trata es de poner término al sometimiento de la política a la economía. La rentabilidad económica no puede ser criterio a primar, sino el criterio humanista. Además, se exige el cumplimiento de los tratados ambientales, promover las energías renovables, sacar adelante un humanismo con Dios y reconocer que la ciencia no proporciona un sentido de la vida.

 

E.7

En esta distorsión conceptual conservadora -muy propia de los relativistas hermeneutas posmodernos- se rememora triste y lamentablemente al fascista Zelensky, que desquiciadamente llamó "terroristas" a Amnistía Internacional por señalar que su régimen no protegía a los civiles ucranianos, los masacró y utilizó como escudos humanos. Esto demuestra que es imperioso un cambio de estilo del estilo vida, una educación ecológica que forme nuevos hábitos, una ética que forme una ética para ciudadanos ecológicos. Porque, en última instancia, de lo que se trata es de crecer con sobriedad y sostenibilidad. Pues Dios nos convoca en misterio trinitario a defender y cuidar la Creación.

 

E.8

En realidad, son distorsiones conceptuales que nacen de un corazón herido de egoísmo y que la inteligencia solamente se encarga de justificar. Luce la misma distorsión de aquellos grandes responsables de la contaminación ambiental, que a sabiendas del daño que infieren buscan justificaciones para tranquilizar su conciencia mientras que su sed de avaricia engorda sus alforjas. Pero es tan grave la crisis ambiental que nos azota que no hay salvación sin un giro desde el existencialismo individualista actual hasta el giro metafísico del posible mañana.

 

E.9

Si hay algo que falta en la Encíclica papal es aquello que no le corresponde hacer, a saber, señalar lo que hemos intentado hacer aquí: la necesidad de cambio de las bases metafísicas de la civilización. Pero esto no es terreno de la teología sino de la filosofía. Pero lo sí se señala en la Carta encíclica y que se debe enfatizar de modo especial es la importancia de guardar cuatro equilibrios básicos: el equilibrio interno (con uno mismo), el equilibrio solidario (con el Otro), el equilibrio natural (con la Naturaleza) y el equilibrio espiritual (con Dios).

 

E.10

El documento pontificio Laudato Si´ señala un hito fundamental en la preocupación de la Iglesia por la gravedad de la crisis ecológica. No nos deja opción para no reparar en que sólo un mundo en degradación moral es incapaz de detenerse ante la degradación ambiental. La nueva sensibilidad que introduce al identificar el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres, lleva a tomar conciencia sobre la necesidad de avanzar fuera de los marcos sociopolíticos del capitalismo decadente y enfermo para superar verdaderamente el desafío de la contaminación ambiental. Ciertamente, la degradación ambiental viene a ser en el fondo la degradación moral del hombre contemporáneo, especialmente de los ricos, de los países desarrollados y de sus gigantescas megacorporaciones. Lo cual incrementa y exacerba la propaganda anticatólica de la anética élite mundial. Las cuales no ha podido tolerar que en el documento se denuncie la debilidad de sus reacciones para conservar nuestra casa Común.

 

E.11

La globalización del paradigma tecnológico borra el misterio del universo y niega la luz que ofrece la fe. De ahí que resulte ser totalmente insuficiente reparar en cuestiones sólo de orden ecológico-ambiental y obviar el llamado al enfoque integral, donde lo político, filosófico, teológico y espiritual es insoslayable.

 

E. 12

A los intentos de desmerecer el mensaje pontificio por no tomar en cuenta el tema de los anticonceptivos y el control del crecimiento poblacional, bien vale recordar que el crecimiento demográfico no es el problema, sino la falta de un desarrollo integral, solidario y humano. El impacto humano sobre el medio ambiente deviene en destructivo no tanto por crear una biomasa insostenible, sino por generalizar un estilo de vida antiecológico y consumista, propio del capitalismo insostenible. La paradoja antrópica no se exacerba por dar lugar al antropoceno, sino por desarrollarse sobre una estructura social basada en necesidades artificiales y contaminantes.

 

 

 

 

ANEXO

 

 

CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

 

San Francisco de Asís

(1181-1182/1226)

 

 

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad...



[1] En cosmología se habla de principio antrópico, término acuñado por el astrónomo Brandon Carter en 1974, como aquel que establece que cualquier teoría válida sobre el universo tiene que ser consistente con la existencia del ser humano. La controversia que suscita el principio antrópico gira en torno al sesgo cognitivo que parece contener, según el astrónomo John Barrow. Aquí hablamos de la paradoja y no del principio antrópico para subrayar que siendo nosotros seres ligados a la Naturaleza hemos llegado a un punto en que estamos modificando su comportamiento amenazando a la vida misma.

[2] Cf. Delta Willis, La banda de homínidos (2013); Andrew Scott, Planeta en llamas (2020).

[3] Cf. Valentí Rull, ¿Qué sabemos de? El Antropoceno (2018); Manuel Arias Maldonado, Antropoceno: la política en la era humana (2018); Carles Soriano Clemente, Antropoceno: reproducción de capital y comunismo (2021); David Wallace Wells, El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento (2020); Juan Martínez Moro, Elogio del antropoceno (2019).

[4] Cf. Héctor T. Arita, Crónicas de la extinción. La vida y la muerte de las especies animales (2017); Flavia Boffroni, Extinción. La supervivencia de los humanos en juego (2020); Fernando Jiménez López, La sexta extinción. La mayor amenaza de la Tierra es la humanidad (2008).

[5] Cf. Antonio Monclova Bohórquez, La extinción del neandertal y los humanos modernos (2020)

[6] Cf. Pierre Clastres, La sociedad contra el Estado (1974).

[7] Cf. Lewis Mumford, El mito de la máquina (1967).

[8] Nos referimos a la gráfica elaborada por el Global Footprint Network de la Universidad de California bajo la dirección de Mathis Wachernagel, sobre cálculos en 93 países entre 1975 y 2003.

[9] Cf. Mis obras Miseria del capitalismo digital y la tecnoutopía (2021), Ideas ante el capitalismo digital (2022). También resulta valioso consultar a Nicholas Carr, ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Superficiales (2016); James Bridle, La nueva edad oscura. La tecnología y el fin del futuro (2020).

[10] Ver mi obra Razón substancial y razón funcional. Desafío espiritual de la civilización neotécnica (2016).

[11] Incido en este punto en mis obras La modernidad envejecida (2022); Nihilismo y revolución (2021), Apocalipsis de la razón burguesa (2022).

[12] Cf. Eduardo Viveiros de Castro, Metafísicas caníbales, Líneas de antropología postestructural, Katz editores, 2010.

[13] La tesis de Kant sobre el ser, según se formula en su obra capital, la Crítica de la razón pura (1781), dice: “Ser no es evidentemente un predicado real, es decir un concepto de algo que pueda añadirse al concepto de una cosa. Es sencillamente la posición de una cosa o de ciertas determinaciones en sí” (A 598, B 626). En mi obra Kant y el ocaso de la modernidad (2020) incido en la idea de que el mundo no tiene que acomodarse al marco trascendental de la subjetividad. Por lo demás, subjetividad cognoscente sólo construye la idealidad de la realidad del mundo, más no su materialidad y esencia real.

[14] Cf. Richard Rorty, Una ética para laicos (2008). Allí afirma su ateísmo irónico sosteniendo que es bueno de una vez abandonar a Dios y dejar paso al amor, pero no era necesario hacerlo en nombre de Cristo. El ideal de una sociedad guiada por el “ama a tu prójimo como a ti mismo” es un ideal imposible. En cambio, es posible el ideal de una sociedad que cultive el suficiente respeto con el prójimo. Su ateísmo irónico carece de oído para las disputas religiosas y para los que sienten nostalgia por las creencias. Lo prioritario es la democracia y dar sentido a la vida privada.

[15] Cf. Ernst Jünger, Sobre la línea, 1950.

[16] Cf. Lewis Mumford, Técnica y civilización (1934)

[17] Cf. Platón, La República, libro VII.

[18] Cf. Martín Heidegger, Caminos de Bosque, Alianza editorial, 2004.

[19] De 1937 a 1940 Heidegger trabaja intensamente en Nietzsche, saliendo su obra sobre Nietzsche en 1961. Allí declara que la voluntad de poder es la esencia de la técnica. El último Heidegger es el intento desesperado por librarse de Nietzsche.

[20] Cf. Informe ONU sobre la desigualdad global 2022.

[21] La naturaleza depredadora, colonialista y destructiva del capitalismo queda confirmada en la obra de Naomi Klein, La doctrina del Shock (2007) y de Naomi Wolf, El fin de América (2007).

[22] Cf. Christiana Figueres, El futuro por decidir. Cómo sobrevivir a la crisis climática, Debate, 2021.

[23] Cf. Omar H. Bagnoli-Fernando D. Rodríguez, La revolución industrial. Ideas y debates 1960-1990, Editorial Biblos, 1993; Eric Hobsbawm, En torno a los orígenes de la revolución industrial, Siglo Veintiuno editores, 1978); Douglass North-Robert Paul Thomas, El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica, 900-1700, Siglo veintiuno editores, 1980.

[24] Cf. Zygmunt Bauman, La modernidad líquida, FCE, 2000; Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, Herder, 2013.

[25] Cf. Maurizio Ferraris, Posverdad y otros enigmas, Alianza, 2019.

[26] Cf. Sobre el nihilismo integral mi libro El imperio posmoderno del hombre anético (2004).

[27] La crisis climática es tan grave que está movilizando la conciencia en todos los estratos sociales. Hombres de ciencia, periodistas, politólogos, filósofos y demás escritores están dedicando a despertar conciencia de la seriedad de la situación. A continuación, una pequeña muestra de los mismos. Cf. Geoff Man, Leviatán climático, Biblioteca Nueva, 2018; Andri Snaer Magnason, Sobre el tiempo y el agua, Editorial Salamandra, 2021; Lawrence M. Krauss, El cambio climático. La ciencia ante el calentamiento global, Pasado y Presente, 2021; Elizabeth Kolbert, Bajo un cielo blanco. Cómo los humanos estamos creando la naturaleza del futuro, editorial Crítica, 2021; Naomi Klein, En llamas. Un nuevo argumento a favor del Green New Deal, Paidós Ibérica, 2021; Isidoro Tapia Ramírez, Un planeta diferente, un nuevo mundo. Cómo el calentamiento global está cambiando nuestra vida cotidiana, Deusto, 2021; Jordi Serrallonga, Dioses con pies de barro, editorial Crítica, 2020; Andreas Malm, El murciélago y el capital: coronavirus, cambio climático y guerra social, Errata Naturae, 2020; Isabel Jiménez, ¿Y tú qué harías para salvar el planeta?, Aguilar, 2020; Hope Jarhen, El afán sin límite, Paidós Ibérica, 2020; Elizabeth Kolbert, La sexta extinción, Crítica, 2019; Al Gore, Una verdad incómoda, Gedisa, 2009; James Lovelock, La venganza de la Tierra, Planeta, 2020; Jens Soentgen, Ecología del miedo, Herder, 2019; Nathaniel Rich, Perdiendo la Tierra: la década en que podríamos haber detenido el cambio climático, Capitán Swing, 2020; David Wallace Wells, El Planeta inhóspito. La vida después del calentamiento, Debate, 2019; Cheryl Simon Silver-Ruth DeFries, Una sola Tierra, un solo futuro, Ediciones Uniandes, 1993; Jonathan Safran Foer, Podemos salvar el mundo antes de cenar, 2019; Francisco Pinto, Cambio climático y desigualdad ¿Qué es? ¿A quiénes perjudica? ¿Cómo detenerlo?, Ediciones el Buen Aire, 2013.

[28] Cf M. Horkheimer-T. W. Adorno, Dialéctica del iluminismo, Sur, 1969.

[29] Cf. M. Foucault, Historia de la sexualidad (tres tomos), Siglo Veintiuno, 1991.

[30] Cf. Giorgio Agamben, Homo sacer, Pre-Textos, 2006.

[31] Cf. Primo Levi, Trilogía de Auschwitz, Ariel, 2015.

[32] Cf. Simona Forti, El totalitarismo. Trayectoria de una idea límite, Herder, 2008.

[33] Cf. Milco Baute, Agenda de despoblación: los planes macabros de reducción de la población mundial, Baute Production, 2020.

[34] Cf. Achille Mbembe, Necropolítica. Sobre el gobierno privado indirecto, Editorial Melusina, 2011; Clara Valverde Gefaell, De la necropolítica neoliberal a la empatía radical: violencia discreta, cuerpos excluidos y repolitización, Icaria editorial, 2015; E. Balibar, A. Bilbao., B. Ogilvie, Estudios sobre necropolítica, editorial Lom, 2019.

[35] Cf. M. Heidegger, Ser y tiempo, FCE, 1993.

[36] Cf. Edith Stein, Ser finito y ser eterno, FCE, 2013.

[37] Cf. Georg Lukács, Historia y conciencia de clase, Sarpe, dos tomos, 1985.

[38] Cf. Gustavo Gutiérrez, Gerard Ludwig, Del lado de los pobres, teología de la liberación, Editorial San Pablo, 2013.

[39] Cf. Axel Kaiser, La tiranía de la igualdad. Por qué el igualitarismo es inmoral y socava el progreso de nuestra sociedad, Deusto, 2017.

[40] Cf. John Rawls, Teoría de la Justicia (1971).

[41] Cf. Mi obra Igualdad sin lágrimas. Justicia como copertenencia, Iipcial, 2021.

[42] Estas son las conclusiones de Oxfam junto con el Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo en el 2020.

[43] Cf. Joan Martínez Alier-Arcadi Oliveres, ¿Quién debe a quién?, editorial Icaria, 2005; Joan Martínez Alier De la economía ecológica al ecologismo popular, Icaria, 1994; El ecologismo de los pobres, Icaria, 2011.

[44] Triste ejemplo de ello es el libro Pensar desde el mal de Víctor Samuel Rivera, cuyo capítulo segundo está dedicado a denostar la Encíclica Laudato Si´ por considerarla hostil a la espiritualidad. Menos mal tuve la oportunidad de rebatirlo en el video-debate sobre la “Filosofía y crisis ambiental” organizado en agosto 2022 por Ysaí Quiroz en su plataforma Fundación DCluz en Facebook.


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