Con una mirada crítica y humanista, el autor plantea que la calidad educativa no se impone: se construye desde el diálogo entre culturas, la participación comunitaria y el compromiso docente. Tecnología, interculturalidad, liderazgo pedagógico y evaluación transformadora se entrelazan en esta hoja de ruta hacia una educación con rostro humano.
Una obra imprescindible para quienes creen que la educación puede —y debe— cambiar el mundo desde lo local.
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