martes, 10 de septiembre de 2024

TEOLOGÍA Y SENSATEZ de Sheed (Comentario)

 

Este no es un libro para teólogos, sino para todo hombre que aspire a vivir con cordura en la realidad. Y si quisiéramos expresar con breves palabras lo esencial de su contenido podríamos decir lo siguiente: ser sensato es conocer la realidad, pero sólo se conoce cabalmente lo real cuando no se excluye la teología o revelación de Dios. De ahí proviene el título Teología y Sensatez. Lo cual alude a la insensatez implantada desde la Modernidad de pretender conocer lo real excluyendo lo teológico.
Para conocer a Dios hay que partir del reconocimiento de la diferencia entre lo finito y lo infinito. Pero no sólo el hombre busca a Dios a través de la razón natural y la filosofía (Dios como único, infinito, bueno, espiritual y perfecto), sino que también Dios busca al hombre a través de la revelación (Dios uno y trino, racional, amoroso, paternal e infinito). O sea, el hombre necesita de la revelación para conocer a Dios.
Dios por amor creó el universo de la nada. La Trinidad es una y distinta a su creación. La Creación comprende: ángeles puros, hombre de materia y espíritu, y seres vivos con alma material. Es el cristianismo que el rompe con la hegemonía el nihilo ex nihilo -nada viene de la nada- de la filosofía griega, carente de la idea de un dios omnipotente, propia el monoteísmo.
Frente al mundo posmoderno actual que sostiene que todo es puro constructo social, el libro nos recuerda que hay dos leyes: natural y moral. Los seres espirituales están destinados a la beatífica visión de Dios tras una previa prueba. Adán, el primer hombre, falló y entró el pecado original, perdimos nuestra inmortalidad e incorruptibilidad, caímos.
Pero vino Cristo como hombre perfecto y nos redimió, nos reconcilió con Dios y destronó a Satanás, el cual reinaba a sus anchas en las religiones antiguas. Pero el hombre, aunque reciba la salvación puede perderla. La Gracia divina no sustituye la naturaleza humana, aunque ayude a perfeccionarla. Hay Cielo, Purgatorio e Infierno. Sobre ello tenemos las visiones de los santos. El Fin del mundo tiene señales (apostasía general, anticristo, conversión de los judíos). Pero el Anticristo será derrotado, descenderá la Nueva Jerusalem y surgirá la nueva creación.
Todo esto para el soberbio racionalismo moderno es pura mojigatería de abuelas con sus mitos decimonónicos desfasados. Pero sólo comprendiendo las verdades sobrenaturales de la fe y el ámbito sobrenatural de la realidad es posible el salto de la razón hacia la revelación, con su principio vital en la Eucaristía.

Sólo el reconocimiento de las verdades suprarracionales hace crecer a la razón. La insensatez de la modernidad es haber recortado la realidad limitándola a lo inmanente y terrenal, y excluyendo lo trascendente, sobrenatural y suprarracional. Lo sensato es aspirar a la santidad, que no es el fin del pecado sino el correcto uno se nuestras energías para conocer y cooperar con Dios. Sólo con Dios el hombre logra la plenitud.

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