MARIÁTEGUI EUROCÉNTRICO
Por
Gustavo Flores Quelopana
Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía
Este libro El eurocentrismo
de Mariátegui. Calco y copia, está reservado a encender el debate
mariateguista para exorcizar cierta idolatría confusionista que impide el real conocimiento
de su legado intelectual. Así, de manera provocadora y desafiante el autor
presenta la conclusión de que el Amauta fue un eurocéntrico que no comprendió la
cultura andina ni al indio debido a su perspectiva europeísta. Para probarlo
recorre toda la obra de Mariátegui con impertérrita serenidad, meticuloso
metodismo y escrupulosa objetividad. El autor hace gala de una intención
límpida, una prosa esclarecida, un razonamiento escrupuloso y una pluma
transparente, destinada a sacudir el ambiente áulico y mortecino del
mariateguismo.
No hallamos en nuestro ensayista Hugo Chacón la más mínima
animadversión hacia Mariátegui. Pero la obra logra desmitificarlo con una idea
no menos gravosa dado que propina un recio golpe de puño que pulveriza al
llamado “socialismo indoamericano” [1], que ha ocupado por buen
tiempo a las mentes dogmáticas dedicadas a pensar el legado teórico del Amauta
como clero legañoso e hipnótico. Para éstos la postura de Chacón resultará la
reedición de las acusaciones que Haya profirió en 1928 a Mariátegui tildándolo
de “lisiado, enfermo y europeísta”. Les parecerá que estamos en el fondo ante
una nueva versión del adocenado nacionalismo pequeñoburgués oportunista, que ya
en 1927 Mariátegui había denunciado en Haya. Aunque en 1924, cuando trabajaban
por un Frente común, el Amauta había advertido su maloliente léxico liberaloide
y escalofriante seudo-revolucionarismo.
Efectivamente, en aquella fecha Haya se proclama no comunista y el
Amauta denuncia su socialismo domesticado y reformismo mediocre[2]. Sin embargo Chacón en una obra anterior intitulada “Nación
Andina” se cuida de tomar distancia tanto del comunismo[3] como del aprismo, más no del nacionalismo. Se arroga un
nacionalismo andino que extraiga de la cultura andina sus propias virtudes
ancestrales. Recordemos que, si en su momento Mariátegui descubre el
instinto comunista en el indio comunero, Hernando de Soto manifiesta, en otro
momento histórico, el instinto de comerciante del indio migrante urbanizado y
constituido como informal, el cual se incorpora creativamente a la economía de
mercado, demostrando que en vez de apoyarse en la eficacia redistributiva del
Estado toma en sus propias manos la eficacia productiva como microempresario. De modo que nuestro autor no es la reedición del nacionalismo
aprista ni de cualquier otro tipo de nacionalismo europeísta. Veamos
sucintamente sus ideas. Chacón es un convencido que el modo de vida occidental
es insustentable, de ahí que proponga el rescate del ethos andino y cuestione
el carácter universal de la cultura occidental. Chacón discrepa con el corpus y
el método revolucionario marxista. Con Spengler comparte la convicción que Occidente
no es la cultura universal, pero se diferencia al afirmar que el inicio de un
nuevo ciclo cultural tendrá presente a la cultura andina. Sobre el indio Chacón
le reprocha al Amauta su idea de que éste tenga que abandonar sus tradiciones y
adaptarse a la civilización occidental como otros tantos pueblos del Oriente. La
apertura del Amauta es de índole eurocéntrico. Asimila a Freud, Sorel,
Labriola, Nietzsche, etc. Por eso para Chacón no hay ninguna racionalidad
alternativa en Mariátegui[4]. Sobre el indigenismo y el mestizaje destaca que Mariátegui es un
defensor de un mestizaje que no ha generado nación y ubica al indio, amazónico,
negro y chino en un plano inferior al que ocupa el criollo. Esto nos lleva al
tema del racismo. Sin ambages señala que Mariátegui era racista. Reprocha al
indio su primitivismo, superstición e inferioridad cultural[5]. Finalmente su catónico análisis de lo andino en el Amauta
culmina en su examen de la cuestión del indio y el socialismo, que le confiere
la condición de “problema”. Su solución de la cuestión agraria transita por la
aculturación y alienación de la cultura india bajo una dirección política
criolla socialista[6]. Por ello, estamos ante una obra cuestionadora, polémica y
decisiva que nace del dolor y la esperanza por lo andino. Me explico, Chacón
escribe siempre “desde” lo andino.
De formación es ingeniero pero de vocación es ser un pulido
novelista y un cuidadoso pensador. Su estro nos remonta al siglo dieciocho,
antes de que el Estado moderno institucionalizara la filosofía y convirtiera al
filósofo en un sucedáneo universitario burgués y laico del convento. Lejos de
ser un filósofo profesional asalariado por el Estado, él es un filósofo por
vocación, que piensa y escribe porque su alma se debate en el afán por salvar
lo andino en medio del hundimiento de la civilización occidental. Lo
interesante, sin embargo, es que en esta obra su talento de ensayista se
conjuga con el de tratadista, porque si al decir de Ortega el ensayo es “la
ciencia menos la prueba explícita”, aquí en cambio –donde disecciona a
Mariátegui- procede por las pruebas explícitas, es decir, el genus dicendi
sistemático. Su salida natural hacia el universo de la filosofía y del
pensamiento ha sido, lo vuelvo a destacar, su identidad por lo andino. Y sólo
de esa fuente ha brotado su colisión con la figura señera y reverenciada de
Mariátegui. Y esta preocupación de salvación de lo andino lo conduce a sus
ideas e intuiciones filosóficas personales. Por lo pronto sus reflexiones lo
muestran como un filósofo de la cultura, pero no nos sorprendería verlo
abandonar el lenguaje culturalista y literario para verlo asumir otro
ontológico-antropológico. Por lo pronto no es afecto a las ridículas y
aparatosas jergas filosóficas. Pera nada predice que lo siga siendo. En todo
caso su desencuentro con el Amauta ha sido ocasional y es parte de un recorrido
intelectual mayor que está en gestación.
En suma, este breve libro no es un parloteo mariateguista más.
Sino, más bien, un ejemplo de buena filosofía que se llega siempre desde problemas
no filosóficos. Recordemos que la filosofía es la disciplina más desenfrenada y
extravagante que existe. Carece de límites, de tema exclusivo y de estilo
único. Por eso es la desesperación de los ensayófobos y de los tratadofílicos.
Por eso la decencia radical del filósofo es reconocer su nadería con pudor y
humildad raigal. Lo cual no es fácil. Son muchos los filósofos que se han
torturado, sufrido pesadillas, amargura y desilusión por no saber llevar sobre
sí su destino. Elevemos las preces para que ese espíritu juguetón de la
filosofía no abandone nunca al verdadero pensador.
[1] Ricardo
Melgar Bao en su libro Mariátegui,
Indoamérica y la crisis de Occidente (1995) sostiene que el socialismo
indoamericano es la alternativa de un nuevo curso civilizatorio, donde se
fusiona el comunismo indígena con la ciencia y el pensamiento occidental. Para
Chacón en el Amauta no hay tal socialismo indoamericano porque no entendió el
alma de la cultura andina y pensar tal cosa para atribuírsela a Mariátegui
resulta poco menos que desconcertante sin someter a análisis crítico su propio
pensamiento.
[2] Al
respecto se puede consultar de modo muy provechoso la obra de Ricardo Luna
Vegas Mariátegui, Haya de la Torre y la
verdad histórica (1983).
[4] No han faltado intelectuales, como el imaginativo Aníbal
Quijano, que ven en Mariátegui la propuesta de una nueva racionalidad propia y
alternativa a la racionalidad eurocéntrica (El Marxismo en JCM: una
propuesta de racionalidad alternativa, en: El Marxismo de JCM, Universidad de
Lima, Ed. Amauta, pp. 39-47, 1995, Lima). Últimamente ha aparecido el libro
Conflictos de interpretación en torno al
marxismo de Mariátegui (2018) de Segundo Montoya Huamaní, el cual piensa
que Quijano redescubre en el Amauta la crítica al eurocentrismo. Pero en
realidad no hay tal cosa, Mariátegui fue siempre un eurocéntrico.
[5] Recientemente
Rubén Quiroz ha publicado La razón
racial. Clemente Palma y el racismo a fines del siglo XIX (2015). En su
reflexión final propone analizar extensivamente la colonialidad del discurso
neorracista contemporáneo. Pues bien, Hugo Chacón lo realiza en esta obra con
Mariátegui.
[6] César
Germaná en su obra El “socialismo
indoamericano” de Mariátegui (1995) sostiene que con el desplome del
marxismo congelado se actualiza el socialismo indoamericano del Amauta, la cual
integra la tradición cultural andina con la marxista occidental en el marco de
un nuevo sentido de la vida (moral de productores, valores espirituales,
racionalidad de solidaridad y democracia directa). Lo curioso es que su
propuesta no transita por una crítica de lo andino en el pensamiento del Amauta
como lo realiza Chacón.
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