Si en su temprana obra de 1966, "Las palabras y las cosas", las categorías predominantes son la "episteme" y la "discontinuidad", en su tardío libro "Historia de la sexualidad" (1976) las categorías predominantes serán las nociones de "dispositivo" y de "práctica" sin ninguna referencia estructuralista. Por lo demás, su desviada conducta pedófila y homosexual se acentuó.
En su obra se interroga: ¿Cómo se explica y concilia la idea de sexo reprimido con la proliferación de discursos sobre el sexo desde fines del siglo XVI? Responde constatando que hay tres discursos estratégicos sobre el saber y el poder del sexo: 1. la histerización del cuerpo femenino, 2. la pedagogización del sexo del niño, y 3. la psiquiatrización del sexo perverso.
Presenta un análisis secularista, inmanente, psicológico y sociológico del sexo en la antigüedad, los dos primeros siglos cristianos y la proliferación sexual desde fines del siglo XVI.
La obsesión de Foucault por el sexo se relaciona con su homosexualidad y pedofilia. Así, el 25 de junio de 1984 muere de septicemia a causa del sida.
Estos escritos sobre el sexo fueron los últimos. Se cuenta que viajaba a Argelia para tener sexo con menores en un cementerio local. Era un transgresor sexual. Esa fue la preocupación del último Foucault. No sabemos si deseaba curarse, aunque más parece que buscaba justificarse. Con ello se relaciona la frase sobre la muerte del humanismo y el nacimiento de la biopolítica. Su ontología histórica es una forma desesperada de encontrar su propia salvación en un contexto inmanentista.
En suma, su conclusión es anética, individualista y nihilista, a saber, cada persona puede desarrollar sus propios códigos de conducta. Se convierte así en un abanderado de la ideología de género del movimiento LGTB. Con ello refleja el extravío y decadencia moral de la postmetafísica sociedad capitalista en su fase imperialista.
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