viernes, 7 de junio de 2024

LUIS E. VALCÁRCEL

 

Sin abandonar el primitivo indigenismo del 27, expresado en Tempestad en los Andes, Valcárcel lo enriquece reconociendo la necesidad del mestizaje y de la asimilación de la ciencia y técnica occidental. El Valcárcel moderno abandona su racismo y antioccidentalismo.

En el capítulo sobre Religión dice que los indios fueron monoteístas, teniendo como deidad suprema y creadora a Wiracocha. Todos los demás dioses eran objeto de veneración, pero no de adoración. 

Su versión sobre la religión prehispánica no se condice ni con las crónicas ni con la historia de las religiones y ni con la propia investigación histórica. Más bien parece intentar una respuesta al cristianismo que termina por desfigurar la religión ancestral andina.

Lo que había, más bien, era un politeísmo que culminaba en un henoteísmo (deidad principal). Además, su deidad suprema no era creadora sino ordenadora. De ahí que su filosofía religiosa se asentaba en metafísica dualista sin deidad omnipotente. 

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