MILITARISMOS EN EL PERÚ
Cuando le preguntaron al poeta Martín Adán sobre el golpe militar del General Odría al presidente Bustamante y Rivero, lapidario sentenció con la frase: "Hemos vuelto a la normalidad".
En el Perú se ha tenido hasta hoy siete militarismos. Es decir, en 203 años de vida republicana han sido 109 años de militarismo, 1 año de golpe civil constitucional y 93 años de democracia. Estas cifras resultan de la sumatoria del golpe de Vizcarra y el dado a Vizcarra. No obstante, ya se trata de un golpe civil constitucional y no estrictamente militar. En todo caso los golpes civiles constitucionales han sido mínimos frente a los golpes militares.
Es decir, más de la mitad de la vida republicana el Perú la ha vivido bajo golpes militares.
Antes de indagar sobre las causas de esta anómala vida republicana vayamos a la enumeración del militarismo peruano.
Al respecto fue el ilustre historiador Basadre el que se encarga de presentar tres militarismos:
PRIMER MILITARISMO: Militarismo de la Victoria (1827-1873)
SEGUNDO MILITARISMO: Militarismo de la derrota (1883-1885)
TERCER MILITARISMO: Militarismo oligárquico (1930-1968)
Hasta aquí llega la lista que nos presenta Basadre. Nos compete a nosotros completarla:
CUARTO MILITARISMO: Militarismo nacionalista anti-oligárquico (1968-1975/Septenato del General Velasco Alvarado)
QUINTO MILITARISMO: Militarismo antirreformista (1975-1980/General Morales Bermúdez)
SEXTO MILITARISMO: Militarismo neoliberal (1990-2000/Gobierno cívico-militar de Fujimori-Hermoza-Montesinos)
SÉPTIMO MILITARISMO: militarismo institucional (2022-hasta hoy/Boluarte-Alto Mando).
Por lo visto, la lista de Basadre ha sido superada numérica y estilísticamente. Desde el sexto militarismo se añade el matiz civil (un presidente civil asume el mando) y el séptimo emplea una modalidad congresal (asume otro civil mediante defenestración congresal y apoyado por la FFAA).
No todo golpe de Estado en el Perú ha sido sangriento, también los hubo incruentos, el más importante fue el de Velasco. Un golpe blando y pasivo fue el que se empleó contra Castillo. La tipología golpista global nos brinda cuatro modalidades: patronal, militar, congresal y cívico-militar. Los golpes miliares de hoy no son sangrientos sino constitucionales.
¿Somos un país militarista? Las cifras hablan por sí solas.
Ahora bien, cuáles han sido las causas de la continua oscilación entre la recesión democrática y el golpismo. Sin embargo, la continuada destrucción de la democracia en el Perú no ha postergado la permanente búsqueda de la vida democrática.
En el Perú se puede enumerar cinco causas principales: intolerancia política, falta de contención normativa, racismo, clasismo y la presión internacional del imperio mundial de turno.
No obstante, es significativo señalar que desde que existe el CAEM por la fundación de Odría en 1950 el militarismo peruano tendió a tomar en cuenta más los intereses nacionales que extranjeros. Tenemos los casos de Pérez Godoy-Lindley (1962-1963) que implemento una reforma agraria limitada a la Convención que despotenció las revueltas campesinas de la época, y la profunda reforma agraria de Velasco (1968-1975). El viro hacia la derecha ya se muestra en el documento castrense de 1986 que se muestra decidido por las reformas neoliberales, cosa que aplicaría con Fujimori.
En otras palabras, la presión internacional de los golpes militares en el Perú no respondió sólo a intereses del imperio norteamericano, sino a la coyuntura política internacional de turno y a las necesidades internas del país.
Esto lleva a pensar que, dado el giro geopolítico mundial desde el orden unipolar hacia el orden multipolar, el cambio de eje geopolítico desde el Atlántico hacia el Pacífico, y el acercamiento que se tiene hacia China y Corea del Sur, el militarismo peruano será proclive a apoyar las tendencias políticas nacionalistas y soberanistas, con un manejo político que concilie lo social con lo económico.
O sea, será el venidero militarismo peruano uno que acentuará su sesgo nacionalista y soberanista, favorable a una economía mixta, pero con una clara dirección política hacia lo social-popular. Ese será el eje de las reformas de las relaciones entre la sociedad civil y el poder militar.
En otras palabras, el Perú tiene militarismo para buen tiempo, ya sea para evitar la degradación democrática o imponer rectificaciones vía cívico-congresal-militar.
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