QUÉ
SUCEDE CON LA NARRATIVA GRÁFICA
Y
LAS HISTORIETAS EN EL PERÚ
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
El humor no es un don del
espíritu, sino del corazón
Ludwig Börne
Por qué el Perú
teniendo buenos historietistas y narradores gráficos de calidad no fue capaz de
crear una revista que se internacionalizara al nivel de Condorito, Billiken o Manpato.
Y me pregunto si es legítima una versión cómic del manuscrito Dioses y hombres de
Huarochirí alterando el sentido histórico de dicho documento.
Esta intrigante
inquietud me surgió al asistir en la Casa de la Literatura Peruana al “Encuentro
de Narradores Gráficos”, realizado del 12 al 14 de noviembre, con el objetivo
de difundir la historia y creación de la historieta entre el público. En las
mesas redondas estuvieron los narradores gráficos Javier Prado, Águeda Noriega,
Juan Ataucuri, David Galliquio, Blac Poncho y Miguel Det, los investigadores Christian
Reynoso, Víctor Casallo y Raschid
Rabí. Allí también se presentó la versión cómic del manuscrito Dioses y hombres de
Huarochirí, un proyecto de la Casa de la Literatura Peruana y del grupo de investigación Los
Zorros, ilustrado por el historietista Miguel
Det.
Historietistas de
talento no nos han faltado para lograr un proyecto de la envergadura de las
citadas revistas chilenas y argentina. Incluso muchos connacionales trabajan
para compañías transnacionales, como Marvel
por ejemplo. Tampoco se trata de un problema editorial. Más bien hay que
advertir un hecho categórico, y es que las internacionalizadas revistas Condorito, Manpato y Billiken proceden de países donde se efectuó una reforma educativa
profunda y formó una clase media ilustrada, capaz de sostener la actividad de
una industria editorial dedicada a la historieta y al cómic.
Otro defecto de
nuestros historietistas es que siendo productos de una sociedad desintegrada, profundamente
clasista y dividida, no fue capaz de crear un personaje integrador de los
diversos sectores sociales y reculó excesivamente en los problemas sociales,
raciales y políticos, que más que unir desunen. En otras palabras, la narrativa
de los cómics peruanos no tuvo éxito ni dentro ni fuera del país porque
reflejaban una sociedad profundamente dividida y desintegrada, con el sentido
de humor corrompido por la burla, la ironía y el doble sentido.
Entonces, ¿Es posible
crear un personaje capaz de internacionalizar el cómic peruano? Creo que sí, y
la vía regia para ello es el humor, pero no el humor negro sino el blanco. O
sea, el que es capaz de llegar a todo el
mundo sin regionalismos excesivos ni localismos airados. Pero bien dice el adagio: El que no tiene amor en el corazón no puede dar amor. Y nosotros parafraseamos: el que es infeliz no puede dar felicidad. En el fondo el problema del humor en el Perú concierne al corazón de los peruanos. Se trata de un corazón que no se libra de frustraciones, rencores y fracasos. Un humor sano requiere de un corazón sano. Y este problema sigue siendo una debilidad de la peruanidad. Por eso nuestro problema urgente sigue siendo la espiritualidad, hay que sanar las heridas de nuestro espíritu.
Un segundo punto que me
dejó perplejo fue el cómic del manuscrito Dioses
y hombres de Huarochirí. Su calidad de dibujo está fuera de
cuestión, lo preocupante es la interpretación. Efectivamente, prima una
interpretación descontextualizada de los hechos y del documento, que condena la
evangelización y preconiza un retorno al paganismo. Se confunde las campañas
violentas de extirpación de idolatrías con el espíritu del cristianismo y al
final el cómic en vez de brindar alguna orientación cultural al descreído hombre
de la modernidad, lo que hace es desorientarlo más en el ámbito espiritual.
Esta forma de trabajar
en cómic un documento histórico cultural es tremendamente desafortunada y hay
que desenmascararla, porque distorsiona la verdad histórica y entorpece el
derrotero creador de la narrativa historietista en el Perú. Nuestro eximio
historietista Det esta vez fue víctima de un equipo de hermeneutas –Los Zorros-
que no salen de sus propias contradicciones espirituales y resentimientos
religiosos, cuando no políticos. No obstante, el pueblo requiere en cómics ilustración
fidedigna y no distorsión interesada de su propia historia. Por piedad esa
senda hay que evitarla.
Lima, Salamanca
15 de noviembre 2015
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