martes, 24 de septiembre de 2024

EL DESAFÍO DEL TRANSHUMANISMO

 

EL DESAFÍO DEL TRANSHUMANISMO

Gustavo Flores Quelopana

Expresidente de la Sociedad Peruana de Filosofía

 


¿Qué piensa de la tecnología?

Que es un gran beneficio, pero dentro de proyectos inadecuados es también un gran peligro.

 

¿A qué se refiere?

Por ejemplo, la tecnología en manos del relativista occidente liberal es la principal amenaza para la supervivencia humana.

 

¿En qué proyecto está pensando específicamente?

Pienso en el transhumanismo. El transhumanismo es la ideología cientificista y tecnolátrica de los multibillonarios del mundo liberal que desean convertirse en dioses. Esa plutocracia son los enemigos de la verdad. Son monstruos que creyendo conquistar el mundo se han perdido a sí mismos. Ahí tenemos a Elon Musk con Neuralink, Zuckerberg entusiasmado con la sustitución del hombre por el ciborg, Jeff Bezos, Larry Page y Bill Gates con su obsesión para lograr la inmortalidad. Están jugando a ser dioses.

 

¿Se olvida de Harari?

No, no me olvido de Harari. Pero él conforma el grupo de los gurús intelectuales del transhumanismo. Miklos Lukacs, en su libro “Neo entes” señala bastante bien como fuentes del transhumanismo al dualismo cartesiano, la perfectibilidad de Condorcet, el utilitarismo de Mill, el cosmismo ruso (Fedorov), la ideología comunista y su ideología de “construcción de dios” (Gorky, Trotsky), la ciencia ficción, el futurismo (Chardin, Vernadsky, Haldane, Bernal, Asimov, Sagan, Toffler), la eugenesia (Bernal y Huxley), la militarización del espacio (Vannevar Bush), las universidades (California, Florida, Nueva York, Arizona, etc.), las nuevas tecnologías (nanotecnología, edición genética, Inteligencia Artificial) y el transhumanismo (Max More, Nick Bostrom, David Pearce, Raymond Kurzweil). A ello hay que sumarle el secularismo liberal y el giro antimetafísico de la modernidad.

 

¿Una amplia alianza?

Así es, una alianza de amplio espectro y de raíces profundas en la historia moderna. Congrega a filósofos, políticos, científicos, academia, literatura, cine y empresa.

¿Pero acaso no es bueno preparar a la humanidad para la era de las máquinas?

Sería mejor preparar a las máquinas para la era del hombre con Dios y no del hombre sin Dios. Pero como están las cosas ni siquiera vamos en este último sentido, sino que lejos de soñar con el homo deus de Harari lo que abre la puerta es al dominio totalitario del Ciber Deus.

 

Ese es uno de los títulos de sus últimos libros, el “Ciber deus”. Pero ¿No cree que la universidad contribuye positivamente a la era de las máquinas?

No, no lo creo. La universidad se muestra en el occidente liberal e incluso en otros orbes civilizacionales -hindú, chino, ruso, islámico- totalmente dominada por el paradigma positivista. Actualmente es sociologista, biologista, evolucionista, descartando el alma y el espíritu. Con ese sesgo inmanentista no salimos del marco conceptual de la modernidad.

 

¿Cómo el dualismo cartesiano incide en la ideología del transhumanismo?

El dualismo cartesiano mente cuerpo permite concebir a la mente separada e independiente del cuerpo y sirve como cimiento para que el hombre posmoderno proclame la tesis culturalista de que persona que se siente como del otro sexo declare su derecho a construirse socialmente como tal. En otras palabras, es la negación de la esencia natural de la persona. El hombre no es solamente un ente institucional o social, también tenemos una dimensión física, natural y ontológica.

 

¿Y eso es grave?

Lo es, porque cuando la persona cae en la trampa del relativismo entonces deja de ser valiosa y todas sus instituciones -familia, Estado, universidad- dejan de ser relevantes.

 

¿Y esto qué significa?

Si el occidente liberal no es detenido viene la muerte del hombre por el tecno-humanismo. Hemos pasado del moderno humanismo del Renacimiento, Barroco e Ilustración, al poshumanismo del vitalismo nietzscheano, schopenhaueriano, foucaultiano y derridiano. Pero ahora con la posmodernidad arribamos a la estación transhumanista de la supuesta fusión del hombre con la máquina. La cual se resuelve en la supersticiosa veneración de la ciencia y tecnología, lo cual es inversamente proporcional a la devaluación del ser humano. Es la plasmación del superhombre nietzscheano. De ahí que no sea raro que la élite liberal occidental llame progresismo a jugar a ser dios mediante el diseño genético de bebés, trabajadores obedientes e inteligencia humana. Sueñan con la plasmación del mundo feliz de Aldous Huxley o “1984” de George Orwel. Por lo menos ya han conseguido mantener a las masas tranquilas mediante el libre consumo de drogas, o el “soma” que en la novela mantiene amansadas a la gente.

 

¿Entonces no le parece justa y liberadora la causa LGTB?

Eso es lo que dice la propaganda, pero la realidad es otra. La obsesión, que tiene Soros junto a otros magnates de la élite mundial, responde que en la agenda transhumanista tiene un papel central la relativización del sexo, el control demográfico, y la edición genética de bebés probeta. Y en todo ello la ideología del reconocimiento se convierte en una coartada del transhumanismo para sustituir la natural diversidad sexual por la cultural diversidad de género. Esto nos muestra a las claras que el progresismo de la élite globalista es transhumanista, eugenésica, tecnocientista proclamando el reemplazo del homo sapiens por el homo deus. Pura propaganda para justificar la guerra contra la población humana. No hay que olvidar que la lógica maltusiana transhumanista califica a la humanidad como "plaga humana" y planifica su drástica reducción demográfica. Antes, el enfoque eugenésico tuvo hubo connotación racista y eurocéntrica, era vista como la lucha de la civilización contra la barbarie de las razas inferiores, pero ahora se ha superado dicho enfoque y como raza inferior ha devenido la propia especie humana.

 

¿Hay pasos empíricos evidentes en esa dirección?

Los hay. El significado progresista de diversidad no sólo permite casarse con árboles, sino que exige reconocimiento de la legislación estatal. También se defiende el orgullo zoofílico porque es parte de la agenda transhumanista de sustitución del sexo procreativo por la declinación demográfica. En la guerra contra la población que mantiene la élite globalista el aborto es una estrategia de corto plazo y la ideología de género es de largo plazo. A esto lo llama “satanocracia” porque persigue la sustitución de lo humano natural por lo artificial y se alienta el aumento de la población LGTB en el Primer Mundo. Y a eso se llama progresismo.

 

¿Pero entonces dónde queda el animalismo que está en auge?

El animalismo es un ataque profundo a la moral humana al poner en pie de igualdad al hombre con el animal. Se trata de un reduccionismo naturalista de la moral y una renuncia al reconocimiento del real puesto del hombre en el cosmos. El filósofo utilitarista hedonista Peter Singer es su defensor, pero su defensa es parte de la barbarie de una civilización que se hunde en la execrable deshumanización y en la deconstrucción derridiana de la moral humana. Personalmente considero como una disforia el animalismo, una perturbación psicológica de una sociedad profundamente enferma. La inmoralidad del animalismo es equivalente a la de la eutanasia o suicidio asistido que en realidad es desprecio y cosificación del ser humano, visto como mera naturaleza, simple homínido. También es la misma inmoralidad que presenta la industria del aborto, que en países que se dicen desarrollados permiten la venta de órganos del neonato para diversos fines.

 

¿Entonces tampoco está de acuerdo con la defensa de otros tipos de familia?

Menos aún. La familia nuclear ha demostrado por milenios ser la mejor protección del ser humano, a pesar de inevitables problemas. Pero el progresismo global impone la destrucción de la familia nuclear mediante la intromisión impersonal de Estado y el debilitamiento de la patria potestad. Lo cual era previsible que ocurra dentro de su guerra contra la población humana. Todo esto es pura perversión moral del globalismo progresista, que en el fondo es neonietzscheano porque sustituye el bien y el mal por lo útil e inútil. Por ello, sus neo entes podrán ser más útiles, pero no más humanos.

 

¿No cree que es muy drástico en sus opiniones?

Drástico y draconiano es el mundo inclusivo de la élite globalista que permite el predominio de los pedófilos, zoófilos, criminales abortistas, eugenésicos y multitudes de tontos útiles. Drástica es la élite globalista transhumanista porque es una satanocracia que destruye la verdad y la caridad. La monstruosidad patológica del transhumanismo de la élite global configura el mundo satanocrático de la mentira y el cinismo. Si no, qué significa que en Bélgica se legaliza casarse con animales, que en Alemania se defienda la zoofilia, en Reino Unido y en España se luche por legalizar la pederastia. Sin duda, la satanocracia se impone por dictado de la élite globalista. Y es que para el progresismo inclusivo no cuenta el derecho a la vida, sino que predomina el derecho a la muerte. Y todo ello porque el hombre dejó de ser sujeto y pasó a ser objeto de derecho. Sólo así se entiende que el Primer Mundo se haya legalizado el turbio y degradante negocio de vender bebés abortados y se haya incrementado el tráfico de niños.

 

¿Todo esto qué significa?

Que el progresismo globalista inclusivo es en realidad la marcha perversa de la deconstrucción derridiana del sexo. El ataque al sexo y a la reproducción natural para sustituirlo por el concepto de género busca anular su contenido ontológico. Lo mismo se aprecia cuando vemos que en España está en auge las familias animalistas, donde chanchos, perros y gatos son declarados hijos. Y lo más triste de todo es que las universidades y centros de investigación bien financiados son los que crean por encargo dichos conceptos trans. Lo mismo se ve cuando desde estos centros académicos se impulsa y protege la agenda feminista y del LGTB para criminalizar la masculinidad. Pero no hay que engañarnos, el animalismo es humanización de los animales y animalización del ser humano.

 

¿Cuál sería su conclusión?

Que normalizar la anormalidad es el principal signo de debacle de la liberal civilización moderna occidental. La ideología de género está planeada para demoler completamente el sexo reproductivo. Finalmente, la Cuarta Revolución Industrial con la edición genética y la Inteligencia Artificial debe ser reencauzada para que no se convierta en factor principal de deshumanización. Y ello sólo se puede lograr mediante una revolución metafísica que cambie la imagen del mundo terrenalista e inmanentista de la infectada modernidad atea, secularizada y libertina.

 

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