lunes, 28 de marzo de 2022

LA MODERNIDAD ENVEJECIDA

 LA MODERNIDAD ENVEJECIDA. CÓMO LA ERA DESHONESTA LLEVA AL MUNDO A SU FINAL. Escrito con acerada concisión el libro muestra cómo nuestro tiempo se debate en la negación de la verdad, la posverdad, el nihilismo, el relativismo y el totalitarismo de las megacorporaciones privadas de occidente. Y todo ello acontece en un contexto inequívoco de decadencia civilizatoria.


E X O R D I O

El hombre de nuestra posmodernidad vive encandilado y no despierta de su supuesto Paraíso dionisíaco de posverdad y ubérrima libertad. El transhumanismo le promete mediante la tecnociencia mejorar la condición humana y el capitalismo lo hipnotiza con el hiperconsumo de las masas. Todo marcharía sobre ruedas si es que las alarmas sobre el deterioro climático y humano no dejarán de sonar, pero su ulular también es sofocado por el entretenimiento narcisista de las redes sociales que brinda el capitalismo digital.

Pero contra lo que se podría seguir pensando no vivimos el auge de la Modernidad en la Posmodernidad, sino todo lo contrario, vivimos en la posmodernidad una Modernidad Envejecida. Es nuestro oxímoron vital. Y esta esclerosis se advierte en los planos ético, político, económico, científico y espiritual. En lo ético el relativismo, anetismo y lo antinormativo predomina. En lo político el mundo unipolar se vuelve más cínico y belicoso. En lo económico el capitalismo digital completa la extinción y la abolición de la fuerza de trabajo como mercancía de valor de cambio. En lo científico la clonación y la hibridación apuntan al horizonte poshumano. Y en lo espiritual bulle el nihilismo, el escepticismo, las fake news y la deshonestidad.

Vamos hacia un mundo más desigual, injusto, falso, manipulado, desvergonzado, donde los fines sociales desaparecen en favor de los fines individuales y las minorías enfurecidas. Esta desvigorización del pathos de la modernidad capitalista contiene todos los signos terminales del envejecimiento civilizatorio. Lo terrible es que ese cuerpo enfermo blande en sus manos poderosas y letales armas de destrucción masiva. La modernidad envejecida dibuja nubarrones oscuros. Habrá que guarecernos, porque después del chubasco se tendrá que salir a reconstruir la humanidad entera.

Este libro es una colección de fragmentos con ideas turbadoras, destellos proféticos y frases deslumbrantes que liberan la mente al ritmo del alma en sus intervalos creativos.

 

 

PRIMERA SERIE

“EL PROBLEMA”

I

La modernidad envejecida comenzó con el capitalismo salvaje del neoliberalismo y se profundiza con el capitalismo digital de la vigilancia y redes sociales. La fosilización de la civilización moderna acaba en búsqueda del robotismo humanoide y en barbarie cultural.

II

La modernidad envejecida del capitalismo digital finiquita la extinción del trabajo mediante la inteligencia artificial. Ello representa la desaparición de la fuerza de trabajo como valor de cambio, y se dirige sin darse cuenta hacia la abolición de la apropiación privada de la riqueza social.

 

III

La modernidad envejecida protagonizará la puesta del último clavo en el ataúd del capitalismo mediante la tecnología cibernética. Las fuerzas productivas que despertó empujan hacia su última mutación que ya no será capitalista, sino socialista.

IV

La última mutación del capitalismo será socialista -siempre y cuando no provoque un desastre termonuclear-. Lo cual no debe sorprender, porque en su esfuerzo por sobrevivir fue adoptando medidas socialistas a lo largo de su existencia -seguro social, pensión de jubilación, indemnización laboral, seguro de desempleo, educación gratuita, cupones de comida, vacunas gratuitas, etc.-.  

V

Si la última mutación capitalista al socialismo no sobreviene por una revolución comunista eso no va en desmedro del socialismo sino del capitalismo, porque la modernidad envejecida del capitalismo digital consumó la pérdida de la identidad personal y el control digital-mental de las masas.

VI

En la modernidad envejecida el individuo es enemigo del ciudadano, porque sólo se interesa por su propio bienestar sin importarle el de la ciudad.

VII

La modernidad envejecida ya no mira a la ciudad justa, sino a los derechos humanos concebidos como derecho del individuo a elegir su propio estilo de vida. Ya no existe la sociedad, sólo existe el individuo.

VIII

La modernidad envejecida tiene tres fases, a saber, capitalismo de bienestar, capitalismo neoliberal y capitalismo digital. En la primera el individuo se ahoga en la abundancia material, en la segunda se sobrepone a la sociedad. Y en la tercera el avatar cibernético sustituye a lo individual.

IX

Nada es más ingenuo que creer que la élite mundial del capitalismo digital de la modernidad envejecida cederá su lugar a un orden socialista sin luchar. Principalmente porque ello requiere de una actitud moral que no ha cultivado ni el orden imperante se encarga de fomentar.

X

En la modernidad envejecida el hombre-mercancía vive en un contexto de posverdad, donde le resulta fácil el indiferentismo social y mantenerse ajeno a los grandes problemas mundiales.

XI

En el capitalismo digital se crea la ilusión de que la tecnología crea la verdad y que ésta se puede inventar. El resultado es la desfundamentación ontológica del mundo.

XII

Lo más peligroso de la desfundamentación ontológica del mundo bajo el capitalismo digital es que la realidad se convierte en un juego. Es un proceso nihilista llamado amablemente por Nietzsche como “vida dionisíaca”, pero en el fondo es caos luciferino del mundo. Y en ese contexto la guerra se vuelve trivial y lúdica, una empresa que rinde beneficios. La paz deja de ser tomada en serio.

XIII

El transhumanismo que florece bajo el capitalismo digital necesita ponerse a prueba mediante una conflagración mundial que, en un primer momento, impone el dictado de la élite mundial, pero que, en un segundo momento, el propio homo deus será barrido por el Prometeo digital.

XIV

Nada hay más inmoral y peligroso que las propias fantasías del transhumanismo tecno-utópico. Hacer del hombre más inteligente sin esfuerzo, más bello e inmortal por eugenesia, capaz de hacer turismo espacial, y otras lindezas, no son más que aspiraciones del hombre secularizado, hedonista y nihilista que vive de puro usufructuo y fines intramundanos.

XV

Nada es más clasista que el capitalismo digital. Por un lado, turismo espacial, eugenesia y un nivel de vida sobresatisfecho para la élite mundial, y, por otro, migración forzada, refugio apátrida, aborto, eutanasia, ligadura de trompas y vida precaria para las masas. La sofistería de la desideologización del mundo trata de ocultar la exacerbación de la esencia clasista del capitalismo actual.

XVI

El fin de la modernidad no es más que un obituario prematuro. La modernidad ha envejecido. Y en su demencia senil no funciona bien ni la libertad ni la razón. Por ello tiende al fascismo y al irracionalismo.

XVII

Procura que tu alegría sea siempre proporcional a tu bondad. Pero en la modernidad envejecida del hombre-mercancía y sin identidad, la alegría sólo es proporcional a la satisfacción personal y egoísta. Lo individual termina desconectado de lo social.

XVIII

No siempre lo bello es bueno, pero lo bueno siempre es bello. Prefiramos lo bueno a lo bello, porque lo interno reluce verdaderamente, en cambio lo externo reluce falsamente. Más en la modernidad envejecida sólo reluce la apariencia externa del hombre mercancía.

XIX

Al auténtico buscador de la verdad se le reconoce por su humildad y bondad, estar lejos de la prepotencia del rico y de la soberbia del sabio. Más, en la modernidad envejecida a dicho buscador ya no se le reconoce al imperar la posverdad.

XX

Lo emocional, intuitivo y mágico de la mujer es el complemento ideal de la fría racionalidad del hombre. No obstante, en la modernidad envejecida hombres y mujeres se subsumen a la fría racionalidad de la lógica del capital, se enfrentan como minorías, se estigmatiza la masculinidad y se enaltece la androginia. Se trata de un alejamiento de las necesidades profundas del hombre.

XXI

Las sucesivas mutaciones del capitalismo -mercantil, industrial, posindustrial, neoliberal, digital- no han sucedido sin adoptar medidas socialistas -seguro social, sindicatos, jubilación, pensiones, salud y educación pública, salario de desempleo, cupones de alimentos, etc.-. Todo indica que el capitalismo llegará a su última mutación completamente socialista cuando la apropiación privada de la riqueza social deje de tener sentido por el propio nivel de desarrollo de las fuerzas productivas antes que por una revolución comunista.

XXII

Incurrir en reformismo es un pecado imperdonable en la historia cuando el horizonte de la revolución social está abierto. Pero cuando dicho horizonte está cerrado, por razones culturales y sociales, se impone ver el reformismo en un plano histórico y como parte de la revolución lenta de las fuerzas productivas. No en vano las revoluciones de larga duración son más profundas y consistentes que las revoluciones episódicas y espectaculares.

XXIII

El capitalismo digital irrumpe en un horizonte cultural posmoderno, nihilista, relativista y escéptico de la posverdad. Las masas de la sociedad de consumo muy lejos de ser revolucionarias son conservadoras, indiferentes, individualistas, solipsistas, hedonistas y reaccionarias. Ahora el cambio social se volvió inercial, corre a cargo de las propias fuerzas productivas que empujarán a las masas a un cambio de actitud.

XXIV

El alma sobrevive al cuerpo como la idea sobrevive al pensamiento. Pero el alma del hombre de la modernidad envejecida es prosaica, materialista y naturalista. Es esclavo de los fines intramundanos que impera bajo la secularización de la modernidad envejecida.

XXV

Es imposible no recordar el pasado en el presente, como tan imposible que el pasado sea el presente. Es una paradoja de la unidad diversa del tiempo. No obstante, el capitalismo se caracteriza por la modificación del tiempo. El imperio de la mercancía impone la dictadura del presente, y en la modernidad envejecida dicho totalitarismo es tan opresivo que el avatar virtual se constituye en la vía de escape del presente mismo. En la modernidad envejecida se impone la abolición del tiempo y del espacio. Pero no todo lo que se tambalea cae. La sociedad universal del mal y enferma se va derrumbando. Un calco horaciano podría decir que sólo un dios puede salvarnos, pero en el orden de los hechos en la propia modernidad se vienen dando las semillas de la propia salvación. A un agónico no se lo salva, por el contrario, se le deja morir en paz. Lo que vendrá después será algo nuevo y mejorado. Entonces, ¿cómo volver a empezar? Renaciendo desde el fundamento ontológico-moral. Un Pacaritambo (renacer) se necesita.

 

 

 

 

 

 

 

SEGUNDA SERIE

“EL CONTEXTO”

 

XXVI

El spinosismo al negar la existencia de la causa libre es en el fondo la separación entre ética y libertad y con ello precursa los totalitarismos de la modernidad. Antes Maquiavelo había operado la separación entre ética y política y luego Kant entre ética y derecho. El capitalismo digital de la modernidad envejecida vuelve más tentador renunciar a la libertad dejando las decisiones al ordenador cibernético.

XXVII

La filosofía ilumina la condición humana, pero también permite superarla. Ahora bien, en la modernidad envejecida la filosofía se vuelve en mero relato prescindible porque en el fondo el capitalismo no permite superar al hombre su condición de mercancía consumista. Por ende, el hombre se vuelve en mercancía en el cual no hay nada que superar. Reducido a mera naturaleza biológica su perfección es medido bajo el tener y no el ser.

XXVIII

Cuando somos jóvenes el tiempo nos contempla pasando a toda prisa, y cuando somos viejos vemos el tiempo pasando con pausa. Pero en la modernidad envejecida se sobrevalora la juventud y se denosta la vejez. El resultado es la volición de la memoria, la historia y se sensatez.

XXIX

El genio es excepcional pero también es gradual. Y en estas dos formas hay genio en todo lo viviente. No se trata de una contradicción lógica, sino de una ontológica armonía de los contrarios. Pero el capitalismo es una sociedad unidimensional, con una irresistible tendencia a eliminar las contradicciones. Lo unívoco lingüístico impera sobre lo multívoco ontológico. Por ello se convierte en enemigo de lo genial y de la vida misma.

XXX

El desapego natural al mundo, que prima en el alma del artista, el místico y el filósofo, es lo que provoca una nueva visión del mundo. La modernidad envejecida detiene el surgimiento de una nueva imagen del mundo degradando la cultura a lo superficial, dinerario y consumible. El imperio de la nada se fagocita todo lo original, creativo y genial.

XXXI

El que sólo vive para sí ya eligió la muerte. El que sabe darse a sí mismo es digno de la vida. Pero el soberano egoísmo es lo que reina bajo la nihilista modernidad envejecida, y con ello lo que se tiene es una inmensa masa de zombis que estando viva vive para la muerte.

XXXII

Toda palabra está preñada de silencio. Pero hay muchos silencios. La palabra vive no para revelar, sino para eternar el misterio del mundo. El capitalismo odia del silencio y ama no el sonido sino el ruido. Y es así porque la mercancía tiene que hacerse notar sin escrúpulos. El único silencio que ama es el silencio de la justicia social.

XXXIII

Las palabras multívocas porque son pozos de vida. Pero se convierten en pozos envenenados de muerte cuando se antepone el interés a la verdad, tal como hace el capitalismo bajo el imperio de la mercancía.

XXXIV

Si sólo vives para el reluciente oro, eres como una casa triste sin sentimientos. El capitalismo global convirtió el planeta en una triste casa que no vive en función del hombre, sino del condumio y la ganancia.

XXXV

El daño más profundo que se autoinfirió la modernidad capitalista es no haber respetado el espacio sagrado del mundo. A esto Max Weber lo llamó “desencantamiento del mundo”. Yo lo llamo “imperio satanocrático” o la modernidad luciferina.

XXXVI

La modernidad moribunda es un encadenarse en lo alto de un árbol inane, que nos veda el camino hacia la recuperación de lo sagrado. La modernidad envejecida es consagración de la pérdida del sentido del ser y del sentido de lo divino. Sólo preserva lo sagrado para idolatrar lo inmanente junto a los fines intramundanos.

XXXVII

Es singular cómo la modernidad envejecida se aferra a la pérdida del sentido de lo divino, pero no al extravío del sentido de lo sagrado. Es un imperio satanocrático que percibe con claridad que lo demoniaco impera sobre el privilegio de los fines intramundanos.

XXXVIII

La élite global occidental sin más dios que el dinero, el poder y el placer tenía que involucrarse en ritos satánicos, porque responde al giro antimetafísico del totalitarismo de lo inmanente sobre lo trascendente. Su impulso hacia lo oscuro es una búsqueda de compensar la pérdida de la luz del espíritu.

XXXIX

El mundo es un espacio sagrado porque primero fue pensado por la mente divina. Por eso la naturaleza no es meramente natural. Y negar ese espacio sagrado daña la propia existencia humana. Ante la destrucción ecológica por parte de la modernidad envejecida, se trata de no caer en la adoración panteísta de la naturaleza, ni en las ilusiones del ecologismo idolátrico.

XL

Si las palabras ponen en movimiento potencias, ahora se entiende por qué al principio fue el Verbo, el Logos. Contra el extravío nazi de Heidegger hay que afirmar que Logos es Dios, es logos unitivo ante toda pluralidad y oposición. La modernidad bastardeó el logos en mera palabra subjetiva. Hizo justo lo necesario para impulsar el imperio de la mercancía.

XLI

Los grandes pensamientos nos pertenecen a todos porque viven en el aire. César Vallejo había dicho: “Toda voz genial viene del pueblo y va hacia él”. Habría que complementarlo diciendo que las ideas geniales brotan en la llanura y se condensan en la cumbre. Salvo que hoy la llanura luce yerma y la cumbre vacía.

 

XLII

Las ideas como ánimas del aire nutren el pensamiento. Pero no son indemnes a la contaminación comercial, publicitaria y de la política. El mercado capitalista se convirtió en una fábrica intensiva de ideas dirigidas a manipular las conciencias y crear deseos superfluos como si fueran necesarios.

XLIII

Las buenas ideas viven mejor en el aire que en los libros. Y esto es más notorio en las normas morales. Cuando la moral se relaja y deja de ser algo vivo, entonces hay que convertirla en código escrito para recordarla. Ello es ya una muestra del empobrecimiento de la vida moral e intelectual.

XLIV

Entre lenguaje y realidad hay correspondencia analógica. Por ello la poesía es el origen del lenguaje. Más en un mundo despoetizado y mercantilista el lenguaje se empobrece analógicamente y se vuelve unívoco.

 

XLV

La modernidad es temporalista y antieternalista. Pero Dios está en el tiempo, el mundo, lo cotidiano, inmanente, intramundano, histórico, aunque su esencia infinita no se confunde con lo finito.

XLVI

Sólo en Dios el ser esencia sin el ente. Y sólo en el capitalismo el dinero esencia para sí mismo. Por ello el capitalismo destila inmanentismo desde su entraña. Pero la índole de su inmanencia se orienta contra el hombre mismo, pues éste siempre se revela como portador de valores.

XLVII

Donde tanto se ha amado, allí está presente lo divino. Y donde tanto se ha ambicionado allí está presente lo luciferino. La modernidad envejecida lleva la primacía de la ambición a su pináculo sin control.

XLVIII

Orar es la forma que tiene lo finito humano de acercarse y llenarse de lo infinito divino. Vender es la manera de proveerse de medios profanos.

XLIX

En la sociedad de consumo el hombre vive de puro presente, pues es necesario dejarlo sin pasado para que no se preocupe por el futuro. Se trata de un instantaneísmo presentista que distorsiona el sentido del tiempo, acelera la vida, y difumina el sentido de la existencia en puro hedonismo.

L

La verdadera santidad no es quietud ni inacción contemplativa, sino actuar incesantemente por el bien. Pero en la sociedad anética de la modernidad envejecida lo que hay es activismo incesante por el mal.

LI

La representación que no captamos, sino que nos capta, y por ello no se convierte en objeto, se llama éxtasis místico. En la mística no hay una esencia que iluminamos, sino una esencia que nos ilumina. Nuestra subjetividad no colapsa, más bien se plenifica.

LII

Cuando nuestros ojos llegan a su fin, es cuando clarea un nuevo amanecer. Más, la tecnoutopía transhumanista promete la inmortalidad en medio de la inmoralidad.

LIII

De todos los seres el hombre es el único capaz de atravesar su propio ser. No obstante, en el imperio de la mercancía capitalista el hombre deja de percibir su propio ser para hacerlo sólo mediante la posesión y el tener.

LIV

La técnica se vuelve más orgánica y finalista, porque al acercarse el peligro de la manipulación total, la esencia de la razón se vuelve contra la razón instrumental, calculadora y cosificante. La cosa técnica tiende hacia la vida y, de ese modo, se vuelve contra el capitalismo, que representa la cultura de la muerte.

LV

En la modernidad envejecida la cumbre demencial de la voluntad de poder del individuo sólo se conserva como consumidor enajenado. Y como tal deja de pensar y de tomar decisiones libres, tareas que son delegadas al mercado, el ordenador y las instituciones. La ontopatía o estar fuera de la realidad es lo característico de las instituciones imperialistas de la modernidad envejecida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TERCERA SERIE

“EL DILEMA”

 

LVI

La superación de los peligros de la técnica no estriba en ningún pensamiento rememorativo -como cree Heidegger-, sino en su propia evolución hacia lo organológico y teleológico. La esencia de la técnica contiene su propia reconciliación con el ser.

LVII

El pensar técnico es el predominio del ente en términos de control de la naturaleza. Y la supresión del capitalismo no garantiza la superación del olvido del ser que se opera en su seno. Sobre el pensar técnico se ha de sobreponer un pensar humanístico que no divorcie la inmanencia de la trascendencia.

 

LVIII

Establecer una ética para la técnica no nos va a salvar de la civilización técnica mientras esté sumida en la anética civilización capitalista. Por su propia naturaleza el capitalismo está reñido con la ética, sencillamente porque su fin supremo no es el hombre, ni lo bueno o lo correcto, sino el plusvalor, la ganancia, el lucro y el condumio.

LIX

Bajo el inescrupuloso capitalismo la civilización técnica no es el comienzo, sino el final de la humanidad.

LX

La técnica ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin. Su esencia es que convierte todo en explotable, desterrando todo lo intangible y sagrado. Exige una frialdad que hace a un lado lo humano para poner en su lugar al robot, la inteligencia artificial y todo aquello que no tenga escrúpulos éticos.

 

LXI

Lo más espantoso de la era técnica es que el poderío termonuclear está en manos del extraviado y cosificado mundo capitalista.

LXII

La enseñanza del exótico mundo filosófico resulta totalmente prescindible en el hedonista contexto capitalista, obsesionado por la riqueza, el éxito material, el poder y el placer.

LXIII

La filosofía acaba cuando comienza la acción, pero la acción es susceptible de meditación filosófica. La llamada filosofía aplicada, en un activismo propio del capitalismo, confunde la esencia de la filosofía con la praxis.

LXIV

La condición humana evita la barbarie si mantiene lo inmanente ligado a lo trascendente. Y ello es justamente lo que divorcia la modernidad capitalista privilegiando lo intramundano.

LXV

Racismo, clasismo, consumismo han triunfado en la modernidad envejecida, porque la secularización sólo dejó al hombre fines intramundanos.

LXVI

El hombre masa de la sociedad de consumo busca compensar su insignificancia llamando la atención sobre sí con cosas banales.

LXVII

La banalidad es la forma más elemental que tiene el hombre de defender su ser y de decir: ¡Aquí estoy!

LXVIII

La verdadera patria del hombre no es su país, sino la moral. Ese es su verdadero lugar, el de la libertad y responsabilidad. Lo cual no es argumento en favor del cosmopolitismo neoliberal globalizador, porque el civismo es un valor de índole moral. Pero bajo el nihilismo de la modernidad envejecida la moral se esfuma y se vive el monopolio del egoísmo ramplón de las masas o edulcorado de las élites. El nihilismo dejó al hombre sin patria.

LXIX

Nietzsche con la vida dionisíaca y Heidegger con el tiempo piensan el ser como abismo sin fondo, carente de protección y seguridad. En ambos cabalga el demonio del nihilismo moderno.

LXX

La superación de la modernidad no estriba en la renuncia a la objetividad del ser, sino en el rechazo de reducir toda representación a objetividad.

LXXI

Praxis, arte, religión, ciencia, técnica son diversas formas de representación del ente. Por ello, representación no es necesariamente objetivación que lleva a perder el ser.

LXXII

La modernidad como enseñoramiento técnico del mundo es el hechizo de la historia por la ciencia. Pero la ciencia contribuye al imperio del nihilismo en tanto que la voluntad de poder es la esencia de la técnica junto al predominio del ente sobre el ser.

LXXIII

Pensar hondamente es sufrir, porque sientes intensamente la infinitud que anhela lo infinito. Pero el hombre digital tiene una mente acostumbrada a lo superficial, que lo exonera de sentir la infinitud en su finitud.

LXXIV

La afirmación heideggeriana de que el sentido del ser es el tiempo, y que el tiempo porta la encarnación del destino, no sólo es estrecha y falsa, sino que lo puso a la cabeza de ser el caudillo metafísico de las brigadas de asalto del nazismo. El 1933 Heidegger interpretó el nazismo como evento metafísico fundamental y en 1961 no se pronunció sobre el juicio al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.

LXXV

El ateo quiere salir de la caverna platónica mediante la ciencia, sin fe en un más allá. Al final sólo retiene la pasión infinita, pero no la pasión por lo infinito. Muere convencido que la ciencia agota la realidad.

LXXVI

El sueño nietzscheano de originar una estrella en un mundo sin dioses, se derrumba en la modernidad envejecida en locura nihilista y destrucción hedonista.

LXXVII

La Verdad se descubre mediante la libertad, pero no es un invento de la libertad. El capitalismo, que es una exaltación de la actividad, convierte toda verdad en un invento humano.

LXXVIII

La Justicia es la recta realización del ser en la verdad. Más, en la modernidad envejecida la posverdad ocupa el lugar de la verdad, y la justicia es la realización del capricho del más fuerte.

LXXIX

Democracia que elige la libertad antes que la verdad se hunde en el caótico relativismo. La democracia liberal de la modernidad envejecida naufraga en plutocracia porque antepone el interés del rico a la verdad social.

LXXX

El hombre es arrebato filosofante, porque nota su suspensión entre el ser y la nada. La cosificación capitalista lo puede obnubilar, pero la condición humana nunca deja de latir. Ante esto el nihilismo es el último intento desesperado por librarse del hombre. En este sentido, la salvación del hombre no está en manos del hombre, sino en aquella realidad humana que supera lo humano. En buena cuenta, el nihilismo no se libra del pelagianismo

LXXXI

Vivir es el primer heroísmo cotidiano que todos afrontamos. Lo cual es más angustiante en la sociedad capitalista, donde vivir es desvivirse por el sustento diario y la incertidumbre existencial.

LXXXII

El ser del hombre no se resuelve retirándose hacia el abismo de la nada, sino resolviendo su finitud en la cultura. Pero en el capitalismo posmoderno el nihilismo sume al hombre en la nada despojándole el sentido de su existencia.

LXXXIII

En la civilización la nada y el mal se hacen presentes constantemente en la barbarie. Pero conservar la paz y la concordia en una estructura que sistémicamente enfrenta al hombre con su prójimo es un desafío redoblado.

LXXXIV

La Paz bajo el capitalismo se ha intentado preservarla bajo el ideal cosmopolita (Kant), el pacifismo (Tolstoi, Gandhi), el estado tomista mundial (Maritain), el humanismo (Russell, Einstein), el comunismo (Lenin), la metafísica de la armonía social (Whitehead), la aquiescencia pragmática (James, Dewey), la confraternidad universal (Reves), la abundancia (Mather), el individualismo universal (Barton Perry), la racionalidad comunicativa (Habermas), entre otras. Pero la piedra de toque de la paz es la justicia extendida a todos los ámbitos de la vida humana.

LXXXV

La guerra ha sido la continuación de la política por otros medios (Clausewitz). Pero en un mundo rodeado de armas nucleares se trata de que la política impida por todos los medios el estallido de la guerra.

LXXXVI

La inteligencia artificial puesta al servicio del desarrollo armamentístico es un peligro real que puede llegar a trivializar la guerra, el genocidio y el crimen político.

LXXXVII

La posmoderna malignización del bien y desmalignización del mal significa sucumbir a la fascinación ante la nada y el mal. Y esto es lo que implementa la cultura posmoderna del capitalismo cibernético. El capitalismo digital, en última instancia, es la última forma metafísica donde la subjetividad es desplazada por el ordenador.

LXXXVIII

Ante el problema límite de la existencia del mal frente a un Dios omnipotente, sólo resta creer para comprender. Pero la creencia y la fe es debilitada continuamente en la modernidad envejecida de índole materialista y consumista.

LXXXIX

Sólo lo eterno redime a lo finito del triunfo de la muerte y de la nada. Pero la modernidad capitalista no es eternalista, sino temporalista. Y la tecnoutopía que destila se llama transhumanismo, el cual encandila con el logro de la inmortalidad corporal.

XC

Ninguna civilización es eterna, y ninguna deja de caer en los abismos de la aniquilación. Su consunción se da en un proceso nihilista que termina devorando al hombre en su propia voluntad de poder.

 

 

XCI

Ser humano significa ser consciente del debatirse constante entre el ser y la nada.

XCII

En la modernidad envejecida el Occidente contradiciendo todos sus eslogans democráticos empleó neonazis ucranianos para tensar la situación con Rusia, imponerle, sanciones y mantener el mundo unipolar.

XCIII

La principal amenaza a la Paz Mundial es el hegemonismo unipolar del mundo anglosajón secundado por sus vasallos europeos-

XCIV

Sólo la fe impide el escurrimiento de lo finito en la nada.

XCV

El sentido del ser es lo finito plantado ante lo absoluto, el tiempo ante lo eterno, de lo contrario nos hundimos en la nada.

XCVI

La vinculación humana con lo eterno no es esquivar la propia temporalidad, sino reconocer que esta vida tras la muerte no es la única vida. Lo contrario es recordar lo que espetó el insensato criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en el patíbulo: “No soy cristiano, no creo en la vida en el más allá”.

XCVII

Sólo se evita el reduccionismo temporalista del hombre reconociendo su sed de Dios, de infinito y vocación de trascendencia.

XCVIII

Todos los hombres somos filósofos al darnos cuenta de la máscara que nos reviste ante la interpretación pública.

XCIX

Una buena esposa ayuda al marido a ser un mejor hombre. Y un buen hombre ayuda a la esposa a ser una mejor mujer.

C

La modernidad envejecida se estancó en el desvarío ontológico de definir la identidad personal dando la espalda a la identidad humana. El cuestionamiento de la identidad sexual del ser humano llevó a la fragmentación social en los ficticios derechos de las minorías. La consecuencia fue una masa enfurecida luchando demencialmente por sus políticas de identidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CUARTA SERIE

“PARTICULARIDADES”

CI

Las políticas capitalistas de identidad han roto tan gravemente el tejido social que no se espera que pueda sanar esa herida sin cirugía y extirpación del tumor de las minorías.

CII

La tecnoutopía es el imperio de la civilización técnica que previamente enterró el misterio, el sentido y los valores del hombre. Ahora a expensas solamente de fines intramundanos el hombre se siente obligado ser un superhombre, ser su propio diosecillo, yendo más allá de lo humano. Es el delirio prometeico de la erosión nihilista de la sociedad postmetafísica.

CIII

La sociedad estadounidense está siendo carcomida desde dentro por la ideología del derecho de las minorías. La división profunda del tejido social es reflejo fiel del hombre mercancía en su extremo y enfermizo individualismo.

CIV

LGTBQ -lesbianas, gays, transexual, bisexual, pensar fuera de lo heteronormal- son expresión de una cultura que normaliza lo anormal bajo la fachada de derecho de las minorías. No es casual que tenga su punto de expansión en el centro del capitalismo mundial: los Estados Unidos de Norteamérica. Aquí la libertad fue pervertida en libertinaje mediante un lavado cerebral de las centrales de inteligencia dirigido a dividir el cuerpo social en minorías sexuales. Es la mayor expresión de la satanocracia en marcha.

CV

Cerrar los ojos ante el sufrimiento del inocente nos vuelve cómplices del mal. En este sentido no hay derecho por parte del Estado de imponer la ideología de género sobre la mente de millones de niños. Es el totalitarismo de la agenda antisocial de la élite mundial en marcha.

CVI

El matrimonio es perseverar en el amor, porque las dificultades de la vida jamás cesan. En contrapartida con ello, en el mundo actual se promociona el divorcio, la eutanasia y el aborto. Es la cultura de la muerte avanzando en la modernidad moribunda.

CVII

El hombre está en el tiempo y produce su propio tiempo, pero también habita lo eterno. Más, en la modernidad envejecida se extirpa la eterno para convertir al hombre en un ser hedonista que disfruta de las mercancías.

CVIII

Si la nada está presente en la negación del juicio, es porque previamente está en la realidad como lo no existente. Y hoy la nada impera a sus anchas. Avanzó durante el neoliberalismo y se subjetivizó con la malsana cultura de la posmodernidad. Pero no hay mayor estímulo de la nada que la defensa del mal y la condena del bien. Y eso es precisamente lo que en esencia hace la nihilista cultura posmoderna.

CIX

En estos tiempos luciferinos en que el mundo de Sodoma y Gomorra revive hay quienes se hacen filósofos para defender el mundo al revés: la bondad del mal y la maldad del bien.

CX

El tiempo es aquella parte del ser sumergido en el devenir. Y encuentra su dignidad en una historicidad guiada por ideales. Pero cuando es presa del relativismo el devenir se convierte en el pantano de los valores y en la perdición normativa del ser humano.

CXI

La economía contributiva de la web desató la patología cultural del narcisismo digital. Aquí lo único que vale es la apariencia y no la realidad. Tal degradación del principio de realidad desconecta a las personas con el mundo a tal grado de volverlas en zombis manipulables y obedientes. Las redes sociales son el vehículo modelo para sabotear la responsabilidad política de los ciudadanos lúcidos en la democracia. A la inmensa mayoría los vuelve superficiales, egoístas y narcisistas.

CXII

Si con la economía dineraria las relaciones humanas se prostituyen y despersonalizan, con la economía contributiva de la web se superficializan y virtualizan.

CXIII

La economía contributiva de la web convirtió al desempleado en mercancía. Es un escalón superior de la economía dineraria que obtiene plusvalor sin crear puestos de trabajo.

CXIV

El hombre de la modernidad envejecida es un narcisista que no encuentra la verdad porque no puede prescindir de sí mismo. Ha perdido contacto con los fines sociales y las preocupaciones ciudadanas, desgarra el tejido social participando en los colectivos de las minorías y antepone su libertad al ideal de la justicia.

CXV

Durante el juicio a Eichmann en Jerusalén en 1961, filósofos como Arendt, Jaspers y Buber señalaron que se trató de crímenes contra la humanidad y no meros crímenes de guerra, mientras tanto el filósofo nazi Martín Heidegger mantuvo un sepulcral silencio.

CXVI

El nazismo demostró que un Estado criminal y un orden jurídico criminal general criminales por doquier que no son sádicos ni pervertidos sino gente normal. Es la banalización del mal de la que habló Hannah Arendt.

CXVII

CARTA A LOS INTERNAUTAS

Mi querido estudiante:

Después de diez años de escolaridad y cinco años de universidad usando intensivamente el Internet, ¿Te has dado cuenta que tu cerebro ya no puede leer un libro? ¿Tu caligrafía y ortografía han empeorado terriblemente? ¿Te percibes menos inteligente y más estúpido? ¿Te cuesta trabajo concentrarte? ¿Has percibido que tu cerebro no se acuerda de los libros citados al extraerlos de internet? ¿Reparaste que apenas retienes tu propio número telefónico de tanto usar el teléfono inteligente? ¿Te has dado cuenta que tu memoria a largo y corto plazo se atrofió?

Bueno no te alarmes. Simplemente te has vuelto más estúpido y tonto porque las máquinas se volvieron más inteligentes. Tu creatividad, invención e inteligencia se atrofia, adormece y anestesia conforme te vuelves en un usuario asiduo del Internet. Esa es la idea básica que expone Nicolás Carr en su libro. El ordenador altera el sistema nervioso central, altera los hábitos mentales, debilita la memoria, disipa la concentración y empobrece el vocabulario. El cerebro no es inmutable, tiene neuroplasticidad y la tecnología influye sobre él. El Internet al sobrecargar al cerebro de información destruye la atención. Con el Internet la humanidad marcha de la ilustración a la evasión. Sencillamente la Red no nos vuelve más inteligentes, sino más idiotas. Forma descerebrados consumidores. Hemos retrocedido a cazadores recolectores de datos electrónicos inconexos. No nos hemos vuelto más inteligentes, sino más torpes. La Web genera olvido y es amenaza para la cultura. La erudición y la ciencia se reducen.

Pero ahora que ya pasó el ingenuo entusiasmo por el Internet y vemos sus nefastas consecuencias sobre el cerebro, te recomiendo querido estudiante que disciplines el uso del internet a sólo una hora diaria. Además, vuélvete más cercano a la naturaleza. Así devolverás la tranquilidad a tu cerebro, mejorarás tu atención, crecerá tu memoria, y recuperarás la concentración. Sólo el estado contemplativo fortalece la capacidad para controlar la propia mente.

Me despido, deseándote suerte en tu lucha contra el nuevo Moloc y asesino del pensamiento en nuestro tiempo: el Internet. Que políticos, educadores, intelectuales, ministros de educación y cultura reaccionen ante la amenaza del Internet, que tritura el pensar creativo.

CXVIII

En la modernidad envejecida es una combinación terrorífica cuando la superficialidad de las mentes del hombre digital se aúna al poder de los medios técnicos. Y ello no es una alusión al ciberdelito, hoy muy extendido, sino al surgimiento de un nuevo tipo de delincuente del hombre normal que comete actos de maldad sin percibirlos.   

CXIX

El colapso moral de la humanidad está a la orden del día en una modernidad envejecida que antepone los intereses egoístas del individuo a los intereses sociales del ciudadano.

CXX

La verdad cuestiona el espíritu de autonomía sin límites. Por ello, es la primera víctima de la cultura nihilista que necesita anteponer su voluntad de verdad a la verdad.

CXXI

La verdad es la primera víctima en la guerra cuando no se tiene el coraje de deslindarla de las mentiras. La avalancha de Fake news o noticias falsas busca ocultar el deslinde entre guerra justa y guerra injusta.

CXXII

La modernidad envejecida al no poder librarse del absolutismo del sujeto de la revolución copernicana, está sucumbiendo en la revolución dataísta del ordenador cibernético.

CXXIII

El narcisista de la modernidad envejecida confunde la verdad con lo que le causa placer. Pero el narcisista posmoderno de la modernidad envejecida no es un simple enamorado hedonista de su propia imagen, sino que se trata de un hedonismo nihilista propio de un espíritu terrenalista y secularizado

CXXIV

El destino de la modernidad se selló al colocar al hombre en el punto central. Así se abolió el misterio y se impuso la relación pragmática con la verdad.

CXXV

El antropologismo ontológico no confunde el ser con su conocimiento, como sí ocurre con el antropologismo epistémico moderno, que termina encallado en el antropocentrismo.

 

 

 

 

QUINTA SERIE

“SIGNIFICADOS”

 

CXXVI

El hombre es una extraña criatura arraigada en la oscuridad de la Tierra, pero que se eleva a lo infinito del cielo.

CXXVII

Nacemos no una vez, sino varias veces. Y es así porque la vida es siempre y sin pausa un venir al mundo.

CXXVIII

Sin el hombre permanece lo verdadero del ser, pero con él adviene la inteligibilidad del ser.  

CXXIX

Lo en Ucrania tiene lugar es el conflicto del mundo unipolar contra el mundo multipolar. Los neonazis de Kiev fueron la marioneta del mundo unipolar de las anglosajonas megacorporaciones mundiales. El mundo multipolar sólo ha sido retrasado, pero no ha sido detenido y menos destruido. Al final vencerá.

CXXX

Contra lo que parece el capitalismo cibernético no es la época de la civilización técnica, sino tan sólo su comienzo. Un comienzo peligroso distorsionado por la mendacidad, el consumismo y el plusvalor.

CXXXI

La causa de la segregación urbanística -separación de barrios entre pobre y ricos- es expresión de la desigualdad en la distribución de la riqueza. El muro de diez kilómetros de las Casuarinas, en Lima-Perú, es uno de sus símbolos más ominosos, que contradice el ideal democrático y dinamita la construcción de una sociedad justa y libre.

CXXXII

El paisaje urbano se va desintegrando entre ricos que viven en guetos seguros y pobres que moran en barrios inseguros.

CXXXIII


La sobrevaloración de los individuos en el capitalismo neoliberal tuvo su expresión filosófica en el nihilismo posmoderno europeo y en el contingencialismo del pragmatismo americano.

CXXXIV

La globalización capitalista anuló la división entre centro y periferia. Muestra de ello es que todos participan en la marginación de inmigrantes, refugiados, exiliados, apátridas y excedente poblacional.

CXXXV

La injusticia global se resume en un Primer Mundo que extrae su riqueza de otros países, para luego levantar muros para luego levantar muros para mantener fuera a la gente empobrecida de esos países.

CXXXVI

En la modernidad envejecida el capitalismo digital acentúa la disolución del modelo del Estado social a un modelo de Estado de inseguridad penal, donde cunde el crimen cibernético.

CXXXVII

El capitalismo digital de la vigilancia no devuelve la seguridad al ciudadano porque no restablece el Estado protector.

CXXXVIII

El neoliberalismo es el capitalismo salvaje, desatado de toda obligación social, que al eliminar el Estado protector hizo que cundiera la inseguridad, el crimen y el temor. No fue un aborto, sino que ya se incubaba en la entraña del capitalismo de bienestar

CXXXIX

Si la modernidad líquida de Zygmunt Bauman correspondió al capitalismo global neoliberal, ahora pasamos a la modernidad gaseosa del capitalismo cibernético-digital. En este último lo real es sustituido por lo irreal. La nueva inmanentización del mundo es de índole cibernética, donde se despeja la intención de ser el Fin de la Historia de la humanidad y el comienzo de la historia de la inteligencia artificial autónoma.

CXL

En el capitalismo digital reina la confusión existencial. La subjetividad humana es subyugada por la inteligencia artificial. Desaparece el hombre en su pura nada frente a la velocidad y capacidad informativa de lo digital. Se inaugura el Fin de la Historia como estancamiento de la inteligencia humana. En esa situación lo que prima no es la rebelión, sino la necesidad de refugio seguro.

CXLI

En la frívola y egoísta élite megacorporativa mundial de Occidente se contempla disminuir la población mundial no sólo con amables métodos eugenésicos, sino con medios técnicos más compulsivos como las infecciones virológicas, en consonancia con su mortal anestesia moral. Un futuro de exterminio superior al nazismo no es improbable.

CXLII

En medio de la modernidad envejecida brota una versión racista y agresiva de lo andino, que lejos de recoger el espíritu sincrético del Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala, Juan Santacruz Pachacuti y José María Arguedas, hace una lectura tendenciosa de todos ellos. Ello es expresión de un etnicismo fascista, antioccidental y agresivo.

CXLIII

La tesitura moral de cierto andinismo etnicista que permanece incalificablemente indiferente ante los asuntos mundiales -tildándolos de líos entre blancos- revela su mendacidad normativa y fascismo oculto en sus entrañas.

CXLIV

En la emergencia derechista-fascista del Primer Mundo hay un comunitarismo etnicista, xenófobo, intolerante, agresivo, del cual se contagia un andinismo mal entendido. Ni lo geográfico ni lo étnico debe definir lo característico de un país o un pueblo.

CXLV

El racismo es la puerta de entrada a los crímenes de lesa humanidad. Se trata del estancamiento del espíritu humanitario y el imperio de la inteligencia cínica.

CXLVI

El comunitarismo es un nacionalismo basado en lo étnico, o sea racista y filo-fascista. Por ello, Arguedas no es un autor comunitarista al promover un país de todas las sangres.

CXLVII

La comunidad ideal del comunitarismo no es la comunidad real y total, sino otra ficticia que demoniza la incertidumbre ontológica, otras razas y comunidades.

CXLVIII

Valores como patria, tierra y sangre son usados por el comunitarismo, articulando un discurso racista, ultraderechista y fascista que margina la comunidad total humana. El racismo posmoderno es más letal porque siempre busca ir más allá de lo convencional sin creer demasiado en ellas.

CXLIX

El comunitarismo es una reacción autoritaria burguesa al colapso de la comunidad liberal bajo el capitalismo global. Alasdair MacIntyre (Justicia y racionalidad, 2001) y Charles Taylor (Las fuentes del yo, 1989), defienden el argumento sofístico de que es lo bueno lo que define lo justo y no al revés. Pero en realidad lo que es bueno a la comunidad no es necesariamente justo para toda la humanidad. Por eso, lo justo no puede resultar de lo que es bueno comunitariamente.

CL

En la modernidad moribunda coinciden democracia burguesa y fascismo. Primero, porque la democracia está debilitada. Y, segundo, porque el neofascismo está fortalecido como fuerza de choque contra el bloque multipolar. La identidad nace de la diversidad, por ello hay que buscar la unidad en la pluralidad. El totalitarismo unidimensional es propio de la modernidad envejecida

 

 

SEXTA SERIE

“PARADOJAS”

CLI

La paradoja del neoliberalismo es que no se puede perseguir objetivos individualistas sin tornar frágil la propia libertad.

CLII

La paradoja clamorosa del comunitarismo es que no se puede ser comunitarista sin la libertad individual que la comunidad niega.

CLIII

La instauración de una perfecta burocracia es el sueño de todo dictador y régimen totalitario, porque en ella está suprimida la iniciativa personal.

CLIV

En el capitalismo digital todo es fugaz e instantáneo. Con ello se desintegra la autoestima, los vínculos humanos y la confianza. Vivimos un mundo de incertidumbre completa.

CLV

El tránsito actual desde el capitalismo neoliberal al capitalismo digital representa el paso de la cultura de casino a la cultura del avatar.

CLVI

La modernidad envejecida flexibilizó todo, universalizó la caducidad de la mercancía, nada es para siempre, ni los matrimonios, ni el amor, ni el honor, ni los principios.

CLVII

La caducidad de la mercancía bajo la modernidad envejecida del capitalismo supérstite se extiende hacia todo lo existente, y de ese modo engulle los principios, normas, valores y mandamientos religiosos. El resultado es que ya no es necesario un régimen totalitario monstruoso como el nazi para que las personas dejen de diferenciar entre el bien y el mal y se imponga un clima anético generalizado. La democracia liberal se basta para tan maligno destino.

CLVIII

El hombre descartable se corresponde con la lógica de la mercancía postindustrial, hecha para un momento y luego sustituirla. Nada humano puede durar y con ello la vejez se desprecia. La humanidad se volvió descartable.

CLIX

El hombre posmoderno no cree en el pasado ni tiene fe en el futuro, porque corresponde a un capitalismo que convierte la duración en un defecto. Todo es mercancía, incluso el tiempo, y ésta debe caducar. Lo que prima es el instante.

CLX

Las personas del capitalismo digital necesitan de un avatar porque sienten que siempre deben ser nuevos y no repetirse siendo los mismos. Han interiorizado la caducidad de la mercancía y la lógica del mercado digital. Pero en el fondo se trata de un proceso de nihilización del mundo porque no creen ni en ellos mismos. La Nada ya no merodea en la cultura, sino que se volvió su médula.

CLXI

Vivimos el capitalismo donde todo tiene fecha de expiración. La inmortalidad se devaluó. Los poderosos se centran en la manipulación de lo transitorio. El capitalismo consagró la lógica del ateísmo.

CLXII

(Dedicado a los filósofos mudos ante el peligro de guerra mundial). Al cobarde se le reconoce por su silencio, sus excusas y no hacer lo correcto, a pesar de saberlo. Hay quienes prefieren eludir lo ético y verlo ontológicamente como actitud de prudencia y autoconservación.

CLXIII

El internet se ha convertido en tecnología de masas, dentro de un contexto de guerra cultural, para el control mundial a favor de la élite mundial.

CLXIV

La sociedad de consumo entroniza la cultura narcisista del selfie porque reduce el ser a mera apariencia. La apariencia en el nuevo predio del imperio de la Nada. Lo normativo caducó, ahora importa la visión del mundo así sea llena de relativismo y escepticismo.

CLXV

Hay más verdad y realidad en los llamados salvajes que en los bárbaros civilizados del capitalismo cibernético, entregados como están a la posverdad y la hiperrealidad.

CLXVI

La modernidad envejecida es cultura del narcisismo, sólo importa la imagen, la apariencia, y ello sirve al capitalismo digital. De ahí el enorme peligro que corre la humanidad en medio del extravío de la verdad.

CLXVII

El capitalismo comenzó entregando mercancías a la gente y terminó convirtiendo a la gente en mercancías. En ese proceso el sujeto es desplazado por el ordenador.

CLXVIII

La gente de nuestro tiempo es profundamente infeliz, porque vive en función de los deseos de las corporaciones y no de sí mismos ni de la realidad.

CLXIX

El metaverso digital es la consumación de la pérdida de la identidad personal. Es esquizofrenia social consensuada.

CLXX

En el paroxismo individualista de la modernidad envejecida el “estar en forma” se convierte en obsesión patológica. La adicción a los gimnasios, las dietas, el naturismo y otros, no son sino formas de idolatrar la apariencia a costa del contenido.

CLXXI

Vivir en función del deseo es condenarse a una vida insaciable. Eso es vivir bajo el imperio de la tiranía de la mercancía. El capitalismo consagra el deseo por el deseo.

CLXXII

El hombre-mercancía sólo se interesa por la apariencia y de ese modo pierde realidad. Lo cual no es nada preocupante dentro del espíritu de la cultura nihilista y narcisista del capitalismo digital. Por lo demás, se trata de un proceso que se condice profundamente con la esencia inhumana del capitalismo, preocupada por el plusvalor y no por lo humano.

CLXXIII

El capitalismo es productividad y actividad incesante. Todo expira y tiene fecha de vencimiento. Ningún premio es suficiente. Lo único incaducable es el deseo. El resultado es una carrera loca por el consumo. Lo humano sucumbe al imperio del deseo.

CLXXIV

El exponer públicamente la vida privada es un imperativo del totalitarismo de la mercancía. La modernidad envejecida es el reino de la impudicia, la pornografía y el descaro. La lógica de la mercancía introyectada en la subjetividad humana caracteriza al bárbaro civilizado de nuestro tiempo.

CLXXV

El narcisista digital del capitalismo cibernético ha tomado el lugar del individualista del capitalismo neoliberal. El resultado es que el imperio en la web del chisme y lo privado sofoca lo público.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SÉPTIMA SERIE

“COLOFÓN”

CLXXVI

Es mejor la precisión de los razonamientos breves porque actúan como iluminaciones. Son el ser en el pensar. Pero dentro del malestar de la cultura nihilista se prefiere el lenguaje semiótico de los emoticones. El emoticon impone la imagen ostensible sobre la imagen intelectual. Por ello, está mucho más abajo no sólo del concepto, sino incluso de la metáfora. Pertenece al ámbito del empobrecimiento del lenguaje y del razonamiento conceptual. El emoticon es la irrupción de la nada en el pensar.

CLXXVII

Los terribles crímenes del Holocausto demostraron que el racismo es una perversión moral de la condición humana contra la misma humanidad. De ahí que basar las culturas en lo étnico es sumamente peligroso en cuanto late la tendencia a lo excepcional y privilegiado de la propia raza a costa de la existencia de las otras. Lo étnico corrompe el orden de los hechos cuando se le convierte en el orden del derecho y de los principios.

CLXXVIII

La modernidad es el imperio de lo temporal sobre lo eterno. Pero el Plan divino no niega lo contingente, la indeterminación y la libertad, porque el orden de lo eterno no es el orden de lo temporal. Pero al divorciar el orden temporal respecto al orden eterno lo que se obtiene es una realidad finita fantasmal que merodea en el tiempo sin fundamento.

CLXXIX

Cuando no se confunde el orden de lo eterno con el orden de lo temporal, no es necesario poner la duración temporal ni la libertad inmanente desde el principio. Bergson no comprendió el Dios cristiano, lo que lo llevó a afirmar que la función esencial del universo es ser una máquina de hacer dioses.

CLXXX

En el capitalismo de la modernidad envejecida la salvación ya no corre a cargo de la sociedad, sino del individuo. Cada emprendedor es su propio jefe y autoexplotador.

CLXXXI

Un mundo sin verdad es la nueva vanidad de la modernidad envejecida. Lo moderno ya no es ni siquiera líquido, ahora se torna gaseoso. Bajo el desenfreno de la riqueza no hay mérito que valga. La razón y la justicia son sacrificadas en el altar de la corrupción. El nuevo trono se llama Podredumbre de todo lo cualitativo, y es lo ideal para el imperio de la mercancía. Así el comprador nunca se arrepentirá de su compra, ni el vendedor de su precio.

CLXXXII

El hombre-mercancía es descartable, y para soportar su denigrante realidad necesita del horizonte de la posverdad. La posverdad busca instalarse en el horizonte racional mediante la tecnología, haciendo de lado la verdad ontológica y la verdad epistemológica. Con ello, la posverdad se revela como la burbuja privada o de clase de la verdad.

CLXXXIII

En la modernidad envejecida ya nada es verdad. Todo lo cual favorece el tráfico e imperio de la mercancía. La estructura esencial del capitalismo es el nihilismo, porque se trata de des substancializar el mundo a favor de un proceso temporal y finito de intercambio de mercancías sin final en el horizonte. No hay ser, todo es devenir de conversión de valores en mercancías. Todo se reduce a cálculo.

CLXXXIV

En el relativista mundo sin verdad de la modernidad envejecida uno no puede errar, pero tampoco puede estar seguro de acertar.

CLXXXV

En el mundo de la posverdad la educación se vuelve en una tarea vana, inútil y anacrónica. La educación necesita de la verdad, y la deseducación requiere de la posverdad.

CLXXXVI

El problema humano es su propia existencia que problematiza a la existencia. Y bajo la modernidad envejecida existir se reduce a disfrutar -privilegio de las élites- y a sobrevivir -para las masas-. Lo cual tiene que ver con la estructura axiológica de nuestro ser. Sólo enlazando lo ontológico con lo axiológico la existencia humana resuelve la oposición entre ser y apariencia. El valor no solamente nos hace penetrar en la interioridad del ser, sino que constituye la propia médula de nuestra ontología humana.

CLXXXVII

La muchedumbre digital es una masa solitaria, porque prescinde solipsistamente del trato personal con el prójimo.

CLXXXVIII

La modernidad envejecida es posmodernidad que sustituye los valores universales por los individuales. Muestra elocuente es la fragmentación de la sociedad en colectivos sociales.

CLXXXIX

Las políticas privadas de los colectivos minoritarios avanzan parapetados en la versión individualista de los derechos humanos y en la medida en que las políticas públicas ceden.

CXC

La red pedófila de la élite mundial expresa una modernidad envejecida en lo anético y la posverdad.

CXCI

En la modernidad envejecida la razón está de duelo, porque prima la satisfacción de los deseos individuales en desmedro del bien común. Por ello, le es consustancial la decadencia de la cultura.

CXCII

La modernidad de la burguesía envejecida es reacia a la verdad, porque lo único que quiere es mantener la rutina de su vida diaria y los privilegios de sus intereses egoístas.

CXCIII

En la modernidad envejecida la necesidad de redes sociales nace de la necesidad del individuo de interconectarse en una comunidad ficticia y frágil, que le da la ilusión de escapar de su soledad.

CXCIV

Quien mucho busca a los demás no sabe conversar con su propia alma. El hombre digital de las redes sociales es el imbécil liberado por la técnica. Es el extravertido e hipersocializado que confunde lo cognitivo con lo emocional.

CXCV

La modernidad envejecida es la apoteosis de la mercancía. La mercancía requiere liquidar la memoria histórica, pues vive de pura actualidad. Su destino depende del presente sin tradición.

CXCVI

La auténtica tragedia de la modernidad envejecida es que sólo sabe valorar lo joven e infravalora la vejez, que en el fondo es historia. Con ello causa un daño irreparable a la humanidad porque se vuelve irresponsable y poco juiciosa. No en vano desde el 2014 los Estados Unidos y Ucrania votaron en las Naciones Unidas en contra de la Resolución de la glorificación del nazismo y los países europeos en complicidad se abstuvieron.

CXCVII

La modernidad envejecida introdujo el mercado en la subjetividad mediante las redes sociales, la web y el internet. El colectivismo del mercado que disuelve la personalidad y genera el hombre anónimo que se fortalece bajo el capitalismo digital. Lo peculiar es que la web imbeciliza a las masas y pone en evidencia su extendida existencia. La imbecilofobia no se genera de su existencia, sino de su preponderancia.

CXCVIII

El valor ético central es formar “carácter”. Pero en la modernidad envejecida el carácter resulta superfluo porque el hombre y el ciudadano es reducido a mero consumidor hedonista.

CXCIX

La utopía posthumanista que supura el capitalismo digital de la modernidad envejecida recrea un mundo hipertecnológico donde el hombre esté más allá del bien y del mal. Se aspira a ser algo sobrehumano, siendo casi sobrehumanamente inhumano. Curiosa coincidencia con la orden dada a las SS nazi para llevar a cabo la Solución Final del problema judío.

CC

La temible naturaleza de la modernidad envejecida, que debiera ser suficiente para ponernos a temblar, es que, bajo su aspiración de eternizarse bajo el esquema de un mundo unipolar, lleve a cabo mediante sutiles medios técnicos y cibernéticos un exterminio eugenésico planificado de la población mundial a la medida de sus requerimientos y sin oposición alguna. Previamente ya se neutralizó la voluntad y pensamiento autónomo del hombre del capitalismo digital.

CCI

La modernidad envejecida está enferma de nihilismo, el cual metafísica y moralmente es destructor. Aquí no se trata de discutir si es una traición al Logos (Husserl) o si estaba ínsito en la racionalidad griega (Heidegger). De lo que se trata es de advertir que el nihilismo es un pensar el ser desde la nada, sometiendo todo a la transitoriedad del devenir. Esa es su esencia. En el nihilismo se trata de ir de la nada a la nada y no desde el ser a la nada, ni de la nada al ser. Por eso es disolvente. Pero el pathos nihilista distorsiona la comprensión del devenir, porque éste es un ir movimiento del ser finito al no ser finito y viceversa. El nihilismo se basa en un mal entendimiento de la dialéctica de la finitud. Por eso es refractario a toda ontología fuerte. Nihilismo es falta de sentido, decadencia civilizatoria, disolución de valores, imperio de la temporalidad, poder-ser, fatiga de la razón, posthistoria, posverdad, todo vale. En una palabra, es el poder de la nada en medio de la utopía inmanente de la secularización y del estancamiento espiritual.

CCII

Los verdaderos maestros de vida son maestros de la verdad universal y no de la verdad particular, como se pretende en la modernidad envejecida, hedonista, escéptica y nihilista. En la decrepitud prima el egoísmo, en el rejuvenecimiento reina la generosidad.

CCIII

Si no tenemos ninguna participación en el ser verdadero, entonces el escepticismo está en lo correcto. Pero como sí conocemos verdades, el escepticismo está errado.

CCIV

La modernidad envejecida es hermenéutica, todo es interpretación. La catástrofe ontológica lo consagra afirmando que el hombre no es sustancia sino lenguaje y discurso.

CCV

Gracias al hombre primitivo que preservó la unidad familiar, la humanidad llegó hasta nosotros. En cambio, el hombre civilizado de la modernidad envejecida se encargó de destruir sistemáticamente la familia y con ello poner a nuestra especie al borde la extinción.

CCVI

Quitadle al mundo el amor que provee la familia y la humanidad colapsará. Y ello es precisamente lo que está haciendo la modernidad envejecida del capitalismo imperante.

CCVII

Destruid la unidad familiar y tenéis asegurado el fin del mundo. El individuo narcisista actual antepone su egoísmo a todo. Sin el amor de la familia la civilización tiene garantizada su destrucción. En la modernidad envejecida lo económico arrasó como huracán a la familia, luciendo desvencijada y moribunda.

CCVIII

La sociedad colapsa porque la educación fracasa, y ésta fracasa porque la familia está siendo sistemáticamente destruida por la hegemonía de lo económico sobre el hombre.

CCIX

El hombre de la modernidad envejecida no ama lo que hace, porque no sabe lo que quiere. Y no sabe lo que quiere, porque en su enajenación extravió el sentido de la vida.

CCX

La modernidad envejecida ha confundido la promoción de la igualdad de las personas con la negación de la diferencia entre los sexos. Absurdamente aspira a una posthumanidad sobrecargada de narcisismo y eliminación de las fronteras entre lo natural y lo artificial.

CCXI

No vivo porque existo, existo porque vivo (Ana de Lacalle). Y efectivamente, la vida -como realización de la existencia- tiene una dignidad superior a la propia existencia -posibilidad del vivir-. Pero en la modernidad envejecida del capitalismo decadente, la vida se halla amenazada al verse convertido el hombre en consumidor universal, andrógino de la biotecnología, que disuelve la dicotomía entre naturaleza y cultura.

CCXII

Más peligroso y letal que el monstruo moral es el hombre común, que convertido en burócrata obedece sin preguntar. La modernidad envejecida ha multiplicado por doquier este tipo humano sin criterio propio.

CCXIII

Los libros como los hombres tienen un destino imprevisible.

CCXIV

Destruir al hombre es difícil. Se necesita mucha maldad y estupidez. La mayoría sucumbe, y los pocos que resisten oprimen de vergüenza a los vencidos.

CCXV

Hay poco margen para el pensamiento cuando hay que luchar contra el hambre, el frío y el trabajo. La piedad y la justicia ensanchan las avenidas del pensamiento.

CCXVI

Un campo de exterminio no sólo es marchar hacia la muerte física, porque antes lo que se mata es el sentimiento de humanidad.

CCXVII

El problema central del pensamiento civilizado es el nivel desbocado al que llegó el antropocentrismo.

CCXVIII

Lo bárbaro del pensamiento civilizado no es el poder sobre la naturaleza, sino la falta de control sobre el mismo.

CCXIX

No es el pensamiento primitivo, sino el pensamiento civilizado el que procede con barbarie con la naturaleza. Y es la civilización capitalista la que ha procedido con más furia contra la naturaleza.

CCXX

El pensamiento mítico no es primitivo, es simplemente la manera no instrumental de relacionarnos con la naturaleza. La modernidad envejecida ha extremado los aspectos negativos de la razón instrumental.

CCXXI

El pensamiento salvaje vive en armonía con la naturaleza, mientras el pensamiento civilizado vive en conflicto por su excesivo poder sobre ella.

CCXXII

El feminismo prometeico ha producido una masa de mujeres enfurecidas, descontroladas, intolerantes y libertinas, defensoras del aborto homicida, el divorcio sin control, la eutanasia selectiva y que está destruyendo la unidad familiar.

CCXXIII

La modernidad envejecida vive entregada a la división esquizofrénica entre derecho y moral. Lo curioso es que esta división se consagra con Kant. Si Maquiavelo opera la separación entre ética y política, y Spinoza entre ética y libertad, con Kant se lleva a cabo la separación entre ética y derecho. O sea, se puede cumplir con el deber jurídico sin cumplir con el deber moral. Argumento que Eichmann esgrimió toscamente en su defensa. Hannah Arendt cree que la facultad de juzgar elimina la obediencia ciega. Pero eso no es cierto. Onfray vio bien cuando afirmó que la ética, derecho y filosofía política kantiana justifica la obediencia ciega. Pero no dio en el clavo, porque no vio que la razón de fondo es la formalización extrema de la moral operada por Kant.

CCXXIV

Desde la Solución Final la modernidad subjetivista selló su maldición. El humanismo sin Dios fracasó rotundamente.

CCXXV

Todos somos Caín de nuestros hermanos. Los mejores mueren por su valor, los peores sobreviven por su egoísmo. Por eso esta vida no es mejor que la otra.

CCXXVI

El enloquecido hombre prometeico de la modernidad envejecida ha bajado dionisiacamente a los infiernos con trompetas y tambores anunciando su final

CCXXVII

El precio que se paga cuando se manipula la verdad es la huida paranoica de la realidad. El totalitarismo estatal o el totalitarismo del mercado tienen al final el mismo efecto disolvente sobre la verdad: la primera normaliza la crueldad del sufrimiento, la segunda hace lo mismo con la disolución de la vida normativa.

CCXXVIII

Tan pavorosa es la presión que ejerce sobre el individuo el Estado totalitario como la que se opera mediante el mercado.

CCXXIX

Más peligroso que el monstruo morales el hombre común, que convertido en burócrata estatal o ejecutivo corporativo está dispuesta a obedecer sin preguntar.

CCXXX

Destruir al hombre es difícil. Se necesita mucha maldad y estupidez. El poder totalitario y el mercado manipulador logra que la mayoría sucumba. Pero los pocos que resisten oprimen de vergüenza a los vencidos.

CCXXXI

Hay poco margen para el pensamiento cuando hay que luchar contra el hambre, el frio y el trabajo. Por ello, la piedad y la justicia siempre ensanchan las avenidas del pensamiento.

CCXXXII

Una interpretación etnicista en vez de cultural de lo andino dejará siempre las puertas abiertas al fascismo político.

CCXXXIII

Un campo de exterminio no sólo es marchar hacia la muerte física, porque lo primero que se mata es el sentimiento de humanidad.

CCXXXIV

Los libros como los hombres tienen un destino imprevisible.

 

 

 

 

 

 

LECTURAS RECOMENDADAS

 

 

Anders, Günter: Más allá de los límites de la conciencia. Paidós, España, 2003.

Aranguren, José Luis: Ética y política. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1999.

Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. DeBolsillo, Barcelona, 2008.

Arrieta, Teresa: Nuevo humanismo, viejas raíces. Aletheya, Arequipa, 2020.

Baudrillard, J.: La sociedad de consumo. Siglo XXI, Madrid, 2009.

Bauman, Z.: Modernidad líquida (2000). FCE, México, 2004; id., Ética posmoderna, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2011.

Berger, Peter-Luckmann: Modernidad, pluralismo y crisis de sentido, Barcelona, Paidós, 1993.

Bloch, Ernst: El Principio Esperanza. Editorial Trotta (tres tomos), Madrid, 2007.

Braidotti, Rosi: Lo posthumano. Gedisa, Barcelona, 2015.

Brea, José Luis: Errar para no hablar de la posmodernidad, Madrid, Libertarias, 1986.

Cohen, Gerald: ¿Por qué no el socialismo? Discusiones, España, 2011.

Cortina, Adela: Neuroética y neuropolítica. Sugerencias para la educación moral. Tecnos, Madrid, 2015; id., Ética sin moral, Tecnos, Madrid, 2008.  

Crary, J.: Capitalismo tardío y el fin del sueño (2013). Ariel, Barcelona, 2015.

Han, B-Ch.: La sociedad del cansancio (2010), Herder, Barcelona, 2012.

Debord, G.: La sociedad del espectáculo. Castellote, Madrid, 1976.

Dellutri, Salvador: El desafío posmoderno, Lima, Verbo divino, 2006.

Díaz, Esther: Posmodernidad, Buenos Aires Biblos 2000.

Duque, Félix: Posmodernidad y Apocalipsis, B. A. Baudino Ed. 1999.

Eagleton, Terry: Las ilusiones del posmodernismo, B. A. Paidós 2004.

Engel, P. y Rorty, R.: ¿Para qué sirve la verdad? Planeta, Madrid, 2007.

Fatone, Vicente: El hombre y Dios, B. A. Columba 1963.

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Ferry, Luc: La revolución transhumanista. Cómo la tecnomedicina y la uberización van a transformar nuestras vidas. Alianza editorial, Madrid, 2017.

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Esta obra se terminó de imprimir en su primera edición

en abril del año 2022 en

Lima Perú

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

C O N T E N I D O

 

 

Exordio

 

Primera Serie

El Problema

 

Segunda Serie

El contexto

 

Tercera Serie

El Dilema

 

Cuarta Serie

Particularidades

 

Quinta Serie

Significados

 

Sexta Serie

Paradojas

 

Séptima Serie

 

Colofón

 

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