jueves, 29 de septiembre de 2022

EL MUNDO EN VILO

 EL MUNDO EN VILO


¡Qué insensatez! ¡Pensar que quieren la paz los que han hecho la guerra! Al insensato le es posible pensar que puede salir indemne y victorioso de una guerra con armas nucleares. Eso es justamente lo que es y piensa el decadente Occidente guerrerista e insensato. ¿Pensar que al gran promotor de guerras en nuestro siglo le interesa la paz? ¡Qué insensatez! Querer la paz sin abandonar el pecado, ¡es una locura! ¿Será que estamos al borde del cumplimiento del tercer secreto de Fátima de ver el mundo reducido a cenizas en un mar de llamas, por no haber oído su llamado a la conversión?

No se necesitan dos dedos de frente para darnos cuenta que el mundo está en vilo por la amenaza de una catastrófica guerra mundial en Europa, Norteamérica y el Sudeste Asiático. El orden geopolítico mundial se está desmoronando. Nos deslizamos hacia una gran conflagración mundial. Contra la cínica y nefanda propaganda que pregonan los medios de desinformación del imperio y sus ciegos aliados, la realidad es que es el INJERENCISMO de Washington, Londres, la OTAN y los serviles países de Europa Occidental, es lo que ha impedido la paz entre Ucrania y Rusia. Europa luce totalmente sometida a la política imperial de Washington, sus medios de comunicación son cajas de resonancia de la embajada norteamericana. Europa ha perdido vergonzosamente su soberanía. Y en su pusilanimidad se pliegan incondicionalmente al atropello del Derecho Internacional por la prepotencia imperial. Y así la Satanocracia se expande y trata de perpetuarse en el viejo Orden Unipolar Mundial.

Si estos son los prolegómenos de la Tercera Guerra Mundial, pues todos los hombres de buena voluntad tienen el deber de impedirla. El demonio anda suelto y es menester atajarlo con la fuerza de la espiritualidad. Todas las iglesias y religiones del mundo, todos las instituciones culturales y centros de enseñanza, todos los creyentes y no creyentes deben alzar su voz para exigir la paz, en un mundo que da señas de desbocarse hacia el infierno atómico. 

Es más, fueron ocho años de incumplimiento de los acuerdos de Minsk, la masacre y el bombardeo sistemático a la población rusa en el Donbás por los nazis de Kiev, y la negativa a proporcionar a Rusia garantías de seguridad ante la expansión de la OTAN hacia el este, lo que obligaron a Rusia a implementar el Operativo Militar Especial. 

Se dice que la distancia más grande entre dos personas, es un malentendido. Pero aquí lo que espectamos es el reino de la confusión. El mundo ve atónito como los necios políticos europeos prefieren caer en la inflación, devaluación, crisis energética, destruir el empleo y su economía, por seguir sumisamente a pie juntillas las descabelladas diatribas rusofóbicas del imperio anglosajón. Aún a sabiendas que era el imperio del Norte el que siempre se mostró contrario al abastecimiento de gas por Rusia a Europa, y era el primer interesado en apartar a Europa de Rusia. Francia tuvo la oportunidad de reaccionar en las recientes elecciones y no lo hizo. Ahora Italia con Giorgia Meloni se yergue insumisa con el reciente triunfo electoral del nacionalismo ultraderechista que se muestra claramente anti-OTAN. Pero una golondrina no hace verano, y, al parecer, Biden y Londres aceleran los motores de la guerra hasta el límite demencial de empujar a Rusia y China hacia un enfrentamiento nuclear. Todavía está por verse si el canciller alemán Olaf Scholz tendrá el coraje de escuchar a Merkel y desafiar al amo imperial para debilitar de las acciones de la OTAN en Ucrania.

Un viejo proverbio reza: Lo que no es útil para la colmena, no es el útil para la abeja. Pero desde el neoliberalismo global la élite mundial se acostumbró a imponer su criterio sobre la colmena. Y así, el conflicto sigue escalando peligrosamente en Ucrania y las tensiones no cesan de crecer en Taiwán. Primero fue el atentado terrorista a la hija del filósofo ruso Dugin, luego el desafiante viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, y ahora el sabotaje a las líneas suministro de gas ruso para Europa, Nord Stream I y II. Destrucción que el senil Biden había prometido. Washington y Londres enceguecidos de ambición imperial continúan con las provocaciones a Rusia y a China, arrastrando al mundo hacia un conflicto nuclear donde no habrá ganadores. 

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Tal cosa no nos debería llamar a la atención, porque cuando un imperio llega a su decadencia y decrepitud hace cosas descabelladas, imprudentes y desatinadas. Ya lo decía Erasmo de Rotterdam cuando afirmaba que la paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa. Pero ante esto es completamente sordo la mezquina ambición imperial. Han sido precisamente los bajos intereses de la élite mundial la que provocó la presente guerra en Ucrania y también la incorporación a Rusia de las repúblicas populares de Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporozhye.

Los 50 millones de muertos durante la Segunda Guerra Mundial quedarán como niño de pecho ante lo que se viene. En un escenario de guerra termonuclear tan sólo en las primeras 48 horas más de 100 millones de personas habrán muerto en el conflicto apocalíptico. Europa, Rusia y América del Norte quedarán devastadas. Y en las siguientes 72 horas se habrán sumado otras 500 millones de víctimas del Sudeste Asiático y Oceanía. Hay quienes piensan que Occidente no llevará las cosas tan lejos a sabiendas que Rusia con 6 mil cabezas nucleares y sus misiles hipersónicos los supera. Quisiera tener el mismo optimismo, pero las acciones descabelladas de las provocaciones injerencistas de Occidente desvanecen las más optimistas expectativas.

El imperio estadounidense y británico lucen extraviados y enloquecidos en su declive histórico. Y en su desvarío es seguido por una desorientada Europa satélite y sin altura, para responder al desafío del momento crítico. No obstante, para impedir el desastre se necesitan urgente tres cosas:

1. Defenestrar del poder a Biden, cabeza visible del guerrerismo actual.

2. Disolución de la OTAN

3. Nuevo Orden Mundial Multipolar. 

Como los dos primeros puntos se ven más remotos que el tercero, lo que se espera para evitar el apocalipsis nuclear es un milagro del Señor. Así San Jorge y el Dragón Rojo acabarán con el dragón negro del mal. La felicidad es amar y no otra cosa. El que sabe amar es feliz, pero el que sólo sabe odiar sólo produce infelicidad y guerra. ¿Podrá la humanidad superar la presente crisis de caridad?

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