lunes, 13 de mayo de 2024

EL PENSAR FILOSÓFICO COMO REVELACIÓN ÓNTICA-ONTOLÓGICA DEL SER EN LA HISTORIA (Comentario)

 

SANTIAGO GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ-Abogado/UNT-SPF

 EL PENSAR FILOSÓFICO COMO REVELACIÓN

ÓNTICA-ONTOLÓGICA DEL SER EN LA HISTORIA

(Trujillo, 2024)





El reclamar un concepto de filosofía que se ajuste a la propia condición humana en toda la amplitud de su sentido, es de los brotes intelectuales que más han fatigado la mente del profesor Gustavo Flores Quelopana, quien, desde su aquilatada pluma y voz grave, resueltamente ha contradicho aquel juicio de subsunción histórica que contempla la filosofía desde el devenir del pensamiento griego, es decir, desde la tradición de Occidente.

En Filosofía Prehistórica (2018), Flores sostiene que la filosofía es necesidad existencial, pues el problema fundamental de la razón no es lógico, sino ontológico.

Además, afirma que la actitud filosófica coexiste y ha coexistido siempre con la aptitud para filosofar, sin embargo, la filosofía no ha sido siempre la misma, sino que se ha manifestado de formas diversas.

Esta caracterización multiforme que atribuye al proceso histórico de la filosofía se desarrolla con mayor amplitud en Teoría General de la Filosofía (2021), añadiendo que, además del acto de filosofar (noesis), el contenido de filosofar (noema) es una categoría que ha acompañado al devenir histórico del hombre manifestadas de formas distintas: El paso del mito (filosofía mitocrática) al logos (filosofía logocrática) es solo el inicio de una nueva forma de filosofar, pero no es el hito por el que se funda la filosofía.

En Filosofía, Ser, Historia (2023), la ratio da su sentencia sobre este punto y postula el «historicismo ontológico de la racionalidad filosófica». Además de ser una auténtica categoría por ser el resultado de sus últimas síntesis, es un verdadero método aplicable en los predios de la filosofía histórica.

Esta comprensión ontológica del proceso histórico de la filosofía reconoce, en buena cuenta, la consustancialidad del pensar filosófico en el hombre que no ha de quedar reducida, en clave tolemaica, a la verdad de una determinada cultura y civilización, sino que ha de ser entendida desde una tesis general de la revelación, que es la revelación del ser en la historia y no una taxativa representación de la realidad que tiene el vicio de perennizar el discurso de una determinada época, de suyo metamórfica, para extenderlo universalmente, en este caso, a la validación de un pensar filosófico con la consecuente exclusión de las otras formas de pensamiento existentes antes de Grecia.

Pero si la revelación del ser en la historia es óntica-ontológica, entonces el pensar filosófico se constituye como una acción preexistente al mismo concepto de filosofía. Se trata de una precedencia tanto temporal como espacial que posiciona al pensar filosófico como una superestructura que engloba a la misma teoría de la filosofía.

Hay que convencerse, entonces, de que el hombre anterior a Grecia definitivamente ejerció también el pensar filosófico. Que esta actitud inherentemente humana preexista como superestructura ontológica al concepto de filosofía provoca, en definitiva, su comprensión amplia que no restringe el concepto a la dimensión histórica ni a los juicios de la tradición occidental. Pero el pensar filosófico o la disposición por filosofar no solo ha existido antes de Grecia, sino fuera de Grecia.

Todas las culturas de Oriente y Occidente han asumido sus propios desafíos y respuestas, en términos de Toynbee. Entre las savias del alma Oriente, fue filosofía el anhelo metacósmico del asceta de la India para encontrar su propio nirvana, como también lo fue el anhelo intracósmico del asceta chino por el que procuró ponerse en contacto con el tao para sentirse en eterna armonía con el cosmos.

Pero las auras del innato espíritu del hombre por filosofar no solo han brillado en las culturas de la historia, sino, también, en el hombre de la prehistoria en su dimensión numinocrática, mitomórfica, mitocrática. En todas ha existido una filosofía implícita.

El pensar filosófico tiene, por tanto, un fondo orgánico amplio, cuya comprensión y ejercicio no le afecta ningún corsé: No es un quehacer de algunos, sino potencialmente de todos; no es acción histórica exclusiva de una cultura que posa como punto tolemaico respecto de las demás, sino que es atributo de todas en general.

Todas las culturas han puesto grave presión de sus ojos en la realidad y, de alguna forma, han sentido la intriga metafísica o escatológica por desentrañar los misterios de su ser, de su devenir, del cosmos.

Todas han tenido sus propios desafíos y resoluciones. Así como Spengler contempló la historia desde un diseño donde todas las culturas son círculos que tienen la misma importancia vital, nosotros podemos contemplar a la filosofía con la misma visión copernicana donde todas las culturas llegan a ser medulares. El arrogamiento del concepto por parte de Occidente no deja de ser un impropio derecho de cuño. Esta es la enseñanza universal de Gustavo Flores Quelopana.

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