miércoles, 20 de agosto de 2014

EL SEBASTIANISMO

EL SEBASTIANISMO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 
1.  Como bien señala el Evangelio los frutos del Espíritu Santo son el amor, el gozo y la paz, mientras que los del espíritu del mal son la riña y la disensión. En este sentido, las herejías se caracterizan por un espíritu anti-eclesiástico, cismático (no acepta la autoridad del Sumo Pontífice ni comulga con los miembros de la iglesia), odio acérrimo hacia la Iglesia Católica, rechazo de sus ritos, dogmas, magisterio y tradición.

2.  Así como las herejías ebionita y docetista tuvieron que ser enfrentadas desde el siglo I por Juan el evangelista y Clemente de Alejandría, el sabelianismo fue combatido por Tertuliano desde el siglo II, el arrianismo por San Atanasio (373), el nestorianismo por Cirilo de Alejandría en el siglo V, el pelagianismo afrontado por San Agustín y el monotelismo por Máximo el Confesor, del mismo modo el sebastianismo es la doctrina del heresiarca Sebastián P. L. en nuestro tiempo.

3.  El sebastianismo es herejía, y no opinión cercana a la herejía, ni error teológico, porque se caracteriza por una adhesión pertinaz a una doctrina contradictoria referente a un asunto de fe claramente definido. Como herejía es destructiva de la unidad de la fe cristiana. Como pecado es un acto de aversión a Dios. Además, corrompe el Evangelio y desconoce la autoridad magisterial de la Iglesia. La herejía anida no sólo en la mente sino en el corazón, y el corazón es un santuario impenetrable a todos menos a Dios.

4.  Su doctrina consiste en:
(a) rechaza el misterio de la Trinidad, y la doctrina hipostática y sostiene que en vez de tres personas y una sola sustancia, hay una sola esencia divina que se manifiesta bajo el aspecto de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con ello rechaza el dogma del Concilio de Nicea y retrocede en el debate cristológico y sobre la relación intratrinitaria a la época del monofisismo y monotelismo que serían condenados por pretender que en Cristo sólo existe una naturaleza (divina) y una sola voluntad.
(b) Rechaza la inmortalidad del alma. Restituye la opinión naturalista aristotélica de que el alma es una función del cuerpo. 
(c) Admite platónicamente que el mal es coeterno a Dios. Con ello retrocede al paganismo.
(d) No admite la transubstanciación de la Eucaristía, ni la salvación por obras, sólo por fe. Se aferra a la justificación por la fe del luteranismo. Subraya el papel central de la voluntad de Dios (teología occamista) y la esclavitud de la voluntad humana (teología protestante).
(e) Niega la existencia del purgatorio. El alma no sobrevive a la muerte.
(f) Contradice la veneración de la santísima Virgen María. Confunde el dogma de la Inmaculada Concepción (simple mujer dotada de gracia sobrenatural incomparable) con la teología mariana (María es madre de Dios en el tiempo y en la eternidad).
(g) Tergiversa la historia de la Iglesia, sobrestimando el papel de Constantino en la formación de los dogmas, cuando, por el contrario, la historia testimonia que el emperador y su corte fue arriana y sólo se dejó bautizar en su lecho de muerte, incluso el emperador monofisita Constante II en el año 653 arrestó al papa Martín I y a Máximo el Confesor –al que lo sentenciaría cruelmente a que le cortasen la mano y la lengua-.
(h) Al igual que el fundamentalismo asume que la Biblia es sólo palabra de Dios, en vez de ser palabra de Dios en palabra de hombres. Por eso rechaza cualquier método de interpretación de la biblia (método histórico-crítico, métodos de análisis literario, acercamientos basados en la tradición, acercamientos por las ciencias humanas, acercamiento contextual), admite sólo el método literalista. Confunde la interpretación de la Biblia en la Iglesia con modernismo o negación de la exégesis sobrenatural.
(i) El sebastianismo es una herejía que contradice a la fe ortodoxa del catolicismo y, en suma, predica que la salvación no depende de los sacramentos de la Iglesia sino de la fe personal, acentuando el individualismo racionalista y carismático. Aspira a convertirse en otra rama protestante junto al luteranismo, calvinismo, metodismo, iglesia bautista, congregacional y presbiteriano.
(j) Siendo enemigo de las imágenes se muestra como un movimiento iconoclasta. No comprende que las imágenes son solamente símbolos pedagógicos y catequéticos de lo sobrenatural. Con todo esto se aleja de la cristología ortodoxa. El sebastianismo se encuentra influido por el monotelismo y el monofisismo de raíz judeo-arábiga y se inscribe dentro de las herejías racionalistas.
(k) Otorga solamente un sentido peyorativo a la divinización humana, minusvalorando su sentido positivo en la santificación.
(l) Su doctrina del pecado es tan radical como la protestante, que concibe que el pecado original ha corrompido totalmente al ser humano y éste sin Dios no puede obrar el bien. Para el catolicismo el hombre quedó debilitado pero no muerto para obrar el bien.
(ll) Igual que el protestantismo piensa que la iglesia es sólo una realidad espiritual y que su jerarquía es una invención humana. Para el catolicismo la Iglesia y los sacramentos son una institución divina.

5.  El sebastianismo olvida que ya antes del comienzo de la crisis arriana, las creencias cristológicas y trinitarias formaban parte de la enseñanza de la Iglesia del siglo I y II (Jn 14, 16-20) y en Isaías (11, 2). Y también no reconoce que la institución eclesial, con los cargos de obispos, presbíteros y diáconos, ya existía desde el siglo I, como demuestran las siete cartas de Ignacio de Antioquía. Tampoco reconoce que el Concilio de Nicea (325) y el Concilio de Calcedonia (431) rompieron con la metafísica griega, que establecía un abismo entre lo trascendente y lo inmanente.

6.  Como todo movimiento reformista el sebastianismo favorece el libre examen y el primado de la conciencia individual favoreciendo la racionalización del dogma, un aburguesamiento y empobrecimiento del misterio.  Así tiende a ridiculizar y negar los milagros de los santos. Sitúa sus propias opiniones muy por encima de los Padres y los Santos de la Iglesia, actitud que ha sido condenada por todos los veintiún Concilios ecuménicos. Bien se dice en Mateo 7: 15: “Cuidaos de los falsos profetas”.

7.  En suma, el sebastianismo es una herejía anticatólica que retrocede a la metafísica griega al restablecer el abismo entre lo inmanente y lo trascendente, favorece la racionalización del dogma y empobrece los misterios divinos. Pero no corresponde al hombre sino a Dios juzgar sobre la culpa que corresponde a un alma herética y cismática. El sebastianismo siendo víctima de errores heréticos de tendencia racionalista, en especial cuando rechaza el dogma de la Trinidad, exige la unidad del catolicismo y luchar por la cohesión y verdad del dogma.

8.  Por el momento, el sebastianismo es una secta desencantada de la Iglesia de nuestro tiempo, que no cuenta con ningún grupo de adeptos ni ningún poder secular que la apoye, y se trata de una postura que sólo interesa a unos cuantos estudiosos. Pero también su surgimiento se vincula a nuestra era individualista, incrédula y protagórica, donde “el hombre es la medida de todas las cosas” y cada quien se siente llamado a hacerse “una religión a la carta”.

9.  A las asambleas de herejes se les denomina “Sinagogas de Satán”. La herejía es un veneno mortal que se genera en el seno mismo de la Iglesia, pero Cristo dotó a la misma de la infalibilidad al enseñar. Frente a los herejes materiales, la Iglesia actúa siguiendo la regla de San Agustín: “No debe considerarse hereje quien no defienda sus opiniones falsas y perversas con celo pertinaz (animositas). Sobre todo si el error no es fruto de una audaz presunción, sino que le ha sido transmitido al hereje por padres que han sido seducidos a su vez, y cuando esa persona anda en busca de la verdad con cuidadosa solicitud y dispuesto a ser corregido” (P.L. XXXIII, ep. XLIII, 160).

P.D..- Después de escuchar la presente exposición, el heresiarca del sebastianismo sólo atinó a tildar a su autor de “monagillo ignorante del catolicisimo” y a atacar a la iglesia católica, pero en ningún momento levantó los cargos doctrinales que se le imputó.


Lima, Salamanca 19 de Agosto 2014

8 comentarios:

  1. El Sebastianismo pone en peligro mortal la salvación eterna del alma por: (1) impedir el conocimiento y recepción de la Trinidad al distorsionarla como una sola esencia y una sola persona, (2) rechazar la doctrina de la unión hipostática de Cristo, (3) ser indiferente a las virtudes morales por abrazar una teoría radical del pecado, (4) al rechazar los sacramentos de la iglesia, (5) al desvirtuar las virtudes teologales con la doctrina de la justificación que subordina el amor a la fe, y (6) al minimizar los dones del Espíritu Santo y la gracia santificante para las buenas obras.

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  2. El Sebastianismo es una herejía de la edad de la apostasía y comparte con ésta su exceso de racionalismo, individualismo, negación de los milagros, denigración de la realidad humana y la relativista religión a la carta.

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  3. La doctrina trinitaria del Sebastianismo es de índole sabeliana (Sabelio muere el 260 n.e.). El modalismo es la doctrina que concibe que no hay más que una sola Persona, a la que llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, los cuales son solo modos de manifestarse en sus relaciones personales con el mundo y con el hombre. El Sebastianismo como el modalismo sabeliano hacen de las tres Personas una misma cosa, porque no comprenden el concepto de unidad trinitaria. No entienden que el estudio de la unidad en la Trinidad es una distinción de razón que existe entre cada Persona y la esencia divina. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. La Trinidad tiene una misma y sola naturaleza, una sola y misma operación, pero cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. La fe católica no confunde las Personas ni separa las substancias. El Sebastianismo, como el sabelianismo, confunde las personas en una sola substancia. No entiende la unidad trinitaria.

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  4. Hay dos formas de herejía: la material y la formal. La material es un abierto enfrentamiento con el dogma de la fe, y la formal es un error en que se incurre y se está presto a rectificación. Una ilustración es el caso del Abad calabrés Joaquín de Fiore que profetizó la era del Espíritu Santo pero que siempre se mostró sumiso a rectificarse, frente a su discípulo Gerardo de Borgo San Donino que llevó hasta las últimas consecuencias las doctrinas del joaquinismo, fue amonestado, no quiso rectificarse y murió en el error. Actualmente la Iglesia amonesta a sus teólogos cuando incurren en error (uno de los últimos casos más conocidos fue con los teólogos de la teología de la liberación). Pero el hereje material es el contumaz que no accede a rectificación y tienen que ser excomulgados porque no profesan la fe la iglesia. Así, la teología protestante es otra iglesia, trinitaria y que admite la Encarnación y Redención pero que quiere anclar la iglesia de Cristo en la muerte y resurrección pero negando la estructura visible y jurídica de la iglesia, y la Teología greco-ortodoxa es otra iglesia que afirma que el Espíritu Santo no procede del Padre y del Hijo sino tan solo del Padre. Para el catolicismo siempre será punto de quiebre de la fe aceptar la acción del Espíritu Santo para la salvación de las almas a través de tres elementos: la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia.
    En resumen: la crítica de fondo al Sebastianismo no es que no entienda la unidad de la Trinidad sino que no advierta que los sacramentos son la estructura visible de la iglesia en la tierra y que, desde Pentecostés, ésta ofrece al hombre la misma esencia divina peri en régimen de fe y no de visión.

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  5. El Sebastianismo es una herejía cismática que ostenta un carismatismo no católico. Como carismático cree hablar por el Espíritu Santo, tener derecho a rechazar la jerarquía, el dogma y los sacramentos. Y lo más grva de todo es que cree que vive sin pecado. Al respecto ya escribía San Agustín: "...pero el que piensa que vive sin pecado no lo evita, sino que más bien excluye todo perdón", De Civitate Dei, XIV, 19.

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  6. ¿Qué tipo de pecador es un hereje? El hereje es un tipo de pecador que va más hondo en su pecado respecto al Fariseo. Si el Fariseo se pega al rito, a la letra y odia la misericordia de Dios buscando su propia glorificación, en cambio el Hereje se enajena del rito y altera el sentido de la letra Sagrada, se autoglorifica y se llena de orgullo jactándose de entender mejor las Escrituras y con ello disimula su extremo egoísmo y desprecio a Dios.

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  7. El Hereje tiene en común con el Pecador Trágico en que es todavía consciente del "aliento de lo eterno" pero lo diferencia su inconsciencia de su enfrentamiento con Dios. El error fundamental de la herejía cismática sebastianana consiste en su superficialidad, falta de humildad y caridad auténticas.

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  8. El hereje aunque está lleno de orgullo no es enemigo despiadado de Dios. Por eso, ante su torcida y desviada intención, que puede ser resultado de frustraciones y decepciones nada excusables, reclama nuestra conmiseración.

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